domingo, 30 de junio de 2019

Respetar a la muerte


Así como la arena , solo cambiamos de  lugar.

Se habla y se escucha siempre acerca de respetar a la muerte, mostramos una consideración especial a quienes han pasado "a mejor vida" y no solo eso, a veces hasta exageramos lo bueno intentando ocultar lo malo del nuevo occiso, como si la condición de muerto lo llevara a un nivel aparte, separado ya del bien y del mal. Y está bueno que así sea, porque al menos demostramos alguna caballerosidad con quien ya no está acá para defenderse y hacerse respetar.
Pero todo tiene su límite y sus excepciones, y esto se ve especialmente si se trata de un personaje público, histórico, importante de alguna manera, sea por bien o por mal.
Hay casos en que olvidar ciertas características, acciones u omisiones del muerto sería un despropósito y hasta una afrenta contra la historia y hacia los que vienen atrás.

La muerte en sí no necesita que se la respete o no, eso está por encima de nuestras posibilidades, lo que se discute es respetar la condición de los muertos puntuales, tales o cuales muertos.

Hay muertos que se utilizan desvergonzadamente para recibir indemnizaciones y/o para justificar acciones que de otra manera serían fuertemente condenadas, no importando que sean reales o ficticios los números y las condiciones de esos muertos, en algunos casos parece que basta con poner cara de compungido y ofenderse si alguien pregunta o reclama algo. - ¡Cómo se va a fijar en esos detalles! ¿Respete el dolor oiga usted, respete a los deudos! nos sueltan ofendidos mientras siguen usufructuando los beneficios de alguna mortandad real o imaginaria.

Otros son muertos convertidos en héroes por conveniencia de quienes han quedado todavía de este lado de la línea, y a quienes conviene tener un mártir, un héroe o un ejemplo que se pueda manejar para obtener mejores resultados que si se prescindiera de ese elemento sobrenatural. Muchos personajes hay que vivos, estorban, pero muertos tienen mucha utilidad y por lo mismo se usufructúan... !y cómo!

Lo bueno es que los muertos ya no hablan ni reclaman nada, por eso basta que los de este lado nos pongamos de acuerdo si lo vamos a considerar un héroe o un villano, y listo. Así tenemos un Hitler, no solo malo sino que es el sumun de la maldad, más que el mismo Calígula o Nerón, porque esos están como muy lejanos en el tiempo; un Sadam, muy malo; un Juan Pablo II, bueno... un Ratzinger que está vivo pero nadie recuerda porque con esa cara de loco no se explica cómo llegó a Papa, y así hasta donde se quiera hacer la lista de unos y otros; pero a veces las circunstancias hacen que alguno de esos que ya no están, cambie de lado: por ejemplo, recientemente se pone en duda la cualidad heroica de Simón Bolívar porque de carambola se quiere atacar a quienes se dicen sus principales seguidores, entonces se acuerdan de sus supuestas "maldades", como por ejemplo haber "robado" un gran territorio a Perú para crear otro estado, Bolivia, que hasta en su nombre delata la soberbia pecaminosa del antes loado libertador. Bolivia lo ama, seguramente, y yo me pregunto si hubiéramos podido controlar tan grande territorio cuando con lo que tenemos hoy no podemos, ejemplo: VRAEM, donde es más fácil traficar drogas que en Bolivia, y eso que ellos no cuentan (como nosotros) con la "ayuda" de la DEA, expulsada hace varios años, aún antes que Mc Donald´s se fuera de motu proprio... me estoy desviando, pero es que una cosa cosa trae la otra y así se aprovecha para mencionar aspectos importantes no siempre bien conocidos.

Así pues, los Panteones con sus ilustres muertos no están tan muertos como pueden creer los más ilusos, están bien vivos, gracias a los más vivos, y en continua transformación. Otro ejemplo: Cristóbal Colón, Almirante de la Mar Océano, loado y agasajado con estatuas y monumentos a ambos lados del Atlántico; océano que lo vio, o lo percibió, ir y venir varias veces; ha visto decaer su prestigio casi hasta convertirse en un odiado criminal asesino de indígenas que ni siquiera descubrió nada porque resulta que los de este lado ya estábamos descubiertos.

De muertos y vivos está hecha la historia, acomódese cada cual donde pueda y quiera, no importa mucho, porque la posteridad, al final, será la que lo ubique no donde corresponde sino donde conviene. Es triste, pero es verdad, y con nuestro afán de simplificar las cosas para poder clasificarlas mejor, hacemos más improbable aún que haya mayor justicia para los que se han ido.

Si apenas podemos mantenernos a flote los que estamos vivos, quién se va a poner a pensar en los muertos, apenas unos pocos, tal vez desorientados, como quien esto escribe y aquellos que hasta aquí llegaron en la lectura.
Se agradece la compañía.
 ~

3 comentarios:

  1. Y ¿No hay soneto? Lo extrañaré...
    Mas me acordé de Gustavo Adolfo:
    “No son los muertos los que en dulce calma,
    la paz disfrutan de su tumba fría,
    muertos son los que tienen muerta el alma...
    Y viven todavía”

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  2. Ricardo, me sumo a lo dicho por Ana María Cáceres, mientras tanto, dejemos vivir en paz a los muertos.

    Fernando Atala Schaefer
    DNI 08804201

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  3. Es un consuelo estar muerto, ya que los muertos nunca llevan billetera

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