jueves, 19 de diciembre de 2013

TRILOGÍA II - LO DE ABAJO

TRILOGÍA

PARTE II

 

LO DE ABAJO



Te me vienes directa por delante,
para verte he de bajar los ojos
y pasar por tan grandes sonrojos
que a veces es mejor no desafiarte.

Te detecto a través de cualquier prenda,
tu presencia es inútil soslayarla
porque igual desde lejos o de cerca
no faltará quien pueda adivinarla.

Allí está, no puedes ocultarla
en tu rostro, tus labios y tus manos,
es perenne su influjo hasta en la charla
porque el timbre de voz no es un engaño.

Es imán atrayente que sofoca,
que distrae, perturba y atolondra,
que nos hace dar vuelta a la redonda
mientras en agua se nos va la boca.

Bien ganado ese mote de babosos
lo tenemos algunos, no lo niego,
pero es que son terrenos escabrosos
a los que igual no les tenemos miedo.

Que nos digan babosos y asquerosos
es cosa de injusticia inocultable,
pues no somos nosotros los culpables
de ese constante y permanente acoso.

Sé que me dirán que soy grosero,
que de esas cosas no habla un caballero,
en eso estoy de acuerdo mas se entabla
lucha tenaz de pantalón y falda.

Portal que lleva al cielo y a la gloria,
oscuro socavón que tanto adoro,
sublime mina que ocultas el tesoro
más buscado desde la antigua historia.

Dirán... ¡qué exagerado! Pobre loco,
mas vean que al espíritu levanta,
exceso de placer que no se aguanta
y que al final te dejan hecho un moco.

¿Éso buscamos, que nos hagan poco?
De ninguna manera, es lo contrario,
quisiéramos echar uno tras otro
cual salvaje y primitivo cavernario.

No es posible... les duele la cabeza
dejándonos a un lado por pereza,
no sabemos qué hacer con esa pieza
que a fuerza de desearla se endereza.

La hurgamos con la mano o con la cosa,
que ya imaginarán de cuál se trata,
la que con vulgaridad barata
algunos compararon con la rata.

No puede escamotearse que la boca
juega también papel indispensable,
luciendo la lengua habilidad de sable
consigues a la dueña volver loca.

Si vas a usar las manos ten cuidado,
tenerlas limpias, y usarlas con dulzura,
no vaya a suceder que por las uñas
te quedes solo, triste, abandonado.

Humecta la cutícula con cremas,
con ungüentos que sean adecuados,
haz que la susodicha sea ajena
a cualquier preocupación por ese lado.

Disfrutemos hermano ese portento
que nos hace mover el mundo entero,
que nos impulsa con coraje fiero
a lo que sea, por ponerla adentro.

Termino esta balada que no es mucha,
para aquello que no dije su nombre
porque no quiero ver que alguien se asombre
que escriba tantos versos... ¡a la pucha!
~ o ~
08.12.13

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