Esta semana he vuelto a ver a la enfermedad y a la
muerte pero no en mí, sólo las vi pasar, aunque en personas
cercanas y queridas, a mi no me toca todavía porque Aquel que todo lo puede
permite que siga viviendo, pero por respeto a quien se ha ido no
encuentro tema alguno que pueda merecer mi atención o que pueda
justificarse en esta fecha.
Hay tanto que se ha dicho y escrito sobre la partida
final, pero sin embargo no encuentro nada más apropiado que los antiguos
versos de jorge Manrique, esas cuarenta coplas escritas hace más de
quinientos años son las que mejor nos acompañan en estos momentos de
reflexión.
Escojo la tercera copla, querido amigo:
Nuestras
vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir,
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
que van a dar en la mar,
que es el morir,
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
Y la última, con la que
me despido por ahora, obsequiando con su paz a quien la lea, una vez
más:
Así, con tal entender,
todos sentidos humanos
conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos y hermanos
y criados,
dio el alma a quien se la dio
(el cual la dio en el cielo
en su gloria),
que aunque la vida perdió,
dejónos harto consuelo
su memoria.
todos sentidos humanos
conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos y hermanos
y criados,
dio el alma a quien se la dio
(el cual la dio en el cielo
en su gloria),
que aunque la vida perdió,
dejónos harto consuelo
su memoria.
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