¡QUÉ ORDINARIA!
*
Mujer
de apariencia lupanaria
cabello
largo, morocha, alta y delgada,
alguna
parte gruesa exageraba
el
volumen de la zona pasionaria.
*
Yo
iba acompañado, por desgracia,
porque
si estaba solo en ese instante,
seguro
la llevaba por delante
sin
trámite ni mucha burocracia.
*
La
dama que a mi lado se encontraba
no
pudo ser ajena a tal fanfarria,
así
que al percibir lo que pasaba
incómoda
exclamó ¡Pobre ordinaria!
*
Muy
cierto, confirmé, no tiene clase,
mira
nomás que pinta, que colores,
mientras
que mi otro yo, entre sudores,
evitaba
que mi dama me abollase
*
Observa
bien, le dije, ni camina
como
a una señorita le conviene,
con
tal pretexto ponía el ojo encima
de
lo que apenas el brasier sostiene.
*
Me
costaba bastante más trabajo
inventar
argumento que permita
por
lo menos dar una miradita
y
poder estudiarle lo de abajo.
*
Con
cuidado de no mostrar relajo
inventé
cualquier observación,
consiguiendo
enfocar el pantalón
que
exhibía bellísimo altibajo*.
*
Y llegando a finales de la cita
sobre
modales y cosas de ese estilo,
aproveché
que la tenía a tiro
para
extasiarme con esa cinturita.
*
Prosiguió
contoneante la ordinaria,
dejándome
triste, mudo y cabizbajo,
imaginando
que con un yerbajo
le
haría la faena en forma diaria.
*
¡Qué
ordinaria mujer... por mil demonios!
¡Qué
vulgar, qué tosca, inelegante!
Si
la vuelvo a encontrar no sé si aguante
mostrarle mis modales y accesorios.
*
¡Yo
le enseñaré a esa chabacana
las
cosas que seguro le hacen falta,
que
a señoras decentes sobresalta
generando inquietud, qué tal macana!
*
La
ropa es para usarla con decoro,
no
meterse en pantalones que revienten,
los
movimientos han de ser decentes
sin
provocar la furia de algún toro.
*
Caminas
tranquilamente impúdica,
con
grosera presencia me arrebatas,
cómo
molestas, trastornas y maltratas,
ardiente,
destapada y tan fatídica.
*
Te miro por partes, episódica,
que
si quisiera abarcarte toda
terminaría
en tan completa joda
que pondría en duda la prosódica.
*
Trataré
de instruirte en lo que pueda,
ponerte
algún ropaje más decente,
y
después, con afanes de docente
trataré
de quitarte lo que queda.
*
¡Ah
ordinaria! quedaste en mi memoria
cual
monumento impúdico al placer,
muy poca cosa podía luego hacer
pues
te alejaste cual ave migratoria.
*
*con
tanto material reventando debajo.
~
o ~
Muy Bueno
ResponderBorrarExcelente.
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