domingo, 7 de febrero de 2016

Cara de circunstancias

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La cara... la cara es por lo general la parte más visible y característica de la persona, claro que no siempre porque como en todas las cosas hay excepciones, por ejemplo Lucrecia. Lucrecia es más conocida por aquella otra parte que queda más o menos en posición opuesta a ésta, a la cara, que de éso estamos hablando y no se vayan por las ramas de la "maliciocidad", palabra que no existe pero que todos saben a qué me refiero.
Decía que la cara es nuestra tarjeta de presentación, algunas veces es un tarjetón, otra veces una tarjetita, a veces un tarjetazo, pero siempre es lo que llevamos por delante, a no ser que uno camine para atrás.

Ya he tratado antes de la Cara de Hereje, también de la Cara de Perro en dos ocasiones: una y dos , estudios que han abierto la polémica y ensanchado la posibilidad de discusión acerca de tan urgentes como importantes temáticas dejadas de lado por los estudiosos faciales serios, hasta mi modesta incursión en el voluminoso asunto, de la cara, se entiende, olvídense ya de Lucrecia, por favor!

Caras hay muchas, tantas como individuos, pero para poder manejar esa enormidad (no la de Lucrecia) recurrimos a la clasificación, o sea, cara de ésto o lo otro. Observando el diccionario*, que siempre ayuda, tenemos algunas orientaciones básicas pero que no abarcan todas las posibilidades, para éso estamos ustedes y yo, para enriquecer el inventario.
Lo más fácil de encontrar:

Cara de hereje
Cara de perro
Cara de circunstancias
Cara de pocos amigos
Cara larga
Cara de culo
Cara de palo
Cara de piedra
etc.

En realidad, podemos alargar la lista sin límites y sin más frenos que los que nos imponga nuestra imaginación, o la falta de ella, de la imaginación... ¡Dejen en paz a Lucrecia!

Cara de platanazo, cara de melón, cara de coliflor, cara de rabanito, serían ejemplos de caras frutihortícolas.

Cara de pendejo, cara de sapo, cara de menso o cara de pelotudo serían ejemplos de variantes de tipo caracterológico, otra palabra que no sólo se entiende sino que además existe.

Cara de Mula, cara de caballo, cara de víbora y la conocida cara de perro pertenecen a la sección zoológica de la clasificación.

Cara de verruga, cara de zapato y cara de suegra pertenecen a todas luces a diferentes apartados, pero van juntos aquí porque acabo de verlos sentados en la cafetería, como ya es su costumbre, hablando mal de la gente... al verme cambiaron los tres a cara de culo...  lo cual me hizo pensar en la enorme variedad de posibilidades que pueden derivar de este interesante tratado.

Ya algunos deben estar poniendo cara de cangrejo, y otras cara de molleja, no importa, continúo implacable con el presente mamotreto ensayo.


La cara de circunstancias.


Es una de las caras más difíciles de lograr en su estado puro, porque se puede confundir muy fácilmente con la cara de menso, que le queda cerca, y lo paradójico de esta cara es que si la logras has fracasado - ¿Cómo es éso? - Pues, según la definición de la misma ¡no de Lucrecia, por favor! de la cara de circunstancias: es el gesto de seriedad o tristeza fingidas para estar acorde con la situación o circunstancia. O sea que si no estás fingiendo, si tu seriedad o tu dolor son auténticos, no tienes cara de circunstancias sino de lo que tú digas, que al final la cara es tuya, aunque casi nadie sabe con certeza qué cara tiene; ése ya sería tema para otro tratado que quedaría pendiente... al igual que Lucrecia, que todavía no he terminado de hacerle el trabajo.

La risa involuntaria es la peor enemiga de esta cara, porque si tienes que fingir es porque no te importa un rábano lo que está pasando, y es en esos momentos de nerviosismo, cuando sientes que la carcajada reprimida te hace temblar los labios, recurres al disimulo del llanto contenido, o a la "inoportuna" tos, para de alguna manera hacer salir parte del demonio de la risa y poder mantener a raya lo que queda. Suele pasar en museos, seminarios o durante la misa, cuando más solemne y más cerca estás de la gente "importante", te agarra con más ganas; me ha sucedido muchas veces y por éso mismo ya no voy a misa, para no aguarles la fiesta de oración a los demás prójimos que, si se dan cuenta, pasarían muy pronto de la santa beatitud al odio descarado. Y no hay peor odio que el odio del creyente... aunque no lo crean ustedes, ni ellos; y no tengo ganas de morir en la hoguera porque me sofoca el calor.

No está agotado el tema, hay mucho más, yo sólo dejo abierto el camino para los que vendrán después, lo que no es tirar la piedra y esconder la mano, sino más bien, abrir la puerta y dejar pasar, como siempre: caballero.


Cara de Circunstancias



Parado allí, en la solemne misa
que se celebra de manera especial,
moderación que aplaca cualquier prisa
en el silencio pesado y proverbial,
incienso que me llega con la brisa
de ceremonia periódica y ritual,
en dispar mezcolanza reunidos:
creyentes, titubeantes, descreídos.

Dos filas por delante hacia la izquierda
vislumbro una silueta alucinante,
un pedazo me tienta que lo muerda
y un vitral la refleja por delante;
compórtate, me digo, y a la fuerza
me quedo allí parado muy campante,
más su aspecto generoso me es fatal:
me gustaría ponerla horizontal.

De reojo estudio el campo de la acción
que proyecto con audacia elaborar,
se revela su soltera condición:
no hay marido que la pueda manejar;
y aunque yo no estoy dispuesto al papelón
veo a varios que la quieren abordar;
necesito de la astucia de un ratón
y también la valentía del león.

No pretendo darme aires de bacán,
pero sólo de verla ya me crece
el ánimo que me impulsa en el afán
de pararme a su lado y ver qué ofrece.
- Permiso por favor...  muchos están
bien sentados, contentos de su suerte,
avanzo con esfuerzo y contorsiones
deseando que su sitio no abandone.

Aquí estoy, voy a poner la cara
que se lleva en esta circunstancia,
ya siento que hasta el pulso se me para
mientras voy acortando la distancia;
el cuerpo y el espíritu preparan
la estrategia para ganar confianza,
accede a darme el nombre que es Lucrecia...
su góndola parece de Venecia.

Los ojos me traicionan, ya no hay caso,
mis íntimos deseos se delatan;
Lucrecia que no es tonta me hecha el lazo
y yo feliz de ver como me atrapa.
¡Pensaba que iba a darle yo el zarpazo
y es la moza la que se me adelanta!
se me acerca y siento que se engrapa,
es tan fácil que ya parece trampa.

Lucrecia tiene cara de bandida
y yo cambio a cara de chorizo
incitándola a ser más atrevida
y en seguida les cuento lo que hizo:
salió con un andar que no se olvida
y ya poco me importó el bautizo,
poniendo mi mejor cara de suela
ante la multitud la seguí afuera.

Es entonces que puso cada cara
que me inspiró a hacer este trabajo,
dependiendo de dónde la tocara,
palpando lo de arriba o lo de abajo;
pero no permitió que retratara
escenas que enriquezcan el legajo,
así Lucrecia se cruzó en mi vida
y es la causante de que ésto escriba.
~


cara de circunstancias Gesto de tristeza o seriedad fingidas, para estar acorde con la situación: ahora no pongas cara de circunstancias, que ya sabemos quién lo ha hecho. 
cara de perro col. Gesto de mal humor o de reprobación: cada vez que pierde su equipo se le queda cara de perro. 
cara de pocos amigos col. Gesto antipático y desagradable: tiene cara de pocos amigos, siempre con el ceño fruncido. 
cara larga col. Gesto triste y contrariado: basta de caras largas que ya no tiene remedio.

4 comentarios:

  1. Ja,ja,ja, Ricardo no puedes con tu genio, eso mismo eres tú, muy muy buena cara, bien condimentada y simpática, te felicito

    Fernando Atala

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  2. Gracias, casi siempre eres el único que comenta... lo cual no quiere decir que nadie más lea... ¿O si?

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  3. Fernando no es el único, "primo" Ricardo, me he tomado la libertad de reenviar tus "muchas tazas de café" a mis amigos que no son pocos, siento que lo disfrutan pues, personalmente, me hacen buenos comentarios. les gusta tu desenfado y pícara redacción, los temas son los propios de nuestras vivencias, los que los hacen casi personales del lector

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    1. Muchas gracias, Luis, que gran satisfacción saber lo que me dices. Abrazos para ti y para todos ellos. (Y ellas, si las hay).

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