domingo, 19 de junio de 2016

Fundación de Buenos Aires

El Cabildo. Bs. As. fundado en 1850



Nos cuenta Jorge Luis Borges en este hermoso poema la fundación de Buenos Aires, lo hace desde la visión nostálgica del poeta que ama su ciudad, su barrio, y que le parece mentira que haya tenido un comienzo. Se remonta a enero de 1516, cuando menciona a Juan Díaz de Solís y a su grupo que en realidad no llegaron a fundar nada, él fue matado y devorado por antropófagos del lugar, sólo escapó un grumete, y todos los demás murieron en un naufragio al intentar huir despavoridos del lugar en que había sucedido esa atroz desgracia. Más adelante, en febrero de 1536 se realizó la primera fundación del Puerto de Nuestra Señora Santa María del Buen Aire por Pedro De Mendoza. Durante quince días fueron alimentados él y su gente (eran como mil quinientas personas) por los indios, hasta que éstos se cansaron de mantener a toda esa muchedumbre no invitada y dejaron de proveer los alimentos, luego, ante el reclamo de los extranjeros, los indios que eran más de dos mil, reaccionaron violentamente, ya estaba bueno de tanta comodidad a cambio de nada, los sacaron corriendo bajo una lluvia de flechas y pedradas y quemaron todo lo que habían levantado los fundadores, que aún era muy poca cosa. En esa ocasión los fugitivos conocieron las "boleadoras": piedras atadas con cuerdas hechas de tripas de animales que se enredaban en sus cuerpos y en las patas de los caballos haciéndolos caer. Más adelante los gauchos harían suya esa arma arrojadiza. En esa oportunidad mataron a la mitad de los hombres y esa zona quedó conocida como La Matanza.
En el poema Borges siente a su Buenos Aires como si fuera eterno, sin principio. Pero de ese Buenos Aires que él escribe, de los tiempos de Díaz y Mendoza, no quedó nada, todo fue quemado por los nativos (indios les llamaban y les llaman) y la futura ciudad tuvo una segunda y definitiva fundación después del fracasado intento de 1936,  que se esconde entre los recovecos de la historia así como ciertas familias esconden a un pariente incómodo. Es que los que vinieron a fundar la ciudad en su segunda y definitiva fundación, aunque casi todos españoles, no llegaron de Europa, vinieron del interior del continente navegando por el río Paraguay desde Asunción (más tarde capital de la república de Paraguay) que fue fundada en 1537 por Juan de Salazar. Por éso a Asunción se le denomina "Madre de ciudades", porque desde allí salieron las expediciones a fundar varias de ellas.

"Asunción es conocida como la 'Madre de Ciudades', porque durante la Conquista partieron desde ella varias expediciones con el objetivo de fundar otras ciudades del cono sur americano, entre ellas Buenos Aires por segunda vez (luego del fallido intento de 1937), Corrientes, Santa Fe, Concepción del Bermejo, Santa Cruz de la Sierra, Santiago de Jerez y Ciudad Real". (Wikipedia).

Fue Juan de Garay, quien partiendo de Asunción con cien hombres, muchos de ellos futuros pobladores, fundó la ciudad de La Santísima Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre el 11 de Junio de 1580, nada menos que 64 años después de la terrible aventura del desdichado Díaz, del que Borges dice que ayunó y los indios comieron, para quien no lo sabía los indios se lo comieron a él, y su ayuno fue forzoso, simplemente porque no se le da de comer a quien se va a matar.

Ésta es la poesía de Jorge Luis Borges, publicada en 1923 en su libro Fervor de Buenos Aires y a la que denomina mítica no sé si porque él mismo no cree que todo haya sido verdadero, cosas de poeta. Como se ve, no se especifican fechas ni fundaciones, sólo nos refiere que la ciudad nació con la llegada de innumerables navegantes que arribaron cruzando el océano hasta el lugar que marcó el sacrificio de Díaz. De los que llegaron desde Asunción no dice nada seguramente porque prefiere dejar ese asunto a los historiadores:


Fundación Mítica de Buenos aires



¿Y fue por este río de sueñera y de barro
que las proas vinieron a fundarme la patria?
Irían a los tumbos los barquitos pintados
entre los camalotes de la corriente zaina.
 
Pensando bien la cosa, supondremos que el río
era azulejo entonces como oriundo del cielo
con su estrellita roja para marcar el sitio
en que ayunó Juan Díaz y los indios comieron.


Lo cierto es que mil hombres y otros mil arribaron
por un mar que tenía cinco lunas de anchura
y aún estaba poblado de sirenas y endriagos
y de piedras imanes que enloquecen la brújula.


Prendieron unos ranchos trémulos en la costa,
durmieron extrañados. Dicen que en el Riachuelo,
pero son embelecos fraguados en la Boca.
Fue una manzana entera y en mi barrio: en Palermo.


Una manzana entera pero en mitá del campo
expuesta a las auroras y lluvias y sudestadas.
La manzana pareja que persiste en mi barrio:
Guatemala, Serrano, Paraguay y Gurruchaga.


Un almacén rosado como revés de naipe
brilló y en la trastienda conversaron un truco;
el almacén rosado floreció en un compadre,
ya patrón de la esquina, ya resentido y duro.


El primer organito salvaba el horizonte
con su achacoso porte, su habanera y su gringo.
El corralón seguro ya opinaba Yrigoyen,
algún piano mandaba tangos de Saborido.


Una cigarrería sahumó como una rosa
el desierto. La tarde se había ahondado en ayeres,
los hombres compartieron un pasado ilusorio.
Sólo faltó una cosa: la vereda de enfrente.


A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires:
La juzgo tan eterna como el agua y como el aire.

Hasta aquí  Jorge Luis Borges, pero,


¿Qué es para mí Buenos Aires?


Tango y pelota, bandoneón y cumparsita;
Borges, sus cuentos, historias de cuchilleros;
los desaparecidos, las marchas y los gritos;
el ¡que se vayan todos! cacerolas y abucheos.

Malena canta el tango, garganta con arena;
Gardel y Julio Sosa; Sandro y Palito Ortega;
y Libertad Lamarque que en México se queda.
En los años cincuenta, la más profunda pena:

el general y Evita, los proyectos truncados,
es la carga más dura, es la deuda más grande,
de la Argentina entera, no sólo Buenos Aires,
hoy parece imposible revivir su legado.

Yo no tengo la culpa de este cruel pesimismo
que se cantó por años, con más arte que yo,
 cambalache funesto que en las almas dejó
esa infame certeza de que al fin da lo mismo.
~

Feliz día del padre.


1 comentario:

  1. Ricardo, Borges es cosa aparte, pero tu poema es más claro directo y vívido, me ha gustado mucho.

    Fernando Atala

    ResponderBorrar