jueves, 22 de marzo de 2018

Un Señor Presidente (No el nuestro)


Renuncia de un presidente corrupto y timorato: Triste espectáculo


Después de presenciar con lástima, angustia y hasta bochorno lo que hizo el presidente del Perú - tratar de comprar votos o por lo menos abstenciones, seguir sumergido en la corrupción y negociar con delincuentes - nos terminó de avergonzar a todos como nación con su ridícula y nada sincera renuncia; y como retrasado mental o niño inadaptado, pretende culpar a los demás por lo que le corresponde asumir con responsabilidad. Pero de qué estamos hablando, si es este un tiempo de infamias y desvergüenza, es tiempo de mentiras y cinismo, es tiempo de robar y traicionar. Es tiempo de revolcarse en la ignominia y acusar de terrorista o criminal al que se mantiene apartado de la inmundicia. Imaginemos por un momento que se encontrara en estas circunstancias un hombre con algún rastro de honor y decencia, un hombre que haya cometido faltas pero que las reconozca, en fin, un individuo al que no le quede muy grande el término Hombre. Tal vez hubiera sucedido algo como esto:

Se despertó más temprano que de costumbre, y en vez de remolonear en la cama se levantó con una rara energía que no había sentido por lo menos en los últimos treinta o cuarenta años. Tenía un objetivo y quería llevarlo a cabo lo más pronto posible, antes que cualquier circunstancia lo desviara del rumbo. Ahora sí, por fin, sabía para qué había sido elegido; la idea se le presentó claramente la noche anterior, como una revelación - no siempre lo que se piensa de noche es malo - dijo con satisfacción.
Salió hacia Palacio de Gobierno, pensando que esta sería la última vez que haría ese recorrido, al menos en la condición de Presidente de la República; su calle, casi propia, se mostraba desierta porque siempre estaba cerrada al tránsito.

Ya en el despacho presidencial encontró que todo estaba dispuesto como lo había ordenado por teléfono la noche anterior. Los jefes de las Tres Armas estaban allí, y los documentos necesarios para llevar a cabo el plan estaban sobre la gran mesa del escritorio.
El cierre del Congreso -dijo en voz alta - muy bien... firmó con tranquilidad. Mi renuncia a la presidencia - la misma voz firme y tranquila - ... ya está...

- Haga pasar al Presidente de la Corte Suprema.

- Sí Señor, respondió el segundo secretario dirigiéndose a la enorme puerta del despacho.

Se presentó un hombre con cara de haber sido despertado antes de tiempo, algo desorientado, se dirigió al presidente, extrañado por la urgencia del llamado. Fiscales, abogados y secretarios quedaron afuera.

- ¿En qué lo puedo servir, Señor Presidente?

- Acabo de cerrar el Congreso y renunciar al cargo, la renuncia es irrevocable. Estoy a sus órdenes Doctor.

- ¡Qué dice! ¿Y yo ahora qué hago?

- Lléveme a la Base Naval del Callao, Usted sabe que es un buen lugar para personas como yo, ya después se ocupará de las formalidades necesarias. No se ponga nervioso, Doctor, ya dí las órdenes para que el traslado se haga con la máxima seguridad, porque tengo muchas cosas que declarar. Vamos, Señoría, me doy por detenido. El Fiscal General está al tanto de la situación.

- Las cosas no son tan sencillas... balbuceó el magistrado.

- Por eso es que nunca se arregla nada, acabemos con esa mala costumbre, vamos, insisto.

Salieron los dos hombres escoltados por dos docenas de uniformados muy bien formados y armados, se sintió un suspiro de alivio de uno de los dos presidentes que abandonaban la imponente oficina.
Afuera esperaban tres vehículos blindados, todos de iguales características, para que no se sepa en cuál de ellos llevan al detenido. Más allá de las rejas del patio se aglomeraba cada vez más gente, no se escuchaban gritos ni a favor ni en contra, solo se percibía un constante murmullo.
Desde arriba llegaban fuertes sonidos de helicópteros, y potentes faros iluminaban todos los rincones.
Se abrieron los portones ya la caravana salió veloz hacia su destino.
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Tristemente la realidad es más avara y nos priva de personajes heroicos como el que imaginamos en estas líneas. Tampoco nuestro presidente está a la altura ni tiene pasta de honrado y valiente, eso ya lo sabíamos. Perdió su última oportunidad de pasar a la historia como un gran hombre.
R.I.P.

1 comentario:

  1. Para hacer lo que sugieres hay que tener honor, hidalguía y patriotismo, valores que ahora brillan por su ausencia entre nuestros gobernantes, es culpa nuestra haberlos elegido.

    En este día y desde la 1.00 pm aproximadamente, ya tenemos un nuevo presidente, el Ing. Vizcarra, que fuera primer vice presidente, dió su discurso en el congreso, y mi impresión personal es que va a hacer un buen gobierno, se le nota decidido, enérgico, sin ser inflexible y claroy preciso en sus metas.

    Ricardo lee tu correo electrónico ahora.

    Fernando Atala

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