domingo, 27 de agosto de 2017

El primer cojudo*

*Cojudo,da: 1 adj. amer. Bobo, Imbécil.

escritosdepesadilla.com


Hay tantos cojudos en el mundo que los estudiosos más democráticos, aunque menos optimistas, los calculan rondando el 50% de la población total, mientras que los más optimistas creen que pasan largamente del 90 %.

- Vaya... ¿Qué clase de optimismo es ese?

- Ya ve, así está el mundo.

Los cojudos son parte imprescindible para el correcto funcionamiento del sistema geo-político actual, interviniendo ¿activamente? en cada una de sus variantes que al final forman ese todo que algunos intentamos conocer mientras ellos ni lo vislumbran, ven solamente fragmentos que han sido distorsionados de manera premeditada, permanentemente. Los cojudos se manifiestan y desarrollan de variadas maneras, pero el hecho de ser cojudos los atraviesa, los une, los hace indiscutibles integrantes del conjunto de cojudos, sin posibilidad de escapatoria.
El que no es cojudo seguramente conoce muchos, y el que es, pensará que lo que está escrito aquí son solo cojudeces; por lo tanto, ante esta fatal declaración, doy por sentada la inutilidad de definir con precisión lo que es ser cojudo, los que son no lo entenderían, y los otros no necesitan que nadie les escriba la definición, siendo así basta y sobra con la definición de diccionario, paso a lo que traigo entre manos: recordar a mi primer cojudo.

Creo que muy pocos recordarán al primer cojudo que conocieron, yo tengo esa suerte o privilegio, como es de suponerse fue en mis primeros años de vida, siendo aún niños, yo y él, lo recuerdo con toda claridad, hasta recuerdo su nombre, pero para efectos del presente tratado lo llamaré CP, con lo que quiero decir Cojudo Primero o Número Uno, eso en lo que respecta a mi experiencia personal, por supuesto, porque el primer cojudo de la historia de la humanidad deberá ser elegido con multitudinaria participación. Ya me imagino lo divertida que sería tal elección. Como los cojudos deben haber existido antes que los individuos tuvieran nombre propio, tal nominación deberá hacerse a partir del uso de los mismos, o sea de los nombre propios, de lo contrario nos quedaríamos discutiendo si era más cojudo el que le mordió las bolas al mamut, el que quería abrigarse abrazándose a un leño ardiendo o el que insistía en entrar primero a las cuevas recién descubiertas.

Por lo pronto propongo al Rey Minos, rey de los minoicos y también de los cojudos. 
(El rey Minos prometió a Poseidón que sacrificaría lo primero que saliera del mar. Poseidón hizo salir un toro, pero Minos lo encontró tan hermoso que lo incorporó a sus rebaños y el dios, enfurecido, hizo que la reina Pasífae, esposa del rey Minos, se enamorara del animal. Dédalo construyó una vaca de madera, dentro de la que se escondía Pasífae. El toro se apareaba con la vaca de madera y Pasífae quedó encinta, pariendo un horrible monstruo mitad hombre y mitad toro: el Minotauro.) (Nota de Wikipedia) 
O sea que el toro penetraba a la vaca de madera y llegaba hasta la reina que estaría convenientemente acomodada adentro, la cual era también penetrada; y Dédalo, que tal vez no era cojudo como Minos; seguro que si era alcahuete de la reina. (Nota del Autor).

Volvamos a nuestra historia; CP era un buen cojudo, creo que porque (como todos los de su especie) él mismo no era completamente consciente de su cojudez, también porque era bastante humilde y modesto al juzgarse a sí mismo, o sea que se sentía poco importante y se le notaba fácilmente en el permanente deseo de agradar, de pertenecer a alguna categoría o grupo que lo redimiera de su triste condición. También era un buen cojudo en el sentido de que su cualidad cojúdica o cijudística no afectaba ni dañaba a nadie, era más bien una especie de cojudo benéfico y hasta benefactor, pero cojudo al fin y al cabo. Le gustaba donar cosas sin meditar mucho en la justicia o conveniencia de la causa, y menos aún en el particular provecho que pudiera sacar de ello. Era un cojudo benemérito.

Yo, que probablemente era medio cojudo, me compadecía de la suerte de CP y hallaba injusto el pago que normalmente recibía a cambio de su simple manera de ser y comportarse; debo reconocer, sin embargo, que no se me ocurrió ayudarlo ni defenderlo. ¿Por qué? ¿Acaso por mala gente? No.

Ayudarlo implicaría que CP reconociera que era un gran cojudo, y eso me parecía tarea poco menos que imposible, porque así sencillo y cojudo, CP se creía gente normal, nunca hubiera podido convencerlo de que su normalidad implicaba pertenecer al gran rebaño cojúdico, y lo más probable es que si lo entendiera no podría cargar con la responsabilidad de ser uno solo y autónomo en el mundo, de no ser un cojudo más; CP era un cojudo feliz y yo no me sentía seguro de la conveniencia de abrirle los ojos a esa terrible realidad que para él era color de rosa.

Defenderlo significaría todo lo ya mencionado más el agravante de considerarlo, no sólo cojudo, sino también incapaz de defenderse a sí mismo. Doblemente cojudo, si se quiere, (CP)2, y ¿Quién era yo para causarle tremendo daño a CP acabando con su felicidad y su impecable honor de cojudo de bien? Nadie, yo no era nadie para tomar una decisión que afecte exclusivamente a otra persona, por más cojuda que ésta fuera.

Así mantuvimos una cierta amistad, algo fría y distante, porque a nadie le gusta tener a un cojudo como mejor amigo, al menos no en forma consciente y premeditada; a no ser que uno pertenezca a la clase de los traga-cojudos, a la cual no creo necesario aclarar que no pertenezco; sin embargo, pasados los años y habiendo conocido a tantos cojudos y no cojudos, unos y otros en cantidades significativas que me hacen dudar de los porcentajes mencionados antes, creo que la cojudez es una de las más peligrosas taras que carga esta humanidad; tanto por los cojudos en sí mismos como por los traga-cojudos; insaciables bestias más detestables aún que los primeros, porque, aunque sean escasos, los cojudos buenos y sencillos como era CP, por lo menos no dañan directamente a nadie, mientras que los segundos ponen en riesgo la seguridad de todos, incluidos ellos mismos. Desde esta perspectiva no quedaría ninguno que pueda afirmar que no es cojudo; pero eso ya es metafísica.

Estoy seguro que CP es hoy un hombre de bien, un buen hombre, o tal vez esté ya bajo tierra, lo cual lo haría un hombre aún mejor. Generosidad suprema aquella de volver al polvo primigenio de donde venimos, y entregar cada una de nuestras partículas atómicas, agradeciendo a la madre tierra por los dones recibidos. Eso si antes no se lo comieron vivo, con todo y zapatos, como suele ocurrir con todos los cojudos.
~

domingo, 20 de agosto de 2017

El Pensador

El Pensador de Auguste Rodin


Habiendo tantas cosas importantes de qué tratar, y yo sigo con  mis sueños y fantasías ¿Por qué? ¿Será porque no me importa tanto lo que sucede en el mundo? ¿Será porque no me siento capaz de dar una opinión que merezca ser leída? ¿Será que no consigo interpretar a fondo la realidad?
Cualquier respuesta puede ser válida, porque hasta los más capaces críticos y observadores dejan cabos sueltos, aspectos importantes sin tocar; algunos caen dentro de la mentirosa verdad oficial y desde allí pregonan la firmeza de sus enclenques pirámides de naipes marcados, la solidez de sus fofos castillos de arena lavada.

Yo soy un pensador, lo cual parece joda porque todos pensamos; pero, como en todo, hay niveles; algunos piensan sandeces mientras otros piensan vacuidades.

- ¿Solo usted piensa con sustancia?

- No, pero me esfuerzo... 


¡Pensador! ... parece joda. Según escuché decir al profesor Marco Aurelio Denegri, el estado natural del cerebro es la distracción, la divagación, el no esforzarse ni concentrarse; siendo así, en esta época de superabundancia de distracciones, el cerebro de muchos que conozco está de plácemes; de estupidez en estupidez, van saltando alegremente hacia el redentor abismo de la nada.
No hay cómo contentar a todos, dicen; sin embargo cada quien busca y encuentra las distracciones y opiniones que refuerzan su inamovible posición, ya sea tomada o implantada por otros; por eso prefiero conservar este blog lo más cerca posible a la neutralidad, tanto como lejos de la objetividad y aunque tiene su estilo, (casi) no se inmiscuye en cuestiones discutibles y concretas. Más vale...

¿Tendré que pedir disculpas por tratar de ser feliz en medio de tanta desgracia? o seguir nomás, le importe a quien le importe y le sobre a quien le sobre.

- ¿Qué pasó? ¿Está desanimado?

- No tanto, más bien un poco incómodo por no poder tocar ciertos temas.

Y no es precisamente por falta de información o capacidad para hacerlo, modestia aparte, sino porque no encuentro una forma nueva para decir lo que ya otros han dicho y siguen diciendo mejor de lo que yo podría hacerlo. 
El mundo de hoy es una gran mentira que discurre solamente en tiempo presente: nada tiene significado ni antecedentes históricos; nada lleva a un desastre mayor o menor ni a una posible salvación. Todo está vacío, hasta la riqueza por la cual matan y destruyen es ficticia. Ya trataremos más detenidamente de eso.

- ¿Entonces qué?

- Sigamos... soñando. 

No me disculpo porque no tengo motivos para hacerlo; de alguna sencilla manera estoy dando mi contribución al arte de pensar, de leer y de escribir sin recurrir al mágico y falso binomio "Copiar - Pegar"; recuerdo también que una persona muy querida me dijo una vez que no pida disculpas, hace ya varios años de eso, y seguí su consejo tanto como me fue posible; esta vez las disculpas son una broma, una ironía y un pretexto para pasar el rato componiendo unos versos que pretenden ser graciosos... lo cual está por verse.

Y por último, alguno habrá que diga: Si éste escribe... ¿Por qué yo no? Y tal vez entre esos esté quien pueda ayudarnos a iluminar mejor el camino.

- ¿Le parece que está oscuro?

- No me provoque...  porque esta página la lee gente decente. 

Otra posibilidad es que este blog contribuya a abrir las compuertas del desvarío escrito y de la contaminación literaria. En ese caso tampoco pediré disculpas porque con disculpas no se arreglaría tan grandísimo desastre que tal vez ni Dios perdone.




Disculpe



Que si jodo la paciencia,
pues disculpe;
si tengo buena con... ciencia,
pues también;
que si estoy en la carencia,
que si perdí la vergüenza,
si por normal consecuencia
me merezco una sentencia,
pues disculpe,
si no prometo abstinencia.

Si se nota levantada,
pues disculpe;
si no quiere ser tocada,
pues también.
Que si está muy bien dotada,
que si la tengo erizada
o si la ve  despeinada,
agotada o abreviada...
pues disculpe,
es peor no tener nada.

Que si dejo la merienda,
pues disculpe;
si rehuyo la contienda,
pues también;
si no hay nadie que me entienda
espero no se sorprenda,
mejor su atención suspenda,
así evito que se ofenda,
pues disculpe
si permito que se extienda.

Que si se acabó el jabón,
pues disculpe;
si le malogré el mechón,
pues también;
si no acabo la gestión
o me quedo sin carbón,
si lo acuso de bribón,
de pícaro sin perdón,
pues disculpe,
depende de la ocasión.

Que si digo que está crudo,
pues disculpe;
si me quedo como mudo,
pues también;
si en el silencio me escudo
no crea que es por cojudo,
al contrario, soy sesudo;
alguien dirá ¡cómo pudo!
pues disculpe
¡Que final tan cojonudo!

~

domingo, 13 de agosto de 2017

Viaje en el tiempo



Viajar en el tiempo es tal vez la más recurrente idea de la ciencia ficción. Algunos piensan en viajar al futuro, la mayoría, otros sueñan con trasladarse al pasado, y así, cada autor se imagina diferentes situaciones y aunque no todos logran ser originales ni convincentes, hay varios que sí lo han conseguido.
El mérito de Herbert George Wells es haber sido uno de los pioneros en el tema, si no el primero, con su libro La Máquina del Tiempo, The Time Machine, llevada al cine con bastante fidelidad en el año 1960. La película protagonizada por Rod Taylor fue una de las más impactantes de esa época, aunque los efectos especiales eran pocos y rudimentarios, la ingenuidad del espectador suplía con creces esas deficiencias. El cine antiguo tenía una profundidad que no logran los filmes nuevos; a pesar de tanta tecnología disponible, pocas veces pasan de lo meramente visual; o tal vez se deba a que el público, más acostumbrado al cine, ya no es inocente como el de antes.

Si pudiera realizarse, mi viaje en el tiempo sería al pasado, al menos eso fue lo que siempre quise, soñaba con aparecer en el imperio incaico antes de la llegada de Cristóbal Colón y Francisco Pizarro, y advertir a los incas del inminente peligro, convencerlos de que era necesario un entrenamiento adecuado, una estrategia y tácticas a la altura de lo que les esperaba. Contarles los miedos y debilidades que tenían los conquistadores, sus atroces intenciones, las mentiras que les vendrían a contar.
Imaginaba un triunfo del Incanato sobre los aventureros españoles, aquellos apoyados por todos los otros pueblos, idílica unión de aborígenes contra invasores, unión que no se dio y que no se ha dado ni se dará nunca, tal como lo estamos viendo, sobre todo en estos días. Abundan los Felipillos, los Martín Lengua, las Malinches...  No... está muy difícil, mejor cambio de tiempo.

Voy al año 32 de esta era y me encuentro con Jesús y sus doce apóstoles, conmigo serían trece porque de alguna forma me uniría al grupo, y como Jesús era tan buena gente, no me iba a botar. Con Él seríamos catorce en la mesa para ahuyentar la mala suerte. Y ¿para qué? si su misión estaba decidida de antemano... tal vez trataría e convencer a Judas de que no joda, pero sería inútil... la crucifixión estaba decidida.


A 1912, a ver si de alguna forma evitaba la desgracia del transatlántico Titanic... difícil, se les decía y no te hacían caso; o a 1816 para tratar de hacer lo mismo con la famosa embarcación francesa, una fragata llamada La Medusa, que encalló por irresponsabilidad de su capitán y generó una de las tragedias marítimas más horrorosas de todos los tiempos, con desesperación, asesinatos, canibalismo y locura. Pensándolo bien, como no me iban a dar ni una pizca de atención, lo de los barcos ya no me importa tanto, total... ya pasó.


No creo que se pueda hacer nada. Quien sabe si el viaje en sí mismo sería la parte menos complicada del problema (se dice que teóricamente es posible pero no se sabe ni por dónde empezar) porque convencer a la gente de lo que le conviene siempre será la tarea más ardua. No se necesitaría viajar en el tiempo. Imagínense que aparezca un hombre del futuro trayendo un mensaje urgente e importante para salvar el planeta: Dejen de contaminar - nos diría - dejen de desperdiciar lo que la tierra da porque luego les va a faltar, dejen de fabricar armas de todas clases, grandes y chicas - seguro que le haríamos caso...  lo recibiríamos con toda seriedad y comenzaríamos de inmediato a planificar el futuro como debe ser, total, tecnología tenemos de sobra.
¡Pero no! Nadie le daría bola, y es más, se burlarían de él antes de eliminarlo de la forma menos comprometedora, para evitar cualquier reacción a favor de sus ideas. ¿Cómo? - Tal como vienen haciéndolo desde hace mucho tiempo: con la distracción y la mentira, dos poderosas armas que dan muy buenos resultados, si no me creen, vean cómo estamos.


No hace falta viajar al futuro para ver en qué terminaremos. Ni para convencernos que no hay remedio mientras sigamos siendo tan necios.



Viajar en el tiempo

 
¿Quiere viajar en el tiempo?
Pase usted y tome asiento
que aquí le voy a mostrar
lo que no pensó encontrar;

para ver la edad de piedra
no hace falta caminar
largo trecho y observar
a unos pobres come... hierba,

nada tienen, nada saben,
la esperanza ni ha nacido
en su rincón renegrido
donde su miseria cabe;

estás, sin ninguna duda,
en la misma pre-historia,
a ver, cúbrete de gloria
obsequiándoles tu ayuda.
~



¿No te gusta? - no hay problema,
tal vez en la edad antigua,
tan humilde y hasta exigua
puedas cambiar el sistema;

tú, muy culto y preparado
junto a esos ignorantes
será difícil que aguantes
y hasta serás torturado.
~



Vayamos a la edad media,
llamada el oscurantismo,
y verás que hoy es lo mismo:
como una tragicomedia...

creen cosas imposibles,
aceptan estupideces,
bastante se nos parecen
esos pobres infelices,

a ellos se les disculpa
por su vida tan precaria,
mas nuestra era binaria
un agravante resulta.
~



Después, en la edad moderna,
un hermoso despertar
que nos viene a iluminar
con su conclusión fraterna,

que solo fue blablablá,
pues si a criticar atinas
te aplican la guillotina
como a cualquier contumaz,

no consiguió la igualdad
la gala revolución,
porque ciega a la razón
la esclavitud siguió igual,
~



Y llegamos a la nuestra
que es la edad contemporánea,
el nombre no dice nada
más que es actual y que apesta,

habrá de ser re nombrada
desde otra perspectiva,
tal vez edad destructiva,
del absurdo o de la nada.

Ya ves temporal viajero,
todo esfuerzo será inútil,
encadenado a lo fútil
esperar en paz prefiero.
~
  • Prehistoria desde la existencia del hombre hasta invención de la escritura (o las primeras civilizaciones): 3300 A. C.
  • Edad Antigua hasta 476, caída del Imperio Romano de Occidente.
  • Edad Media hasta 1453, caída del Imperio Romano de Oriente.
  • Edad Moderna hasta 1789, comienzo de la Revolución Francesa.
  • Edad Contemporánea desde 1789. 


domingo, 6 de agosto de 2017

Preludio, acercamiento, Introducción, desarrollo, conclusión y retirada.


El maestro



(Fragmento de "Manual para Manuel", obra inédita inconclusa; en perenne preparación.)


Preludio.

Es lo que acontece antes, porque si fuera después se llamaría final, conclusión o epílogo. El preludio puede ser cualquier cosa, desde ceder el lugar en la fila hasta dar un pisotón en un delicado pie, pasando por todas las circunstancias que se les ocurra. Algunos preludios pueden ser catastróficos, pareciendo que no llevarán a nada bueno, y sin embargo, encauzando los acontecimientos, pueden llegar a buen puerto; y viceversa, un buen inicio puede transformarse en un desastre si no se sabe acomodar los tiempos y las cosas. Las cosas se verán después, a su debido tiempo, y los tiempos serán desarrollados de acuerdo a las dimensiones y comportamiento de la cosa (o cosas).

Acercamiento.

Es indudable que si pretendemos una introducción, la distancia hasta el objetivo debe ser recorrida y transitada; esto será así hasta que se invente el tele-transportador o la cosa portátil, que ya hay pero no sustituye a la natural. Por lo cual no será posible ninguna introducción si se está lejos o separado del objeto, lugar o elemento a ser tratado. Acércate pues Manuel, con optimismo contagioso (el optimismo debe ser lo único contagioso en estos casos), tratando de transmitir tu alborozo y tu buena disposición a la parte complementaria. Notarás, Manuel, que no digo parte contraria ni contraparte: hazlo con alegría, Manuel. Entonces el acercamiento es justamente éso: acercarse.

Introducción.

(Falta un fragmento) ...te decía Manuel, que la introducción debe ser ingeniosa, fina; en lo posible estructurada especialmente para la persona a la cual dedicas tu esmero. No seas serial, no se trata de meter por meter... el tema, hay que lograr que quien lo reciba sepa apreciarlo, ansíe tenerlo y degustarlo, en pocas palabras, que quiera que estés y continúes estando.

Desarrollo.

El desarrollo es sin duda la parte más importante del asunto, es allí donde mostrarás tu valor y tu valer, donde se verá qué tan merecedor eres de que se continúe aceptando tu obsequio y que seas apreciado posteriormente y hasta, por qué no, solicitado repetidas veces. Esfuérzate, Manuel, hazlo con ganas.

Conclusión.

La conclusión, aunque pueda parecer contradictorio, no es necesariamente el final de tu labor; no se concluye así como así, no, Manuel, la conclusión es todo un arte, se debe llegar a ella en el momento preciso, ni antes ni después; no antes porque faltará desarrollo, obviamente, y no se aprovechará en su totalidad lo que apresuradamente dedicas; tampoco después, porque si ya está lograda la meta propuesta, es de mal gusto insistir en lo que ya a nadie importa. Concluye pues, sabiamente, en el preciso momento. La conclusión es justamente el clímax de tu esfuerzo, y si la haces en el momento justo, serás merecedor de todos los halagos, no así si concluyes fuera de tiempo; ni qué decir fuera de lugar (salvo previo acuerdo); en ese caso serás merecedor de abundantes y odiosos adjetivos.

Retirada.

Y por último, la retirada. No es tampoco cualquier cosa, hay que tener bastante cuidado para no echar a perder una faena impecable solamente por no saber retirarse con elegancia, con gracia y con delicadeza. Exactamente es así como se sale; pensando que tal vez puedas, quieras o tengas que regresar; y no diré que es solo como se extrae aquello sino como se retira uno del escenario; como ves, Manuel, sacar y salir, aunque se confunden, no son sinónimos, nunca lo fueron y nadie dijo que lo fueran; se prudente entonces, y asegúrate de apartarlo correctamente y retirarte en consecuencia, cuando y como corresponda. Tampoco esperes que te boten.




Dos Sonetos completos



I
Con tanto afán te lo explico
esperando que lo logres,
no creo que lo malogres
después de lo que te he dicho:

sigue nomás derechito
los consejos de esta hoja
y verás, oh paradoja,
que al final queda marchito.

Pero no será un fracaso
ni faltará mano de obra,
aunque sea un bien escaso,

ahorra lo que hoy te sobra
y no te hagas el payaso,
que al final, todo se cobra.



II
Esmérate pues Manuel,
para eso está el manual,
y no seas animal:
escoge bien el motel;

porque si una garrapata,
piojo, liendre o jarachupa
se te suben por la grupa,
habrás metido la pata;

deberás ser cuidadoso,
sin llegar a los extremos
que son siempre molestosos;

por eso no nos burlemos
de ningún menesteroso,
que el mismo riesgo corremos.
 ~