San Juan en Paraguay.
Una noche de San Juan, de frío intenso, entre la gente bien abrigada que se agrupa cerca de los kioscos de comida típica, veo a un joven solitario y lo sigo con la mirada, luego desaparece y se pierde entre la multitud.
Payaguá mascada (tarta de mandioca y carne), mbeyú (fritura de harina de mandioca), chipa asador... voy leyendo lo que se ofrece en cada puesto, todas las comidas son ricas en grasa como corresponde a la estación y como las prefiere el público en esta época del año, ha comenzado el invierno y esta vez se presenta particularmente frío.
Mi cariñosa compañera me anima a probar algo, olvídate de tu dieta, me dice, con este frío necesitas reponer calorías - lindo pretexto, pienso y le hago caso... total, una vez al año no hace daño.
Mientras escogemos qué comer, pasa algo que se me figura un toro de fuego: toro candil le llaman, es el pellejo completo de un toro con cabeza y cuernos, puesto sobre un armazón y alguien debajo (a veces más de uno) lo hace correr entre la gente que se emociona al verlo. Nadie se atreve a torearlo por el momento, tiene fuego en los cuernos y asusta un poco. Más allá, chicos y grandes corren tras una pelota encendida y humeante, la patean, la esquivan, se llama pelota tatá y espero que no venga para este lado y me arruine la noche, porque ya no estoy como para esas correrías... el toro se ha ido, hay cierta calma en el lugar.
Aparece el joven que vi antes, viene acompañado ahora y se le ve feliz... y no es para menos, una bella y dulce chica camina a su lado y van tomados de la mano, para ellos la noche de San Juan que ya está avanzada, es muy íntima, los veo ajenos a todos y a todo. Yo me decido por la chipa asador, una masa de harina de maíz con queso, leche, huevos y no sé que más que se asa sobre el fuego, no veo bien si es leña o carbón... se podría ver, pero otra cosa llama mi atención. ¿Qué pasó..? si es ella, la muchacha que hasta hace un instante caminaba feliz, ahora está sola, y su soledad es triste, es penosa, la veo irse en la misma dirección por la que vino. Al joven, al que imagino otra vez solitario - o tal vez no, quién sabe - ya no lo volví a ver.
Hay pastel mandi´ó, pan kesú, chipa so´ó... mmmh... ¡chicharó trenzado! éso quiero, ya que voy a pecar, que sea pecado mortal, es matambre vacuno cocido con sal y ajos y luego dorado en la parrilla donde chisporrotea la grasa que va cayendo sobre el fuego... y el olor... irresistible en este frío.
Me da pena la bella muchacha, pero no tanta que el aroma del chicharó trenzado no logre aplacar, y engrasándome los dedos en esa delicia simple y primitiva me doy al afán de terminar todo lo que generosamente me sirvieron en el plato.
Alguien camina descalzo sobre las brasas que hay en el suelo de tierra; uno más de los juegos de esta noche, casi todo tiene que ver con el fuego. La chica desaparece entre la gente y entonces escucho una canción típica paraguaya, en guaraní, idioma del que apenas entiendo unas pocas palabras; comprender toda la letra de la canción no está a mi alcance, pero inspirado en el breve drama amoroso que he presenciado; entre vahos de frituras, humo, correrías y alegre música; me dí a componer lo que me trajo esa joven y fugaz pareja que se cruzó conmigo, sin reparar en mi persona, en esa fiesta de San Juan.
San Juan Ára
(Día de San Juan)
Te miré, me viste tú,
cuando fui hacia tu encuentro,
tal vez no era el momento,
mas al fin lo conseguí.
Bella flor de ñandutí,
primorosa y lisonjera,
fuiste ave pasajera,
tu recuerdo quedó en mí.
Bajo el cielo guaraní
una noche caminamos
y de pronto nos juntamos
en el beso que te di.
Imagino en la distancia
un arroyo cristalino
con tu reflejo divino,
sueño que no te perdí.
sueño que no te perdí.
~
Muy bonito y dulce, te felicito, quien como tú que tienes imaginación y picardía en tus prologos y la poesía que se te chorrea.
ResponderBorrarFernando Atala
Acabo de leer el aviso que te ponen de Europa, me alegra saber que hasta ballá ya te leen, muy bien, tira pa'lante
ResponderBorrarFernando Atala