martes, 23 de octubre de 2018

Brasil: La vuelta a Canudos


Antonio Consejero y su gente


Hacia finales del siglo XIX sucedió algo asombroso y extraño en Brasil: un grupo compuesto en su mayoría por pobres mendigos humildes y sin esperanza, comenzaron a seguir a un individuo extravagante, un supuesto iluminado, un asceta religioso extremista llamado Antonio Conselheiro (consejero), que andaba de pueblo en pueblo del árido nordeste, haciendo humildes pero necesarios trabajos como limpiar los cementerios, arreglar las capillas e iglesias y cosas por el estilo. A los curas no les hacía ninguna gracia el flaco y austero peregrino, los incomodaba porque revelaba el rotundo contraste con la buena vida que ellos se daban, pero evitaban mayores enfrentamientos con él porque la gente humilde lo consideraba un santo. Más adelante fundaron un pueblo que creció desordenadamente bajo el mando del personaje mencionado y sus incondicionales ayudantes.

La historia es sorprendente, mezcla lo místico y lo material observada con la lupa científica de la ilustración decimonónica, y en algunos episodios casi roza lo sobrenatural; la principal fuente acerca de estos hechos, aunque no la única, es el relato de Euclides Da Cunha, testigo presencial de gran parte de los acontecimientos, ingeniero, topógrafo, periodista... la obra se titula "Los sertones" (Os sertoes, en portugués) y es uno de los libros más importantes de la historia reciente de ese país, aunque, como dice Walnice Noguerira Galvao, socióloga, ensayista y crítica literaria brasileña, autora del prólogo de la más conocida edición:

"Aún hoy, este libro difícil, muy comprado y poco leído, figura obligatoriamente en los estantes de los hogares brasi­leños medianamente cultivados. La mayoría de sus poseedores ni sabe qué hay dentro del libro, pero sabe que debe enorgullecerse de él."

En realidad, no hay mucho de lo que puedan estar orgullosos, yo diría que es al contrario porque no muestra una nación con solidez política, ni inteligencia oficial ni mucha organización ni preparación en la mayoría de los jefes y oficiales del ejército y de los políticos, aunque sí unos pocos casos de heroísmo, aunque desgraciadamente inútiles. El libro presenta una nación confundida ante hechos que no consigue comprender ni interpretar con claridad, debido al desconocimiento de gran parte de su propio territorio y de la idiosincrasia de sus pobladores.

En esta historia se basó el peruano Mario Vargas Llosa para escribir su novela "La guerra del fin del mundo", un apasionante argumento, hábilmente escrito, tenía que producir un libro bastante bueno.

No les voy a contar la historia completa pero sí trataré de hacer una síntesis, a los amantes de las letras y las curiosidades, en este caso psico-socio políticas, recomiendo la lectura de ambos libros: el de Euclides Da Cunha, un informe completo de lo sucedido, con críticas y explicaciones que destilan horror y angustia, y el de Vargas Llosa, una de sus mejores novelas.

Volviendo a la historia: como ya dije, el Consejero llega a tener tantos seguidores que terminan por fundar su propio pueblo, al que llamaron Canudos por unas cañas de ese nombre que crecían a las orillas de un río que pasaba cerca, cuando no había sequía porque en ese caso el río desaparecía, se llamaba Vassa Barris, algo así como arrastra barro.
Pero Canudos no era cualquier pueblo, era el lugar donde esperarían el fin del mundo, porque Antonio Consejero había profetizado que la humanidad, o al menos su mundo que era el Brasil, acabaría ese mismo fin de siglo y no llegaría al año 1,900. Lo sabía porque el anticristo había llegado y se había instalado en el país: era la república, que suplantaba el matrimonio religioso por el simple contrato civil y le quitaba a la iglesia la jurisdicción sobre los cementerios, que pasaban a ser municipales. Era el colmo de la herejía, o más bien del ateísmo. Además pretendía cobrar impuestos a esa gente siempre necesitada, lo cual era una horrorosa muestra de injusticia y de abuso. Precisamente por eso, por negarse a reconocerle el derecho a cobrar impuestos, comenzó lo que luego sería una declarada rebelión contra el gobierno.

El Brasil pasó a ser república de manera pacífica en 1889, y estos pobres desorientados de los que trata "Los sertones" no podían imaginar que algo bueno viniera de eso, creían que era mejor la monarquía, pensaban sinceramente que el Rey Don Sabastián, (aunque fallecido en una batalla contra los moros en el siglo XVI) regresaría milagrosamente porque había sido elegido por Dios para gobernar el reino de Portugal, y por qué no también el brasil, y sin haberlo visto nunca, y sin importar los desajustes de tiempo y espacio, lo amaban y creían en su innata bondad, agregado a este sentimiento tenían la certeza que la república era una creación del demonio, también conocido en el lenguaje del día a día como el Cao, el perro. 

Los rudos poetas del sertón componían versos donde explicaban las razones y las creencias que tenían para la santa rebelión, copio algunos de ellos en portugués original:


"O Anti-Cristo nasceu
para o Brazil governar
mas ahi está o Conselheiro
para delle nos livrar"

"Visita nos vam fazer
nosso rei Dom Sebastiao
coitado daquelle pobre
que estiver no lei do Cao"
~

Traducción:

“El Anticristo nació
para el Brasil gobernar,
pero ahí está el 'Conselheiro'
para de él nos librar”.

“Visita nos viene a hacer,
nuestro rey don Sebastián,
que pena de aquellos pobres
que estén con la ley del can”.
~

Dios acabaría con ese reinado diabólico y enviaría al noble rey y al Buen Jesús a rescatarlos de las garras del mal y los llevaría al cielo poco antes del final. Todos los demás, los que no estuvieran en ese suelo sagrado que era Canudos, perecerían.

Eran unos pobres harapientos, ignorantes casi muertos de hambre, defendiendo con sus vidas y sin entenderlo, a la monarquía ya extinguida, pretendían un retroceso histórico, que vuelva el Rey, o la muerte, antes que aceptar un gobierno del infierno.

Nadie trató de explicarles nada, nadie vio el verdadero peligro que significaban y solamente se les ocurrió someterlos por la fuerza de las armas, primero un pequeño grupo de soldados fue rechazado por los zarrapastrosos que los hicieron correr, se aumentó la cantidad de tropas para acabar con ellos y así, compañía tras compañía y batallón tras batallón iban siendo vencidos, hasta que el ejército completo casi fue derrotado por esos pobres, por el clima, por la improvisación y por la desorganización del estado.
El gobierno terminó por verlos como unos peligrosos monárquicos que posiblemente recibían ayuda externa de gobiernos europeos interesados en acabar con la república. El desconocimiento de lo que realmente pasaba en esa región apartada, aunque no tan lejana, a la que les costaba mucho esfuerzo llegar, hizo que el supuesto peligro se agigantara en la imaginación colectiva que no creía que se tratara de un pequeño grupo aislado.
Ganaron, pero con las justas y a costa de un elevado precio. Al cuerpo sin vida de Antonio Consejero lo decapitaron y se llevaron la cabeza en una caja para estudiarla y mostrarla a los civilizados ciudadanos de la república.
En la fotografía se muestra la cabeza momificada puesta sobre una armazón para simular el cuerpo.


Cabeza de Antonio Consejero



¿Qué pasó esa vez?
La gente no entendía lo que pasaba en la realidad, se habían inventado su propio y fatal destino y creían en él pase lo que pase, y estaban dispuestos a dar la vida en ese loco salto hacia el pasado que ellos creían que era lo correcto.

¿Qué pasa ahora?
La gente no entiende lo que pasa en la realidad, se han inventado su propio y fatal destino y creen en él pase lo que pase, y están dispuestos a dar la vida en ese loco salto hacia el pasado que ellos creen que es lo correcto.

No soy un especialista ni excelso analista político, pero lo que está pasando en Brasil y se decide el próximo domingo 28 se puede expresar con las mismas palabras que usamos para describir lo que pasó hace más de cien años. Se pretende dar un salto atrás, una vuelta al pasado, hay quienes extrañan el gobierno militar que surgió de un golpe de estado en 1964 y terminó en los ochenta, que prefieren Orden y Progreso - lema inscrito en la bandera - aunque sea a costa de la libertad y la justicia. Su sentir, más que pensar, es que no hay otro camino para arreglar la tensa situación actual.


Yo me voy de acá  (Cristo del Corcovado)
Luca Garonzi


Salgo de Brasil y hablo de manera general, de todos y cualquier país. Tan mal lo han hecho los gobernantes y los políticos, tanto han robado, culpándose unos a otros sin que haya uno solo que sea honesto, tanto se ha descuidado a la gente, tanto se han beneficiado las empresas globales, tanto se han empobrecido las familias, tanto se ha esparcido la ignorancia, la falta de valores y la violencia, que es normal, era previsible (y por lo mismo ya fue previsto) que la gente prefiera la seguridad a la libertad. Empezó en el primer mundo y ya nos está llegando a nosotros también.

Los que siguieron al Consejero a esperar la muerte y el subsecuente paso al cielo en el andurrial de Canudos, era gente desesperada, sin un futuro claro, ignorantes de lo que estaba pasando en su país y en el mundo.
Los que siguen a Bolsonaro en Brasil y a sus similares en el resto del mundo, son iguales a esos: desesperados, en este caso han perdido la esperanza en la democracia; ignorantes, saben mucho de cualquier cosa pero no saben lo que realmente está pasando en sus países ni en el mundo, pueden ser desempleados, humildes trabajadores o eficientes profesionales, pero en su gran mayoría son poco más que analfabetos políticos. Por eso votan como votan, está a la vista y nadie puede discutirlo. Hablar de ideologías les parece pecaminoso, cuando no lo ven como crimen o directamente como terrorismo.
Ni el mismo Iván Pávlov hubiera imaginado qué efectivo podía resultar su método para adiestrar perros si era aplicado a los humanos.

De las crisis y la desesperanza, de la inseguridad, de la notoria ineficacia del sistema y de la corrupción de quienes ejercen el poder, nacen los extremismos.

No sé, porque no soy profeta, quién ganará las elecciones en Brasil; pero sí sé que el paso ya está dado: si no cambian las cosas, seguiremos entregando la libertad a cambio de seguridad, y al final no tendremos la seguridad ofrecida ni la libertad entregada.

-¿Y no hay poesía?

- Claro que no, la cosa no está para versos.

~

1 comentario:

  1. La Guerra Del Fin Del Mundo de Vargas LLosa, es en escencia casi un calco de lo que originó en parte, Antonio el Consejero, y este en el caso actual de Brasil, se debe a lo que ya mencionaste, la ignorancia y desesperación de los menos favorecidos de aferrarse a una esperanza que los saque de su situación de pobreza, originada por políticos y empresarios sin escrúpulos que se enrriquecen usando a este estrato de gente.

    Por desgracia ahora en el Perú, no tenemos nadie con capacidad, valores y presencia de estadista para ser electo presidente el 2021, ya apareció el trasnochado Antauro Humala, que al parecer tiene muchomarraigo en el sur y a mi manera de ver, aún sin salir electo presidente, puede traer muchos problemas al país.

    No entiendo porque un ex delincuente, preso por asesinato sea permitido postular a la presidencia, esto solo nos pasa acá. Te felicito, muy buen enfoque de la situación brasileña.

    Fernando Atala

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