domingo, 17 de mayo de 2015

Por si me muero... de risa.

 

OJO AL PIOJO


Seco el seso y desganado,
ni una sola triste idea,
permíteme que te vea
para no seguir anclado
en este mar de sandeces
que me tiene maniatado,
y a veces hasta he pensado
que si te llamo ensordeces.

Musa de mi juventud
dime tú si eres la misma
que hoy me llena de inquietud,
ayúdame a que resista...
Ya te pasas de graciosa
mi querida inspiradora
¡qué me traes justo ahora!
podía ser otra cosa...

Yo no sé si es mala suerte
que me des inspiración
relacionada al cajón,
es decir, sobre la muerte;
vaya si seré alarmista,
no es que tanto necesite
alguien que me facilite
la circunstancia prevista.

Después de la senectud
no faltará una florista
que con su gracia de artista
me decore el ataúd;
alguien contará algún chiste,
otro inventará una sátira
para grabar en mi lápida
y una broma permitirse.

Sólo seré un muerto más,
pero al menos ese día
me rendirán pleitesía
olvidando a los demás;
es que uno protagoniza
su traslado, su velorio,
así como en su casorio
lo demás se banaliza.

En mi última actuación,
lamento mucho pensarlo,
no habrá cómo disfrazarlo,
estaré como un tablón
metido en el ataúd
sin oír ni contar cuentos,
pero sí tal vez contento
de encontrar la infinitud

y de saber el secreto
que debe ser revelado
a los que ya se han marchado.
Sólo queda ser discreto...
querer venir a contarles
lo que hay en el más allá
sería una barbaridad
que a nadie ha de perdonarle

el que manda y dicta leyes,
el que nos lleva y nos trae,
el que dice lo que vales
y puede más que los reyes;
pero quien sabe permita
en su bondad tan enorme
que por el barrio retorne
y me de una escapadita,

puede ser que me transforme
en algo no imaginado,
en un ente inusitado,
y ahí les paso el informe;
así que atentos, muchachos,
chicas, abran bien los ojos,
si dejan pasar el piojo
yo los agarro a cocachos.

~ o ~

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