PISTOLERA
Mis
recuerdos son veraces;
en
el mes de carnavales
hacíanse
festivales
también
fiestas con disfraces;
la
que voy a recordar
fue
en el club de policía,
y
fue allí querida mía
que
me empezaste a gustar.
Recuerdo
bien cómo estabas:
con
botas, mini y sombrero,
esa noche de febrero
a
todos ilusionabas,
con
pistolas de juguete
y
dos lindas cartucheras
pegadas
a tus caderas
y
en tus labios, colorete;
una
hebilla muy hermosa
que
en tu figura sin par
me
permitía observar
tu
cintura esplendorosa ;
quedé
extasiado contigo,
con
tu andar, tu gracia toda,
digna
de una mejor oda,
mas
con la mía prosigo.
Estabas
tan atractiva
como
para no olvidarte,
y
aunque era lindo mirarte
tanta
hermosura dolía.
De
qué me había vestido
no
recuerdo... de pirata,
de
lobo o de garrapata,
pues
de ti quedé prendido;
y
se me quedó grabada,
cual
marco de tu sonrisa,
una
suave y leve brisa
que
en tus cabellos jugaba.
Con
tan linda pistolera
sólo
podía rendirme,
que
si quisieras herirme
lo hacías de mil maneras;
el
climax de tu belleza
estaba
en tus lindos ojos
que
entre gráciles sonrojos
resaltaban
tu nobleza,
me
dejaron de una pieza
todos
tus lindos encantos
y
tus atractivos tantos
que
hacían de ti una alteza.
Muchos
otros atributos
me
faltan enumerar,
y ya siento con pesar
a
mis versos diminutos;
tus
piernas bellas y suaves,
tu
pecho erguido y turgente,
tu
rostro resplandeciente,
eran
del cielo las llaves;
nada
más esa visión,
una
vez haber estado
tan
cerca de ti, a tu lado,
produjo
mi conversión,
yo
que había sido ateo
o
cuanto menos hereje,
permíteme
que festeje:
desde
esa vez en ti creo.
~
o ~
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