PARTE III

 

LO DE ATRÁS



Te veo siempre de la retaguardia
apreciando tus formas tan hermosas
atrayente ornamento de las mozas
el que veces nos causa taquicardia.

Normalmente te miro y tú te alejas
contoneante prosigues tu camino,
me embelesas, me atraes, me enajenas,
y si muero te importa a ti un comino.

Tan redondo, tan suave y tan erguido
en mi imaginación así te metes,
con gracia encantadora tus cachetes
causan en mí un celestial martirio.

Te imagino a la vez muy tibio y fresco
quien sabe si no soy contradictorio,
mas si aceptas los versos que te ofrezco
lo sabremos quitando el envoltorio.

Tan sólo tú, con esa mansedumbre
consigues más que innumerables tropas,
y si vieran que te sacas la ropa
agitarías enorme muchedumbre.

Te canté bellos versos sin nombrarte
me inspiré en tus formas y en tu influjo
pensando que sería el mayor lujo
llegar hasta tus flancos y tocarte.

Prefiero quedarme donde estaba
cuando te vi pasar con ritmo alegre
porque tocarte puede que me cueste
bastante más que alguna cachetada.

¿Para qué sirve?  ¡tanto lo admiramos?
mejor evitaré los pormenores
que pueden provocar muchos rubores,
por eso en esta parte lo dejamos.

Para qué va a servir... ¿Nos sirve el arte?
¿Solo hay que apreciar lo utilitario?
Algunas alegrías hay que a diario
te animan la existencia sin costarte.

Ya cada quien verá qué le apetece,
y cada cual con sus habilidades
sabrá en la intimidad qué cualidades
serán bien recibidas si se ofrecen.

No me pidan que rice más el rulo,
que bastantes angustias me depara
disimular la cosa que se para
al ver éso que rima y disimulo.

Es refugio, colchón, protuberancia
ansiada por casados y solteros,
ninguno de los dos está hecho en fierro
para ignorarlo cerca o a distancia.

Si es de lejos, detrás se van los perros,
si es de cerca, ahí te haces el canchero,
señor del malevaje y entrevero
no aceptas confundirte con becerros,

Quisieras ser el único marchante
capaz de disfrutar de ese tesoro
y mientras, con cautela y con decoro,
vas calculando que el bolsillo aguante.

Hay veces que lo ves en pantalones
tan justos y apretados que te asombra
habrá sido difícil que los ponga
y está pa` que lo coman los leones.

Termino alabando al más grandioso,
turgente, celestial, libidinoso,
que al tomarte por sorpresa no encontraste
nada mejor que decirle ¡Qué buen traste!
~ o ~
09.12.13