jueves, 16 de enero de 2014

¿CÓMO DIJO? ¿ME ALIENUM PUTO?

 HOMO SUM, NIHIL HUMANI A ME ALIENUM PUTO


Con este título seguro que muchos se van a interesar en el Latín y en la filosofía, pero así nomás, como se dice al paso, a la ligera... como un fast food que no por rápido y práctico se disfruta menos; y me parece que está bueno, porque es el idioma que hablaban y sobre todo en que se escribían las más importantes obras literarias y científicas de la antigüedad, y además es el idioma que se puede necesitar en caso de urgencia, digamos que para un exorcismo, porque parece que también el diablo prefiere comunicarse en esa antigua lengua y por éso los que practican el ritual lo prefieren a otros idiomas. Yo opino que para mandar fuera al demonio hay idiomas que parecen más potentes... yo al demonio, si acaso me atreviera a hacerlo, lo mandaría salir en Árabe o en Alemán que suenan más fuertes y enérgicos, pero no soy especialista... ellos sabrán lo que hacen. Pensándolo bien, tal vez no haya nada más inútil en qué ocupar el tiempo que en tratar de entender el Latín (a no ser que la actividad del individuo lo requiera) y más todavía para quienes viven corriendo tras el reloj... o delante, lo que puede ser peor porque no hay nada más implacable que el tiempo y el reloj es algo así como su materialización. Por más que huyas, al final te va a alcanzar... es una carrera perdida de antemano pero que igual nos esforzamos en correrla ¡como si fuera tan divertida! Es que no nos queda alternativa.
¿Pero quién dice que todo debe tener alguna utilidad? Hay pestañas postizas, piercings, tacones altos, pendientes (aretes o aros) y hasta spoilers que no sirven para nada, sin contar muchas calcomanías y estampados en las telas, esmaltes de uñas, tubos de escape cromados y mil cosas más que no sirven para algún efecto práctico pero nos gustan, y éso ya justifica su existencia y su uso... para algunos el Latín puede ser como un ornamento que engalane el habla y la existencia... por ejemplo es más imponente decir:Clavum clavo expellere” que Un clavo se quita con otro clavo. Cualquier cosa que se diga en Latín suena como más importante, más profunda y filosófica; lo mismo pasa con el Griego; y si ya es profunda, con mayor razón: “Felicibus brevis, miseris hora longa” que significa “La hora es corta para los felices, larga para los afligidos", y así hay muchas cosas que podemos decir en ese idioma de la sabiduría arcana para dejar a muchos con los ojos como huevos fritos.
Tomemos ahora el proverbio latino que da título a este apunte: 

 

Homo sum, humani nihil a me alienum puto”

 

 

no quiere decir lo que parece ni es una grosería, sino:

Hombre soy, nada humano me es ajeno”


donde el aparentemente impúdico puto que aparece al final no es ningún homosexual promiscuo oculto en la filosofía sino que viene a ser algo como "pienso", en el sentido de “creo que” o "considero que" o sea que expresa una opinión, es sólo éso. Qué aburrido dirán algunos, pero sepan que el otro tampoco es siempre divertido, cuestión de circunstancias y muchos otros factores. O sea que la frase sería más o menos así:

Hombre soy, pienso que nada humano me es ajeno”


ahí está el puto (el pienso que) en su sitio, donde debía estar pero que normalmente en la traducción lo eliminan, tal vez por obvio o por superfluo, pero en Latín no puede faltar para darle el significado correcto.
Pero la frase no está dicha desde la soberbia de quien se cree saberlo todo, o acapararlo todo, sentirse dueño y señor de todo lo humano y pretender ser la gran eminencia, hincharse de orgullo, no. Todo lo contrario, este proverbio está pensado para aceptar a todos los hombres con sus defectos y sus miserias, más que con sus virtudes, es pensar que todos podemos errar, caer, que lo humano que cada uno tiene lo expone a caer tan bajo como el que más, y por lo tanto debemos ser magnánimos y generosos con nuestros semejantes. Jamás pensar... “¿yo? ¡Nunca!” o “Éso no va conmigo”, cuidado, porque nada humano nos es ajeno. Pero no confundirse tampoco y querer tomarlo como una justificación para cometer cualquier aberración; una especie de licencia 007 moral (licencia para matar), no. 
 
O sea, ves por ejemplo a un traidor, a un infame embustero o a un miserable ladrón... y piensas: "Nada humano me es ajeno", o en otras palabras: yo podría ser igual y hacer lo mismo, quien sabe si en determinadas circunstancias podría el virtuoso dejar de serlo. Ése es el significado filosófico que le encontró Don Miguel de Unamuno, gran maestro, sabio y hombre de mucho valor aún en la ancianidad, cuando siendo rector de la universidad de Salamanca se enfrentó a la dictadura de Francisco Franco, siendo destituido por éste y murió poco después a consecuencia de los padecimientos que se le impusieron por no ser obsecuente con el tirano. Machos y cultos como ésos faltan en estos días de tanto hueveo y distracción vacía.
Pero el origen de este pensamiento es mucho más simple y menos pretencioso, lo pone Publio Terencio Africano, que al igual que ustedes no lo conozco, en boca de un personaje cómico en una comedia del año 165 A.C. ¡Vaya si será antigua la comedia! El mencionado personaje, llamado Cremes, la utiliza en un sentido diferente y jocoso, para entrometerse en los asuntos de los demás, diciendo éso de “nada humano me es ajeno” metía su cuchara donde no debía y donde nadie lo había llamado. Es así que una frase pensada para hacer reír, puesta en boca de un metiche (entrometido) que la utiliza para justificar sus impertinencias, pasa a ser analizada por un filósofo en el siglo XX D.C. y adquiere un significado mucho más profundo y más noble, reconociendo la condición humana como algo de lo que no se tiene uno que sentir solamente orgulloso sino más bien aceptarla como sinónimo de debilidades, faltas y pecados (no en el sentido católico del término sino en su tercera acepción, ver a continuación la definición del DRAE).

pecado.
(Del lat. peccātum).
1. m. Transgresión voluntaria de preceptos religiosos.
2. m. Cosa que se aparta de lo recto y justo, o que falta a lo que es debido.
3. m. Exceso o defecto en cualquier línea.
4. m. Juego de naipes y de envite en que la suerte preferente es la de nueve puntos, cometiéndose pecado en pasar de este número.
5. m. coloq. diablo (‖ príncipe de los ángeles rebelados). Eres EL pecado


El filósofo y escritor español Don Miguel de Unamuno cita las palabras del personaje Cremes en una de sus obras llamada Del sentimiento trágico de la vida y se refiere de esta manera a la idea expresada por el antiguo autor de la comedia. Dice Unamuno:
Homo sum; nihil humani a me alienum puto dijo el cómico latino. Y yo diría más bien, nullum hominem a me alienum puto; soy hombre, a ningún otro hombre estimo extraño. Porque el adjetivo humanus me es tan sospechoso como su sustantivo abstracto humanitas, la humanidad. Ni lo humano ni la humanidad, ni el adjetivo simple ni el sustantivado, sino el sustantivo concreto: el hombre”.
Aquí vemos que además de darle ese nuevo sentido al pensamiento tratado, Unamuno no está convencido de que se pueda hablar con certeza de lo que considera algo abstracto: Humanidad, prefiere referirse directamente al Hombre.
Tema para otra discusión, tal vez.
~ o ~

4 comentarios:

  1. y ¿cómo se dice en Latín... me estás hueveando?

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    1. Hueveando me est? o tal vez...: numquid tu facis I ovum? Sólo me falta el doctorado en Latín... pero esa pregunta es muy captiosis y me deja con los ovum magnum.

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