domingo, 8 de diciembre de 2019

Los cuernos: ni se ven ni están


Arthur Schopenhauer, filósofo alemán. 1788-1860


No es necesario ser torero o trabajar con ganado vacuno para correr el riesgo de una cornada, al menos eso dicen por allí, y como ejemplo ponen a un sujeto que dicen fue corneado camino al mercado, y no por algún vacuno vivo o muerto, es más: el fulano ni siquiera estaba presente en el lugar cuando sucedió el hecho, que no fue ningún accidente sino que fue planeado y premeditado en sus más mínimos detalles por la ejecutora y su cómplice o co-ejecutor, o sea el co-jedor.

- Ah... ¿Entonces fue con alevosía?

- Y también con preservativo.

Esto último porque es mejor evitar complicaciones en lo ya de por sí complicado. Además es muy buena... por eso hace lo que hace y le hacen lo que le hacen, de tan buena que es; cuando quiere, porque si no quiere, no quiere, y mejor no insista porque eso ya no sería corneada sino violación, lo cual no se lo aguanta nadie. 

Normalmente el corneado suele encontrarse lejos del lugar de los hechos, digamos que lejos de la corrida, faena o fiesta taurina, al menos eso es lo que esperan y calculan los confabulados en la ejecución, salvo casos especiales de depravados que disfrutan viendo y/o haciendo la labor con testigos, depende de que lado esté uno y la otra, y no me hagan explicar lo que ya todos saben... ¡mañosos, sinvergüenzas, eso es lo que son, porque sino estarían leyendo cosas más decentes y no esto!

Pero esta vez, como algunas otras, resulta que opino de forma diferente al tradicional enfoque de la cuestión que nos ocupa, y aunque felizmente no tengo experiencia personal en cornadas (salvo algún desliz insignificante) o al menos eso creo, aunque dicen que el corneado por lo general ignora su condición y es el último en enterarse, lo cual deviene en una justa y merecida bendición mientras se mantiene en ese estado de gracia, me opongo a vituperar o agraviar al bendecido, porque lo que haga una (dama) con su organismo, especialmente con ciertas partes del mismo, no tendría por qué afectar el honor de un sujeto que si alguna vez estuvo allí y lo usufructuó, ya no está, por lo menos no en el mismo instante, porque así como dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio en determinado momento, tampoco dos de esas no pueden encontrarse juntas en el mismo lugar.... aunque hay otro lugar y sabiendo acomodarse... dirán los más depravados, pero ¡basta! esto se pone insostenible, no quiero decir cosas de las que luego nos vamos a arrepentir, yo de escribirlas y ustedes de imaginarlas, porque quiero dejar constancia de que yo no he dicho nada.

A continuación, mis argumentos contrarios a que alguien se ofenda o sea ofendido por causa de una grandiosa aunque imaginaria cornucopia.


¡Qué cuernos son esos!

(Cuartetos no corneados)

Me encuentro pensando en el drama eterno,
cuestión de mujeres, faldas y calzones,
sin buscarlas mucho encontré razones
que pueden librarnos del falso criterio.

No es necesario decírselo a aquel,
basta que lo ponga aquí en el papel...
(bueno, no es papel, es el monitor
o cualquier pantalla que tenga el lector.)

Me permito usar lenguaje desnudo,
decirle de frente: no sea cojudo,
la señora suya cuando va al mercado,
murmura la gente, lo deja corneado.

No se ponga triste, usted no es venado,
se mira al espejo y no hay cornamenta
pues son tonterías que la gente inventa,
de ninguna forma puede hacerle daño.

Lo de su señora, eso no es invento,
la han visto, sentido, oído y grabado,
el invento es que eso le haya causado
a usted el efecto de óseo crecimiento:

mire su cabeza, ya vio que no hay nada;
quédese tranquilo señor, que su fama
en nada depende de una casquivana,
de cómo le guste ni con quién lo haga.

Se ve que la gente no sabe lo que habla,
repite sin tino todo lo que escucha,
pues su dignidad no está en una ch_cha
y aunque otro se meta su honor no se daña.

Libérese amigo, son todas iguales
el que tiene a una ya las tiene a todas,
esa es la verdad, que a algunas les joda,
ya depende a cuántas, a quiénes y a cuáles.
~

1 comentario:

  1. Ja ja ja, de nuevo con sal y pimienta, me ha gustado, no la cornamenta sino la introducción (y sin preservativo así nomás a lo bruto), la mejor comprobación de no tener cornamenta es ver en el auto tu sitio, si no hay arañazos en el techo, no hay problema. Muy buena Ricardo


    Fernando Atala Schaefer

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