domingo, 9 de septiembre de 2018

Ya no hay para dónde mirar


Los horribles "hermanitos"


Ya no sé para dónde mirar, por todas partes el horror, la corrupción, la mentira y sobre todo lo que más me alarma: la hipocresía o vacuidad de quienes repiten argumentos hechos a la medida de su conveniencia. Así como en la guerra, también en las redes sociales la primera víctima es la verdad.
No es solamente que mienten, sino que comparten mentiras a sabiendas de ello, o en algunos casos sin importarles verificar lo dicho, porque si les conviene, creen que con darle me gusta o compartir están colaborando para que el embuste sea real, y al final, hasta tienen razón, porque en estos tiempos de realidades virtuales y de opiniones pre fabricadas, lo que importa no son tanto los hechos en sí mismos sino la percepción que se tiene de ellos.
La estupidez y la mentira reinan, no alegremente, sino con todo el odio que genera saber que el otro pueda tergiversar la mentira y hacerla coincidir con la mentira contraria.

- Mentira contra mentira, entonces ¿quién gana?

- Ninguno de ellos, sino los de siempre.

Es porque todo lo que toca este sistema corrupto, que hace rato no es democracia ni república, se transforma en mercancía. Ya no hay honor ni principios, ni siquiera un sospechoso aunque comprensible pragmatismo para lograr fines superiores; no, qué va a ser. Se busca solo lo inmediato, y así, sin mirar más allá de sus narices se sumergen en un lodazal de mierda que todos los involucrados aparentan no ver, porque no les conviene que se vea. Allí es importante la preeminencia de la percepción sobre la realidad.

- Qué hermosa casa, Doctor Huevestroza  ¿Es propia?

- No recuerdo... 

Y el sinvergüenza que escucha sabe que con lo que gana ese deshonesto funcionario se necesitarían treinta años sin comer ni comprar nada para pagar esa propiedad, pero encima se ve que el mencionado hijo de la gran flauta vive con el derroche de un narcotraficante. Es que al final, hasta los "pobres" narcotraficantes terminan trabajando en gran parte para ellos. Para la "justicia", la "ley", la "policía"... todo así en abstracto, mientras hay una sarta de jijunas de carne, hueso y manos largas metidos dentro de cada una de esas instituciones.
Vaya a la mierda. A quién voy a convencer de algo, y además, convencidos o no, igual las cosas no tienen cómo cambiar.

- Qué pesimista está hoy ¿No habrá algo que haga cambiar las cosas?

- Solamente Nibiru, o la voluntad de Dios. Lo malo es que parece que ninguno existe.

Al menos nos queda la esperanza de que algo catastrófico haga remecer los cimientos de este edificio podrido.  Como ven, campea la incredulidad en estos párrafos que impregnados están de decepción, abunda solamente el desconsuelo y, aunque sea sin desearlo, contaminan de pesimismo al buen lector.

- ¿Y a la lectora no?

- El lector incluye a la lectora, así era el idioma, así es y de allí no me muevo.




Los despreciables


Terrible juez Huydestroza
qué cosa más asquerosa
hasta la peor estrofa
al "doctor" le queda floja.

El Cháparry o Chaparrí
se sienta en el pirulí,
a decirlo me atreví
por un gesto que le vi.

La señora Kakasena
es gorda fea y obscena
a todos los envenena
con esa ruindad extrema.

El cojudo del hermano
es de "mátalas callando"
y demasiado le ha inflado
las bolas al soberano.

El chanchazo Ratalán,
injerto de rata y flan,
bajo sus tetas están
los efluvios y el batán.

Qué decir de pepeká,
pues nada, si ya no está;
pero dejó exacerbado
al congreso aborregado.

Habrá muchos que merezcan
que me fije en sus andares
o que les ponga collares
de fierro hasta que perezcan,

paro aquí, y no me agito,
porque ya se me han revuelto
las tripas con ese enredo
de "claro que sí, hermanito".
~

1 comentario:

  1. Estamos viviendo una época de corrupción organizada dentro de los estamentos burocráticos del estado, alimentado por necesidad o el afan desmedido de la empresa privada por hacer dinero fácil, ya sea inflando los presupuestos, creando trabajos adicionales innecesarios y las coimas que inflan estos presupuestos.

    El origen de todo esto está en la calificación de "proveedor del estado", hecho por la entudad que debería velar por la idoneidad de las empresas que aprueba sin sin ninguna responsabilidad en la verificación de su idoneidad tecnico-económica; esta lacra siempre hubo en nuestro medio en pequeña medida, hasta que llegaron empresas extranjeras con amplia experiencia en estos avatares secundadas por algunas nacionales sin escrúpulos.

    Aún tengo la esperanza de ver minimizada esta clase de gente, porque es dificil eliminarlas, si no solo con la pena de muerte.

    Muy sabrosos tu prólogo y tus versos.

    Fernando Atala

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