martes, 14 de enero de 2014

Es innombrable, a pesar de tener mil nombres.

- LA QUE FALTABA -

(Mayores de ochenta)

Después de mi famosa trilogía
a lo de arriba, lo de abajo y lo de atrás,
sé muy bien que no he de encontrar paz
hasta que un canto para ella escriba.

Algunos amigos me lo han pedido
haciéndome notar en su reclamo
que no se trata de cualquier fulano,
que sin ella estaríamos perdidos.

- ¿Es ella o él? Total ¿en qué quedamos?
- Ésa es una de sus grandes cualidades
ser ambos a la vez, cualquiera sabe
la infinidad de nombres que le damos.

Tenemos una más de las virtudes
que adornan a este ente indefinible
que ellas encuentran tan apetecible
cuando alcanza sus mayores altitudes.
Es algo que está muy por encima
de géneros y clasificaciones,
no es que lo masculino no defina
es sólo que no acepta condiciones.

Es ella , o él, enorme y grande,
simbólico, perenne, insuperable
en sustantivos que lo hacen más nombrable
y en adjetivos que su orgullo expanden.

Longaniza, animal, culebra, coso,
manguera, toluca, obelisco o trompa,
Pinocho, amigo, compañero, trozo,
me canso de escribir... todo lo nombra.

Verga, canorte, rata, miembro, pito
a ver cuál les parece más bonito,
poronga, canelón, ganso, meloso,
dígame usted cuál es el más gracioso.

Pedazo, joy stick y garumpeta,
pistolón, escopeta o carabina,
tras cualquiera de esos nombres se adivina
lo que les da pasión y pataletas.

Todo lo explica, sea blando o duro.
muñeco, chupa-chup, monstruo, cañón,
paquete, bulto, mástil, saxofón.
Pendorcho, socotroco, riel, pirulo.

No seguir enumerando me da pena,
porque el noble animal tiene mil nombres,
y algunos más, depende que los hombres
sigamos entusiastas la faena.

Y no es porque me falten las palabras
tampoco la paciencia de rimarlas,
respeto el tiempo de quienes me leen,
sobre los nombres seguro que me creen.

Permítanme solamente una yapita:
maciza, ñonga, pájaro, salchicha,
Tolonga, bergantín y vergonzoso,
masacuata, tunante y el mañoso.

Sin temor de haberlos ya cansado
en cosa de los nombres aún abundo,
faltaban mequetrefe y nauseabundo,
que supongo que a todos han gustado.

Macana, salchichón, sable, agrandado,
sabrosón, calientito y resbaloso,
¡ya basta! me dirán, ya está probado
con gran largura el argumento dado.

Si es así, sigamos con la exposición
interrumpida por extensa relación,
que en tamaño y largura se supone
el asunto tratado bien la impone.

Se escucha por allí que no interesa
demasiado el tamaño de la pieza,
aunque ese argumento es presumible
de aquellos que la tienen más humilde.

Pero hay algo que nadie ya discute:
hay que saber usarla con cuidado,
porque, según algunos, ya se han dado
casos en que el abuso repercute

tanto en el poseedor del instrumento
como en la usufructuaria, éso depende
del esfuerzo al entrar, de la que atiende,
y cuan duro es en el fondo el sentimiento.

Tenerlo siempre adjunto no es tan fácil,
momentos hay en los que el muy travieso
insiste en ponerse enorme y tieso
sin importarle cómo y cuándo lo hace.

Digamos en la playa... complicada
y turbia situación en que nos mete,
ante desnuda fémina acomete
aunque esté la susodicha acompañada.

Sucede que en algunas circunstancias
en que la gente apretada poco avanza,
digamos en el micro o procesión,
puede ser que despierte su pasión

y con esa inoportuna aparición
hay veces en que a uno le depara
momentos de muy grande incomprensión
cuando él por su cuenta se prepara.

No avances más, ya se paró el caballo,
no importa si el viaje a concluido,
hay que ver en qué lío te has metido
cuando no hallas manera de ocultarlo.

Es necesario tenerlo controlado
concentrándose en alguna cosa ajena
cuando alguna dama con la boca llena
insiste en terminar con él menguado.

El párrafo anterior a algo se presta
que sólo tu cerebro ha imaginado,
yo no soy tan groseramente osado
para insinuar cuestión tan deshonesta.

Nos felicitamos de tenerla enhiesta
cuando a la noble faena nos mandamos,
pero otras veces nos avergonzamos
si por debilidad malogra nos la fiesta.

No siempre está en plenas condiciones,
aunque esa posibilidad no es tanta,
más suele haber algunas ocasiones
y son aquellas en las que no levanta,

menos mal que son pocas o ninguna,
porque lo normal es tenerlo atento
a cumplir su destino tan contento,
de fundirse con la mina haciéndose una.
~ o ~
 (Fue publicada el 11.12.13 en mi otro blog y en mi facebook)

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