domingo, 28 de febrero de 2016

Qué pena me dan las rubias.

Que vengan a consolarme.

Valga la introducción para aclarar que las rubias-rubias no son las que me dan pena, sino las otras, que siendo de cualquier otro color se pintan el cabello y en la mayoría de los casos quedan con un aspecto de disfrazadas que no se puede disimular ni aunque se tiñan también los vellos de brazos, piernas y éso, las cejas digo, no lo que están pensando porque normalmente no se ve pero tal vez por allí comenzaron... es imposible para la mayoría quedar más o menos aceptables, algunas se salvan, pero lo que las salva es cualquier otra cosa que no tiene nada que ver con el teñido, como por ejemplo el, la o las... ya saben... el intelecto, las cualidades personales, ¿qué estaban pensando?
Entonces... está buena la rubia... sí, pero no precisamente por rubia sino por las demás características que la acompañan.

No se trata de preferencias entre personas, no soy de ésos que ven a la mujer como un objeto, objetito u objetazo, pero cada uno tiene sus gustos y es peor negarlos que disimularlos, o sea que si se entiende me lo explican después porque en el tema de lo políticamente correcto no hay quien se salve.
¿Parihuela o cebiche?
¿Rubia o morena?
No se trata de un menú para escoger, qué bueno fuera... deme una de éstas y dos de aquellas... y a ver si el cuerpo aguanta y/o digiere... tanta comida.
Del tema de mujer objeto trataremos en otra oportunidad, no nos desviemos ahora del objeto del presente ensayo que por casualidad resulta que se trata de la mujer, rubia, pero mujer antes que nada.

Yo las prefiero morenas, pero en ningún caso dejo de apreciar a las rubias que también tienen lo suyo y algunas también hasta lo que no es suyo; tienen de todo y que les aproveche, que no hay nada más placentero a la vista y al espíritu que una mujer satisfecha, que no es lo mismo que aprovechada, pero no importa.
Total.. ¿De qué trata esta palabrería?
De las rubias, ya lo dije, lo que pasa es que el preámbulo se me alarga más de la cuenta y al final el tema tocado se hará corto, como cuando se toca un caracol que se asoma y éste (el caracol) se encoge. Siempre nos pasa lo mismo, yo que lo alargo y el caracol que se encoge.

Bueno, decía que me dan pena algunas rubias, y veamos gráficamente a qué me refiero, con fotografías reales y ejemplos concretos, de carne y hueso, cuanto más carne y menos hueso mejor, y si están bien... hidratadas, más que mejor todavía.


Beyonce rubia y morena


Angelina Jolie rubia y morena

Charlize Theron rubia y morena
Hay más, como Cristina Aguilera, la periodista Juliana Oxenford, y tantas que mejor no sigo... para los antiguos como yo: Paloma San Basilio está entre las hermosas morenas que bajaron algunos escalones en cuanto se aclararon el cabello. Posiblemente dirán que es cuestión de gustos, y así es, y como quien escribe esta página soy yo pues entonces aquí constan mis propios gustos, de quién más iban a ser.


No te pintes el cabello

 
La gorda quiere ser flaca
y muy rubia la morena,
son cosas que me dan pena
porque al final nada sacan
pues lo que es artificial
a ninguna bien le queda,
y así con la pintadera
y la dieta del bozal
no quedarán más hermosas
y sí se pondrán nerviosas.

Morocha del alma mía
negrita como mi suerte
hasta aquí he venido a verte
che kambá de mi alegría,
tu cabello en armonía
con el negro de tus ojos
y tus tímidos sonrojos
son hermosa poesía.
No te pintes el cabello,
a pedírtelo me atrevo.

Si no puedo convencerte
que así eres más hermosa
sólo me queda una cosa
por lo menos para verte
espérame sólo un rato
para captar este instante
que desde aquí en adelante
voy a mirar tu retrato;
con cualquier color de pelo
te tengo siempre en mi cielo.
~

domingo, 21 de febrero de 2016

La obsesión del pájaro


zazzle.com

El título se presta a dos interpretaciones, la obsesión del pájaro y la obsesión por los pájaros, en realidad trataremos de la segunda interpretación, porque la primera, la obsesión del pájaro es sólo una, ésa que ya saben y no pueden creer que a ella me esté refiriendo; exactamente: éso.
Pero hay mucha gente obsesionada con el pájaro, o con los pájaros, que al hacerse plural no aumenta el énfasis sino que por lo contrario, lo disminuye, porque una cosa es decir por ejemplo ¡qué tal pájaro! y otra muy diferente si decimos ¡qué tales pájaros! Como se puede ver, no he demostrado nada, pero el pájaro sigue allí, impertérrito, como ave que se sabe inalcanzable y mira con desdén al torpe perro que ladra y sueña con atraparlo.

Más vale pájaro en mano que un ciento volando.

Más vale pájaro en mano, dice el refrán... pero qué, piensan acaso quedarse agarrando al pájaro indefinidamente, no lo creo, nadie lo cree, algo irán a hacer con el animal si tanto valor le atribuyen: Más vale pájaro en mano que CIEN volando... UN pájaro en la mano vale más que los otros cien por el simple hecho de no tenerlos... ¿en la mano? He allí la incógnita, y de la mano... ¿va a pasar a dónde? No quiero ser mal pensado, pero si sólo de comerlo se tratara, el refrán podría usar cualquier otro elemento, como huevos, frutas, gallinas o hasta vacas, por ejemplo: Más vale vaca en corral que cien en el prado, o más vale huevo en la olla que cien en el gallinero, o para ser aún más gráfico: más vale ostra en la boca que cientos en el océano. Pero no, se habla del pájaro y de la mano, atrapaste al pájaro y ...¿Qué? ¿Te lo vas a comer vivo? ¿Lo vas a matar y luego cocinarlo? ¿De qué tamaño tiene que ser el pájaro para que valga la pena el trabajo? ¿Y qué pájaro es? ¿Comemos pájaros? ¿La paloma es un pájaro?
No cabe duda (aunque sí cabe el pájaro) que el mismo (el pájaro) no permanecerá en la mano, es sólo un momento transitorio y pasajero hacia algún destino final no especificado en el refrán, como si todo el mundo supiera ya de qué se trata, menos uno... más vale pájaro en mano... y si lo suelto ¿qué? no vale nada... entonces díganme por favor qué hago con el pájaro en la mano... se agita mucho, se estresa, está vivo... ¿dónde lo pongo?
Mejor no me respondan, que con el pájaro no se juega.
Ya se han hecho algunas variantes del mencionado refrán, como la del sabio George que decía "Más vale llegar a tiempo con el pájaro en la mano", o la versión del también sabio y picarón Darío, que más atrevidamente declaraba: "Perro que come gallina, aunque le quemen los huevos". Aquí no hay pájaro pero por lo menos hay huevos, de gallina, supongo.

Figuradamente el pájaro en la mano sería un bien asegurado (cómo me siento valioso escribiéndolo), pero persiste la pregunta ¿Por qué un pájaro? ¿Por qué no una joya, o directamente dinero en efectivo que compra todo lo material, incluido el pájaro? Nadie lo explica.
Pero... Más vale pájaro en mano...
Tal vez el pájaro prefiera otro lugar además de posarse en la mano, pero éso no importa, se trata de agarrar al pájaro, lo demás es secundario, aunque a veces también nos agarran lo secundario, bueno, con éso (o con ésos en la mano) no habrá refrán que pueda exponerse decentemente, ¿Pero con el pájaro sí...? ¡Por favor! ¿Qué es lo que tiene el pájaro? 
Aquí un poema con tres títulos, bastaría con uno, por lo tanto sobran dos... pero en realidad esos dos nunca sobran, más bien a muchos les faltan. Vayamos al poema que ya se hizo largo el preámbulo y el pájaro se va a quedar corto.



Pájaro en mano,

pájaro manual

o

Manual del pájaro


 
Con el pájaro en la mano
hay quien se siente contento,
aun sin tenerlo adentro
de la jaula o sobre el piano,
así lo dice el refrán:
se prefiere más que a cien
sólo uno agarrar bien
mientras los otros se van.
¿Qué será que tiene el ave?
Hay muchas que ya lo saben.

Pasan raudos cien más uno
y el que se deja atrapar
yo te puedo asegurar
que no siempre es el más menso,
si tu jolgorio es inmenso
con sólo un pájaro lento
con éste que aquí te tengo
pues mejor ya ni lo pienso...
Pero lo que no se entiende
es por qué alguien se ofende.

Tanta alegría nos da
tener el pájaro en mano,
por qué no vamos al grano
y encaramos la verdad,
si tanta felicidad
encontramos en tenerlo
y si no es para comerlo
no se para qué será.
Y que nadie piense mal
porque sufre el animal.

Mis ideas una a una
van saliendo con audacia
tratando de hallarle gracia
a ese pájaro sin plumas,
y si son inoportunas
estas rimas pajareras
o si en la lengua se enredan
desátalas como puedas,
que si el pájaro alza vuelo
el refrán se nos va al suelo.
~

domingo, 14 de febrero de 2016

San Valentín - Día de los enamorados.

  Imagen: www.mipueblogh.com


Todos lo saben, el 14 de febrero es el día de los enamorados, que, como se usaba antes el idioma, incluye también a las enamoradas... ¿o me equivoco? - Creo que me equivoco, parece que es sólo el día de los enamorados, pues por lo que da para observar, el 99 % de los regalos y agasajos los compran y los hacen ellos, pobres h... galantes caballeros que emocionan al verlos llevar con tanta hidalguía su compromiso con la damisela escogida. Muchas veces los escogidos fueron ellos, pero por lo general se supone que es él quien escoge a su dulce compañera de vida y de éso está completamente seguro y por lo general nunca se entera de la realidad.
San Valentín... vaya con el santo... el santo de los enamorados, podría merecer otro apelativo menos honorable, pero en su caso se entiende pues lo hacía con verdadero sentido del deber. ¿Qué hacía San Valentín para ser patrono de los enamorados? ¿No lo saben? ¿Y no les da vergüenza?
San Valentín (aunque su existencia es discutida) era un médico romano que se hizo sacerdote y casaba (con "s") a los soldados, cosa que había prohibido el emperador Claudio "El Gótico", también conocido como el de la corta paciencia, porque en el año 270 lo mandó decapitar para que dejara de (joder) perturbar la disciplina militar con su onda casamentera, en realidad debería ser el patrono de los casados y no de los enamorados, pero así es la gente, le gusta el romanticismo y a San Valentín, el cura sin cabeza (así quedó después de la intervención gubernamental como muchos enamorados que también pierden la cabeza) lo recordamos cada 14 de febrero y en su honor celebramos el día de los enamorados. 
No le digan alcahuete que ya bastante castigo tuvo con que lo decapitaran estando vivo, y sin anestesia, claro, no se andaban con muchas contemplaciones los romanos el año mencionado... ahora no sé... no nos metamos en éso de las decapitaciones porque parece que la moda puede regresar.
Muchos opinan que San Valentín no debería ser recordado en el día de los enamorados, porque alegan esas malas gentes que el tal santo acababa con los enamorados y con el enamoramiento y los convertía en maridos o esposos, palabras ambas que tienen que ver más con el yugo que con el amor, y no faltan hasta los extremistas que opinan que el matrimonio es el fin (final) del amor. Sin contar con que la gran mayoría de los enamorados quisieran perpetuar ese estado de enamoramiento de manera permanente, mientras ellas, las "enamoradas", que mensas no son y saben que el tiempo que les queda es corto, tratan de llevar el mencionado enamoramiento al más estable y firme compromiso matrimonial. Y para éso tienen lo que tienen y ni todos los santos juntos nos salvan de caer rendidos en sus dulces redes... los que caen, porque los que no caen, pues no caen, y si no cayeron ya será difícil que caigan... pero nunca se sabe, con ellas hay que estar atento... y precisamente cuanto más atento estás más posibilidades tienes de caer. Así son ellas.
Hay quienes dudan que el santo haya existido realmente, pero de lo que nadie duda es que le cortaron la cabeza. Y como en todo hay quienes le buscan la quinta pata al gato, en este tema hay dos vertientes, la de los ortodoxos y la de los ortopédicos.
Los primeros aseguran que el emperador dio la orden, en latín, claro, de manera calmada pero contundente: - Decapiten al sacerdote. Y punto.
Los orto-pédicos (denominación que no se refiere a la ortopedia sino a la combinación esfínter-flato) opinan que Claudio El Gótico, emperador de un imperio que todavía no era cristiano, se enfureció mucho al descubrir lo que venía haciendo Valentín, que todavía no era santo, y se armó la grande cuando lleno de rabia explotó diciendo: - ¡Tráiganme la cabeza de ese alcahuete de M13rd@!  
La discusión continúa hasta nuestros días, no tanto de si existió o no, sino de qué fue lo que dijo Claudio el Gótico, también conocido como El Grandísimo...


San Valentín


Querido San Valentín,
te cortaron la cabeza
dejándote de dos piezas
por rebelde y malandrín,
y como un calabacín
la miró el emperador
sentado en su comedor
mientras comía budín,
dijo Claudio: ponganlá
un poquito más allá.

¡Ah Santo casamentero,
qué razón te conmovía
o qué impulso te impelía
a entrar en el avispero!
si Claudio dijo prefiero
a mis soldados solteros,
me parece que entreveo
las causas que te movieron
a enfrentar su dictadura
y que hasta ahora nos duran.

Claudio se comió el budín,
volvió a observar tu despojo
así nomás de reojo,
y no comprendió que al fin
hizo de San Valentín
el patrón de los febreros,
donde vemos tantos renos
como en navidad sin fin,
los animales astados
portadores de regalos.

Ni tú lo habrías pensado
querido San Valentín,
ser uno más del sinfín
de los que son recordados
aunque a la vez ignorados,
pues pocos saben qué hiciste
ni saben cuándo viviste
o por qué te han festejado,
y es cupido quien te asume
con una flor o un perfume.

Todo el mundo te menciona
mas casi no saben nada;
Bolívar o el che Guevara,
Real Madrid o Barcelona,
El Greco o doña Petrona
y aún el santo de Asís,
Athos, Portos y Aramís
y el que fundó La Sorbona
se juntan en un montón:
pocos saben lo que son.

~


domingo, 7 de febrero de 2016

Cara de circunstancias

lamodaylamujermoderna.blogspot.com


La cara... la cara es por lo general la parte más visible y característica de la persona, claro que no siempre porque como en todas las cosas hay excepciones, por ejemplo Lucrecia. Lucrecia es más conocida por aquella otra parte que queda más o menos en posición opuesta a ésta, a la cara, que de éso estamos hablando y no se vayan por las ramas de la "maliciocidad", palabra que no existe pero que todos saben a qué me refiero.
Decía que la cara es nuestra tarjeta de presentación, algunas veces es un tarjetón, otra veces una tarjetita, a veces un tarjetazo, pero siempre es lo que llevamos por delante, a no ser que uno camine para atrás.

Ya he tratado antes de la Cara de Hereje, también de la Cara de Perro en dos ocasiones: una y dos , estudios que han abierto la polémica y ensanchado la posibilidad de discusión acerca de tan urgentes como importantes temáticas dejadas de lado por los estudiosos faciales serios, hasta mi modesta incursión en el voluminoso asunto, de la cara, se entiende, olvídense ya de Lucrecia, por favor!

Caras hay muchas, tantas como individuos, pero para poder manejar esa enormidad (no la de Lucrecia) recurrimos a la clasificación, o sea, cara de ésto o lo otro. Observando el diccionario*, que siempre ayuda, tenemos algunas orientaciones básicas pero que no abarcan todas las posibilidades, para éso estamos ustedes y yo, para enriquecer el inventario.
Lo más fácil de encontrar:

Cara de hereje
Cara de perro
Cara de circunstancias
Cara de pocos amigos
Cara larga
Cara de culo
Cara de palo
Cara de piedra
etc.

En realidad, podemos alargar la lista sin límites y sin más frenos que los que nos imponga nuestra imaginación, o la falta de ella, de la imaginación... ¡Dejen en paz a Lucrecia!

Cara de platanazo, cara de melón, cara de coliflor, cara de rabanito, serían ejemplos de caras frutihortícolas.

Cara de pendejo, cara de sapo, cara de menso o cara de pelotudo serían ejemplos de variantes de tipo caracterológico, otra palabra que no sólo se entiende sino que además existe.

Cara de Mula, cara de caballo, cara de víbora y la conocida cara de perro pertenecen a la sección zoológica de la clasificación.

Cara de verruga, cara de zapato y cara de suegra pertenecen a todas luces a diferentes apartados, pero van juntos aquí porque acabo de verlos sentados en la cafetería, como ya es su costumbre, hablando mal de la gente... al verme cambiaron los tres a cara de culo...  lo cual me hizo pensar en la enorme variedad de posibilidades que pueden derivar de este interesante tratado.

Ya algunos deben estar poniendo cara de cangrejo, y otras cara de molleja, no importa, continúo implacable con el presente mamotreto ensayo.


La cara de circunstancias.


Es una de las caras más difíciles de lograr en su estado puro, porque se puede confundir muy fácilmente con la cara de menso, que le queda cerca, y lo paradójico de esta cara es que si la logras has fracasado - ¿Cómo es éso? - Pues, según la definición de la misma ¡no de Lucrecia, por favor! de la cara de circunstancias: es el gesto de seriedad o tristeza fingidas para estar acorde con la situación o circunstancia. O sea que si no estás fingiendo, si tu seriedad o tu dolor son auténticos, no tienes cara de circunstancias sino de lo que tú digas, que al final la cara es tuya, aunque casi nadie sabe con certeza qué cara tiene; ése ya sería tema para otro tratado que quedaría pendiente... al igual que Lucrecia, que todavía no he terminado de hacerle el trabajo.

La risa involuntaria es la peor enemiga de esta cara, porque si tienes que fingir es porque no te importa un rábano lo que está pasando, y es en esos momentos de nerviosismo, cuando sientes que la carcajada reprimida te hace temblar los labios, recurres al disimulo del llanto contenido, o a la "inoportuna" tos, para de alguna manera hacer salir parte del demonio de la risa y poder mantener a raya lo que queda. Suele pasar en museos, seminarios o durante la misa, cuando más solemne y más cerca estás de la gente "importante", te agarra con más ganas; me ha sucedido muchas veces y por éso mismo ya no voy a misa, para no aguarles la fiesta de oración a los demás prójimos que, si se dan cuenta, pasarían muy pronto de la santa beatitud al odio descarado. Y no hay peor odio que el odio del creyente... aunque no lo crean ustedes, ni ellos; y no tengo ganas de morir en la hoguera porque me sofoca el calor.

No está agotado el tema, hay mucho más, yo sólo dejo abierto el camino para los que vendrán después, lo que no es tirar la piedra y esconder la mano, sino más bien, abrir la puerta y dejar pasar, como siempre: caballero.


Cara de Circunstancias



Parado allí, en la solemne misa
que se celebra de manera especial,
moderación que aplaca cualquier prisa
en el silencio pesado y proverbial,
incienso que me llega con la brisa
de ceremonia periódica y ritual,
en dispar mezcolanza reunidos:
creyentes, titubeantes, descreídos.

Dos filas por delante hacia la izquierda
vislumbro una silueta alucinante,
un pedazo me tienta que lo muerda
y un vitral la refleja por delante;
compórtate, me digo, y a la fuerza
me quedo allí parado muy campante,
más su aspecto generoso me es fatal:
me gustaría ponerla horizontal.

De reojo estudio el campo de la acción
que proyecto con audacia elaborar,
se revela su soltera condición:
no hay marido que la pueda manejar;
y aunque yo no estoy dispuesto al papelón
veo a varios que la quieren abordar;
necesito de la astucia de un ratón
y también la valentía del león.

No pretendo darme aires de bacán,
pero sólo de verla ya me crece
el ánimo que me impulsa en el afán
de pararme a su lado y ver qué ofrece.
- Permiso por favor...  muchos están
bien sentados, contentos de su suerte,
avanzo con esfuerzo y contorsiones
deseando que su sitio no abandone.

Aquí estoy, voy a poner la cara
que se lleva en esta circunstancia,
ya siento que hasta el pulso se me para
mientras voy acortando la distancia;
el cuerpo y el espíritu preparan
la estrategia para ganar confianza,
accede a darme el nombre que es Lucrecia...
su góndola parece de Venecia.

Los ojos me traicionan, ya no hay caso,
mis íntimos deseos se delatan;
Lucrecia que no es tonta me hecha el lazo
y yo feliz de ver como me atrapa.
¡Pensaba que iba a darle yo el zarpazo
y es la moza la que se me adelanta!
se me acerca y siento que se engrapa,
es tan fácil que ya parece trampa.

Lucrecia tiene cara de bandida
y yo cambio a cara de chorizo
incitándola a ser más atrevida
y en seguida les cuento lo que hizo:
salió con un andar que no se olvida
y ya poco me importó el bautizo,
poniendo mi mejor cara de suela
ante la multitud la seguí afuera.

Es entonces que puso cada cara
que me inspiró a hacer este trabajo,
dependiendo de dónde la tocara,
palpando lo de arriba o lo de abajo;
pero no permitió que retratara
escenas que enriquezcan el legajo,
así Lucrecia se cruzó en mi vida
y es la causante de que ésto escriba.
~


cara de circunstancias Gesto de tristeza o seriedad fingidas, para estar acorde con la situación: ahora no pongas cara de circunstancias, que ya sabemos quién lo ha hecho. 
cara de perro col. Gesto de mal humor o de reprobación: cada vez que pierde su equipo se le queda cara de perro. 
cara de pocos amigos col. Gesto antipático y desagradable: tiene cara de pocos amigos, siempre con el ceño fruncido. 
cara larga col. Gesto triste y contrariado: basta de caras largas que ya no tiene remedio.