domingo, 9 de julio de 2017

¿Eras tú, Perencejo?


Muppets


 ¡Qué pasó, compadre! No eras tú y por tu culpa me metí en un lío de gran flauta. Te vi venir, eras tú, pensé, porque no puede haber otro individuo con ese aspecto de perro castigado, y claro, me acerqué a saludarte.

- ¡Hola Perencejo! No estás tan mal, te veo bastante recuperado...

- Oiga usted, creo que se equivoca...

- ¡¡¡Ja ja ja!!! ¡Perencejo, como siempre pendejo!

Eras tú Perencejo, esa cara de rata triste no la puede tener otro individuo en este planeta, pero nadie te conoce como yo, cuando se te da por bromear eres único; y ese día andabas con una vieja esperpéntica que no sé dónde sacaste, no pude evitar un comentario, sobre todo cuando el espantajo con botas me dijo, insolente:

- Ya le dijo que se equivoca ¡Deje de molestar!

- La que molesta es usted, caballera - le espeté, y dirigiéndome a ti, Perencejo, festejé mi ocurrencia - ¡Caballera! Ja ja ja ... Perencejo ¿De dónde sacaste esta cosa?

- No le permito...

- ¡Igualito qué antes! ¡ Perencejo, eres inmortal! ¡Ídolo!

Tanto tiempo sin verte, no sabía que habías practicado karate, tae kuon do, o catchascán; pero esa combinación de patada y sopapo que me diste, me desorientó; no sabía lo que hacía cuando te metí el dedo... discúlpame compadre, acá tengo tu ojo de vidrio y quiero devolvértelo cuanto antes porque me está mirando muy feo.
No puede ser, Perencejo, que te aparezcas así como si nada, encarnado en cualquier  tipo que pasa por la calle; en este caso era dentro de un restaurante y me quieren cobrar los platos rotos, esos que terminé rompiendo en tu cabeza, entre broma y broma... ¡cómo te pusiste de furioso! esa faceta de tu personalidad no la conocía.

Bueno, mi todavía estimado amigo, deja de joder metiéndote en el cuerpo de otros, no seas abusivo y la próxima vez por lo menos ponte guantes de boxeo, porque tienes las manos muy duras.

Ah, Perencejo... aunque te escondas en otros tipos siempre serás tú; y hablando de eso, cada vez hay más imitadores tuyos... o será que de viejos todos terminamos pareciéndonos unos a otros ¡No jodas Perencejo, yo no quiero parecerme a ti, ni de vainas!



¡Eras tú, Perencejo!



Perencejo, amigo viejo,
no sé de dónde venías,
pero esa que traías
parecía un queso añejo;

aunque sé que te gustaban
el nabo y los encurtidos
me sorprendió verte altivo
con lo que te acompañaba;

los goznes ya te sonaban
y todo te traqueteaba
¡pero lo que me admiraba
era cómo te jactabas!

- Ya le hice la faena -
comunicaste orgulloso,
prefiero quedar dudoso:
Hay verdades que dan pena.
~

2 comentarios:

  1. EL TIEMPO NOS CAMBIA LA CARA, EL CARACTER Y OTRAS COSAS, Y A VECES NOS JUEGA UNA MALA PASADA, CONFUNDIR A UN DESCONOCIDO CON UN AMIGO AL QUE NO VEMOS DESDE EL COLEGIO, PARECE QUE ESTE ES UN CASO DE ESOS, PERO NO IMPORTA EN TU CASO, EL ASUNTO ES ESCRIBIR, TENER IMAGINACIÓN Y HACERLO BIEN, BUENA RICARDO

    FERNANDO ATALA

    ResponderBorrar
  2. Muy buena y cuasi premonitoria para muchos de los que vamos transitando los setentaycientos ......... El Arte, en cualquiera de sus formas ......un elixir de la vida.

    ResponderBorrar