LA QUE FALTABA DESPUÉS DE LA TRILOGÍA


(Mayores de ochenta)
11.12.13
Después de mi famosa trilogía:
lo de arriba, lo de abajo y lo de atrás,
si quiero que la cosa quede en paz
faltará que a ella ahora escriba,

es que algunos amigos lo han pedido
haciéndome notar en su reclamo
que no se trata de cualquier fulano,
que sin ella estaríamos perdidos.

- ¿Es ella o él? Total ¿en qué quedamos?
- Ésa es una de sus grandes cualidades:
ser ambos a la vez; cualquiera sabe
la infinidad de nombres que le damos.

Tenemos una más de las virtudes
que adornan a este ente indefinible
que lo hacen mostrarse apetecible
cuando alcanza sus mayores altitudes.

Es algo que se ubica por encima
de conceptos y clasificaciones,
no es que lo masculino no defina:
es sólo que no acepta condiciones.

Es ella  o es él, enorme y grande,
simbólico, perenne, insuperable
en sustantivos que lo hacen aceptable
y en adjetivos que el orgullo expanden.

Longaniza, animal, culebra, coso,
manguera, toluca, obelisco o trompa,
Pinocho, amigo, compañero, trozo,
lo que quiera escribir... todo lo nombra.

Verga, canorte, rata, miembro, pito
a ver cuál les parece más bonito,
poronga, canelón, ganso, meloso,
dígame usted cuál es el más gracioso.

Pedazo, joy stick y garumpeta,
pistolón, escopeta o carabina,
tras cualquiera de esos nombres se adivina
lo que brinda pasión y pataletas.

Todo lo explica, sea blando o duro.
muñeco, chupa-chup, monstruo, cañón,
paquete, bulto, mástil, saxofón.
Pendorcho, socotroco, riel, pirulo.

No seguir enumerando me da pena,
porque el noble animal tiene mil nombres,
y algunos más, depende que los hombres
sigamos entusiastas la faena.

Y no es porque me falten las palabras
tampoco la paciencia de rimarlas,
es por el tiempo de aquellos que leen,
sobre los nombres seguro que me creen.

Permítanme tan solo una yapita:
maciza, ñonga, pájaro, salchicha,
Tolonga, bergantín y vergonzoso,
masacuata, tunante y el mañoso.

Sin temor de haberlos ya cansado
en cosa de los nombres aún abundo,
faltaban mequetrefe y nauseabundo,
que supongo que a todos han gustado.

Macana, salchichón, sable, agrandado,
sabrosón, calientito y resbaloso,
¡ya basta! me dirán, ya está probado
con gran largura el argumento dado.

Sigamos con la alegre exposición
cortada por la extensa relación,
que en tamaño y largura se supone
el asunto tratado bien la impone.

Se escucha por allí que no interesa
demasiado el tamaño de la pieza,
aunque ese argumento es presumible
de aquellos que la tienen más humilde.

Pero hay algo que nadie ya discute:
hay que saber usarla con cuidado,
porque, según algunos, ya se han dado
casos en que el abuso repercute

en el poseedor del instrumento
y en la usufructuaria, éso depende
del esfuerzo al entrar, de la que atiende,
y si es duro en el fondo el sentimiento.

Tenerlo siempre adjunto no es tan fácil,
momentos hay en los que el muy travieso
insiste en ponerse enorme y tieso
sin importarle mucho dónde lo hace.

Digamos en la playa... complicada
y turbia situación en que nos mete,
ante desnuda fémina acomete
aunque esté la susodicha acompañada.

Sucede que en algunas circunstancias
 en que la gente apretada poco avanza,
digamos en el micro o procesión,
puede ser que despierte su pasión

y con esa inoportuna aparición
 hay veces en que a uno le depara
momentos de muy grande incomprensión
cuando él por su cuenta se prepara.

No avances más, ya se paró el caballo,
 no importa si el viaje a concluido,
hay que ver en qué lío te has metido
cuando no hallas manera de ocultarlo.

Es necesario tenerlo controlado
 concentrándose en alguna cosa ajena
cuando una dama con la boca llena
insiste en terminar con él menguado.

El párrafo anterior a algo se presta
 que sólo tu cerebro ha imaginado,
no soy tan grosero y descarado
para insinuar cuestiones deshonestas.

Nos alegramos de tenerla enhiesta
 cuando la noble faena comenzamos,
y algunas veces nos avergonzamos
si se duerme y acaba con la fiesta.

No siempre está en plenas condiciones,
es una situación que nos espanta,
más suele haber algunas ocasiones
y son aquellas en las que no levanta,

menos mal que son pocas o ninguna,
felizmente se encuentra siempre atento
a cumplir su destino tan contento
de llegar en un viaje hasta la luna.

~ o ~