ACERCAMIENTO A PEDRO ALBUNDIA
(Cuento)
23.12.13
Alguno
de ustedes tal vez haya querido saber algo más del famoso Pedro
Albundia, el único remero que se nombra en la famosa cumbia de José
Benito Barros Palomino: “La Piragua”.
Por
si fuera necesario, recordemos la letra de la canción:
LA
PIRAGUA
Autor:
José Benito Barros
Ritmo:
Cumbia
La
piragua, la piragua,
la
piragua, la piragua...
Me
contaron lo abuelos que hace tiempo,
navegaba
en el Cesar1
una piragua,
que
partía del Banco viejo puerto
a
las playas de amor en Chimichagua.
Capoteando
el vendaval se estremecía
e
impasible desafiaba la tormenta,
y
un ejercito de estrellas la seguía
tachonándola
de luz y de leyenda.
Era
la piragua de Guillermo Cubillos,
era
la piragua, era la piragua. (Bis)
y
con ellos el temible Pedro Albundia,
en las noches a los remos le arrancaban
un
melódico rugir de hermosa cumbia.
Doce
sombras, ahora viejas ya no reman,
ya
no cruje el maderamen en el agua,
solo
quedan los recuerdos en la arena
donde
yace dormitando la piragua.
Y
si gustan, escúchenla aquí en una clásica interpretación de Los corraleros del majagual,
que tiene la esencia
colombiana.
~
o ~
“...
y con ellos el temible Pedro Albundia”... ¿quién es ese
personaje?
Me
cansé de buscar alguna información sobre este misterioso nombre en
la web, que es la biblioteca de bibliotecas, donde se encuentra de
todo, desde arañas de colores hasta personajes históricos o
ficticios, nada faltaba allí... excepto el escurridizo Pedro
Albundia, hasta que al fin, como debe ser, lo pude hallar en una
página web o blog llamado Pepitorias, donde hay un artículo de
Miguel Sáenz Munilla publicado el 14 de Mayo de 2007, tras la muerte
de José Benito Barros, acaecida dos días antes en Santa Marta, en
su querida Colombia, que como ya sabemos, es el autor de la cumbia a
la que nos referimos y uno de los mayores compositores del
continente. El famoso Agustín Lara, considerado el mayor compositor
mexicano, dijo de Barros que se trataba del más grande compositor
latinoamericano, lo que ya es bastante. En una parte del mencionado
blog se lee lo siguiente:
Historia
de la cumbia 'La Piragua'
Como
escribe Diego
Guerrero en
el diario El Tiempo de Bogotá: "La piragua es la composición
más famosa de José
Barros.
Según el investigador musical Julio
Oñate, se
inspiró en una gran embarcación que Guillermo
Cubillos,
amigo del compositor, mandó a hacer para llevar mercancía desde El
Banco hasta
Chimichagua.
"Era
grandísima, el 'thermo
king5'
de la época, y le pusieron La
Piragua.
Cuando salieron los motores fuera de borda, perdió su hegemonía y
quedó tirada en la playa, como en la canción", dice Oñate. Y
agrega: "'Pedro
Albundia'
es ficticio: él necesitaba algo que rimara con cumbia",
explica.
~ o ~
Pedro
Albundia es ficticio... simplemente porque necesitaba algo que rimara
con Cumbia
el autor condenó a las galeras a un hombre valiente. ¿Por qué
valiente? Porque si era, como dice Barros, El
temible Pedro Albundia, lo
menos que podemos esperar de alguien temido y a la vez fuerte y
humilde como para dedicarse a remero de la piragua es que fuera
valiente, y si era valiente, ¿cómo es que fue a dar a tan ingrata
labor? Sabemos que uno de los peores castigos para los esclavos y
para los condenados a muerte en el imperio romano, por ejemplo, era
precisamente el trabajo de remero, en las poderosas galeras de la
época.
Pero
Albundia, un hombre valiente y temido, remando mansamente con otros
once desconocidos me causa perplejidad, algo no encaja, el pedido de
una explicación es inocultable. Si se necesitaban doce hombres para
mover la embarcación es de esperarse que el número de pasajeros
fuera mayor al de la tripulación, nada se dice de éso, más según
explica Sáenz en su artículo parece que se trataba de una
embarcación de carga pero no se aclara si se dedicaba a ello en
forma exclusiva, porque trata más del autor que de este tema
puntual. Pero no importa, lo que nos interesa es el misterio de Pedro
Albundia.
~
o ~
Pasé
mucho tiempo intrigado por ese extraño personaje... me removía el
cerebro la increíble contradicción... “Doce bogas con la piel
color majagua, y entre ellos, el temible Pedro Albundia”...”
El
temible Pedro Albundia
ejerciendo de simple remero de una barca de carga, condenado a ir y
venir entre El Banco y Chimichagua, una vez tras otra, para beneficio
de Guillermo Cubillos, el dueño de la piragua y del negocio...
¿Quién
podía obligar al temible Pedro a mantenerse quieto y en su
lugar remando? Si ese apelativo es correcto, nadie más que él
mismo sería el garante de su obediencia, sería sólo él su propio
carcelero ya que no habría capataz que pudiera mantener esclavizado
contra su voluntad a un individuo de esas características.
¿Y
por qué estaba Pedro allí, remando mansamente?
¿Cuál
puede ser el crimen tan terrible para que un hombre se castigue a sí
mismo de manera tan inclemente? ¿Qué delito es ése que se paga
voluntariamente con la libertad y trabajos forzados? ¿Por qué un
hombre temible se resigna a no ser poderoso y se auto limita a ser un
simple boga de la piragua en su perenne viaje monótono que lo
mantiene en el mismo lugar indefinidamente?
~
o ~
Pedro
Albundia... Barros ha creado un personaje formidable y lo ha dejado
abandonado a su triste e inexplicada suerte de remero.
Decir
por ejemplo: “... entre ellos el tranquilo
Pedro Albundia...” también
rimaría con cumbia... Pedro Albundia no es tranquilo, no es honrado,
no es humilde, no es querido, no es alegre... ni nada que igual
cumpliría el requerimiento de la métrica y haría posible la rima y
la canción... No. Pedro Albundia es temible, aún estando con el
remo, agachada la cabeza tal vez, bajo el ardiente sol, bajo la
lluvia, o por las noches, cuando arrancaba con los remos ese melódico
crujir que subraya la canción, y dedicado a su humilde y esforzada
labor seguía siendo temible, porque así lo dice la única e
incontrovertible referencia que tenemos de él.
Cuando
me encontré con ese dato de que era sólo un elemento para la
composición, quedé perplejo. No existía el personaje. Era un
simple recurso literario para completar un verso y rimar con cumbia.
Jamás
me resigné a éso. No podía aceptar tan ínfimo papel para el
temible Pedro Albundia.
¡No señor! Pedro Albundia, lo quiera o no él mismo, lo quiera
Barros o no lo quiera, ya existe en la imaginación de millones, en
su gran mayoría seguramente latinoamericanos, aunque esta condición
no es excluyente. Lo conocen en todo el mundo y pretender que no es
nada, que no es nadie, es una osadía inmensa.
~
o ~
Yo
voy a escribir la historia de Pedro Albundia, ese fue el primer
pensamiento que me vino a la mente, pero junto a éste vino la
indefectible observación... ¡qué voy a escribir! tendría que
inventar y no soy quién para hacerlo, es una tontería, nada más
que una vieja cumbia que no merece tanta explicación, ni a su autor
le interesó tanto y voy a venir yo a querer analizar semejante
simpleza. Pero no me convencía del todo, algo volvía a requerir mi
atención hacia ese desgraciado, quien sabe si no era su misma
esencia que de tanto cantarse llegó a formar parte del mundo real,
tal vez de alguna ignorada manera Pedro Albundia se ha hecho
realidad. Debo aclarar que no suelo escuchar esta canción más que
cualquier otra que se me presente de manera casual, quiero decir que
no es por una continua repetición del tema que he llegado a este
estado, sino por la intensidad de la situación que me alarmó desde
las primeras veces que la escuchaba, tal vez más atento al ritmo y a
la ocasional pareja de baile que a la letra de la cumbia... si
bailaba la burrita, la pollera colorada o la pollera
amarilla y jamás tuve preocupaciones sobre por qué era que la
negra Soledad estaba tan contenta o la otra negrita bailaba noche y
día... pero Pedro Albundia condenado a trabajos forzados mientras
uno simplemente quiere vacilarse con alguna joven y alegre
cumbiambera ya es el colmo. Aún así, escribir su historia es
demasiado, entonces pensé, tal vez no toda la historia, pero al
menos la razón de su aciaga suerte merece que alguien se interese y
trate de adivinarla. Mientras los demás, la gente importante no
tiene tiempo para esta tarea aparentemente ridícula, yo,
humildemente, acepto el encargo. Si, estimado Pedro, no eras nada más
que un circunstancial sonido necesario para completar un verso, pero
tu penosa y triste suerte me conmovió, yo te considero ya casi una
persona, un ser, un personaje que clama por una definición, buscaré
la razón de tu destino y la diré a quien quiera saberla.
~
o ~
La
escribiré. Tengo que escribirla porque ya no tengo escapatoria.
Noche tras noche me persigue en la vigilia de mis constantes
insomnios el temible Pedro... al que yo no le temo en absoluto...
todo lo contrario, comparto su desdicha de ser un nadie, un nada, un
sonido para la rima. Estoy convencido de que Pedro y su sacrificio
merecen una explicación digna, pero... ¿por qué tenía que ser yo
quien la encuentre?
-
Habiendo tantos escritores de excelente pluma, audaz imaginación y
vasta cultura, conocimientos, y todo lo que hace falta para ser tu
cronista, Pedro, me vienes a joder a mi.
- Usted sabe por qué soy el temible Pedro Albundia, y a los escritores
talentosos les importo un carajo.
-
Gracias por la franqueza, Pedro, pero la verdad es que no lo sé y
ni siquiera estoy seguro de querer saberlo. No puedo negar que no
acepto el absurdo de que sea sólo una rima la que condene
alegremente a un hombre a las galeras, no lo concibo, pero de allí
a tener que ser yo tu siguiente creador, o quien sabe tu último
creador, porque Barros te dejó a medio hacer, y quizás ni éso, te
aseguro, Pedro, que es tarea que me queda grande.
-
Piense usted un poco más.
-
Sospecho que tendrías que haber sido un bandido, peligroso, temido
desde mucho antes y seguramente bastante conocido por toda la región
del río Cesar.
-
Si, maestro, si al que quiere vivir libre le llamas bandido... era
yo un bandido.
-
Pedro, si vamos a tratar de hacer algo empezaré por pedirte que no
me llames maestro. Parece joda. Tú eres Pedro y yo soy Ricardo.
Iguales en todo y a la vez diferentes hasta el vértigo.
-
¿Cómo es éso?
-
Digamos que iguales por fuera … y ante Dios, si crees en Él.
-
Si creo en Dios, pero no en los curas.
-
Somos más iguales entonces.
-
Pero a usted lo llamaré señor Ricardo.
En
esa última frase se adivinaba, más que el respeto a un desconocido,
el deseo de mantener la distancia y evitar la excesiva camaradería.
Vaya uno a saber por qué; a mí me pareció que por su severo
carácter no quería confianzas con nadie, ni conmigo que podía ser
tal vez su único amigo.
Me
gustó el diálogo con este hombre, porque era franco, decidido y a
la vez humilde y respetuoso, pero no dejaba de notar que si era
respetuoso era porque él mismo lo había querido así, ninguna
escuela se lo había impuesto, entonces, si algo haces que él no
apruebe, ese respeto se acaba y según de qué trate el desacuerdo
puede volverse incluso un peligroso enemigo. Pero me gustaba esa
franca reciedumbre, era auténtico.
-
¿Mataste alguna vez a alguien? Me
atreví a preguntar sin preámbulos porque con gente sencilla es
normal que sea así.
-
A varios, pero nunca a quien no se lo mereciera.
-
Explícame éso.
-
Todas las muertes fueron luchando, era yo o el otro, y ese otro
peleaba porque quería pelear. Es una regla fácil de entender. Si
sacas un machete, una pistola o un puñal, te debes atener a las
consecuencias. No se saca un arma así nomás porque si, porque te
da la gana.
-
Pensé que te creías con la atribución de juzgar quien merece
morir y quien no.
-
Éso no, al fin y al cabo, todos vamos a morir, pero usted habló de
matar, y matar es otra cosa. Yo sólo maté a los que tuve que
matar.
-
Por allí puedo acercarme al motivo de tu condena.
-
No, señor Ricardo. En que estoy atado al remo por mi propia
voluntad, en éso acertó y lo felicito, pero no fue por matar, no.
Usted va a saber por qué fue... en su momento se lo haré saber.
-
Me lo harás saber... me dejas asombrado... ¿Qué tengo que ver
contigo? Ni siquiera he bailado muchas veces esa cumbia que te
menciona.
-
No se trata de bailarla o no... señor, usted la escuchó y se dio
cuenta de mi estado... se incomodó por mi, lo que agradezco; no
quiero decir que se haya preocupado por mi destino, pero al menos
presintió que había algo más, y el motivo está en su interior...
en su sensibilidad. Yo le diré cuál es una de las peores cosas que
un hombre puede hacer.
-
Matar sería un motivo, pero ya lo has descartado... además serías
un caso raro porque asesinos hay a montones, y los que más gente
han matado son los más respetados y protegidos en esta sociedad.
-
Pero yo soy un bandido decente y honrado.
-
Te creo... de lo contrario ahora estaría escribiendo sobre otro
asunto.
~
o ~
Así
es que yo voy a saber de primera mano cuál es el pecado de Pedro
Albundia, cual fue su delito y por qué se condenó a sí mismo a esa
pena que duró hasta que se hizo viejo y la piragua dejó de tener
utilidad, siendo reemplazada por embarcaciones a motor, porque:
“Doce
sombras, ahora viejas ya no reman,
ya
no cruje el maderamen en el agua,
solo
quedan los recuerdos en la arena
donde
yace dormitando la piragua.”
Quiere
decir que tras una cantidad indeterminada de años, terminó
liberándose de su condición de remero, pero fue para peor, porque
él y sus compañeros de penurias al final no pasaron de tristes
sombras de lo que alguna vez fueron.
-
Mientras tanto, para tener alguna idea, Pedro... dime, qué edad
tenías, qué hiciste antes de tu desgracia.
-
Justamente celebraba mis cuarenta años en compañía de mis
camaradas de... bueno, de trabajo... llamémoslo así, porque en ese
tiempo nos dedicábamos a asaltar a la gente rica en los caminos
apartados; entre las ciénagas que conocíamos muy bien; nadie nos
podía encontrar. Estábamos en el lupanar de un pueblo medio perdido, allá por
la ciénaga de Zapatosa, y yo estaba tan borracho que ni me
importaba demasiado que pudieran estar siguiéndome, además que
antes nos habíamos confundido con gente de todas partes y ya esa
preocupación no era lo más inquietante. Lo que pasó esa noche es
lo que nunca he podido perdonarme, aunque no sé de quién es la
culpa, yo no podía quedar sin castigo. Por unas monedas mis
camaradas me consiguieron una chiquilla de unos dieciocho años que
me recordó a alguien... pero en mi borrachera no me puse a
analizarle las cualidades a la pendeja, y pasó lo que tenía que
pasar. Era mi regalo de cumpleaños, ¡Y mi castigo por ser tan hijo
de puta!
-
¿Qué pasó?
-
Éso es lo que le haré saber cuando usted esté listo para contar mi
desgracia.
~
o ~
Pasaron
algunos días y yo, descuidado, dejé abierta la puerta de mi
estudio, confiando como siempre que ningún riesgo había en ello.
Tomaba el fresco tranquilamente bajo el mango mientras dejaba
corretear libremente los impulsos neuronales, cuando veo acercarse
una pequeña figura con algún resto de papel en la mano. Mi querido
nieto de poco más de un año de edad me traía, sin saberlo él y
sin sospecharlo yo, tambaleándose sobre sus inseguros piecesitos, un
mensaje del amigo Pedro. Era un pedazo de la hoja de un sencillo
diccionario que estaba olvidado por allí desde que comenzaron los
tiempos de internet y ya nadie lo consultaba, menos mal que no era
el valioso original de la Real Academia Española, correspondiente a
la vigésima primera edición, del año 1992 que compré hace mucho
para sentirme igual a mi padre que tenía el suyo, mucho más
antiguo. Por ser un trozo de tan humilde volumen, no me enojé (triste destino de muchos pequeños y modestos diccionarios)
y lo regañé en broma mientras le recibía el pedazo de papel... una parte parecía haber sido masticada... “Comiendo libros no vas a llegar muy
lejos, tienes que leerlos”, le decía mientras el niño me
alcanzaba esa fracción impresa donde leí...
incesante...
incesantemente...
incestar...
incesto
(Del lat.
incestus).
- m.
Relación carnal entre parientes dentro de los grados en que está
prohibido el matrimonio.
La
ruda y áspera palabra se quedó conmigo llamando extrañamente mi
atención mientras mi nieto se iba en busca de mejor literatura para
meterse en la boca. Las casualidades no
son casuales, me decía a mí mismo,
jugando con los términos que todo lo pueden, hasta el más flagrante
de los absurdos como en este caso... las
casualidades no son casuales... me
pareció oír la voz de mi imaginario amigo, Pedro Albundia,
sonriéndome con sorna y algo de cómplice entendimiento.
¡Mierda,
Pedro Albundia... qué habrás hecho!
~
o ~
-
Dime ¿cómo se llamaba?
-
Inés, le habían puesto Inés, y yo no la conocía.
-
¿Quién era?
Me
miró como si lo hubiera insultado.
-
¡Era mi hija, señor!... mi hija... y menos mal que ni me acuerdo
lo que hice ni tampoco lo que sentí ni lo que pasó, porque si
fuera así, directamente me mataba ¡y se acabó! Ese olvido fue mi
salvación, hasta cierto punto, porque ya sólo debía purgar mi
acto de borracho y de animal, pero al menos me libré de lo peor:
recordar cómo pasó. De éso al menos me salvé. Mandé a todos a
la mierda y me largué hacia el lado de Chimichagua. Yo primero
pensé matarme, andaba nada más buscando el momento de hacerlo
cuando me encontré con unos tristes hombres flacos devorando una
carne asada en palo, a la orilla del río, eran los bogas de la
piragua de Cubillos y los vi tan tristes que les envidié su
tristeza. “Se puede vivir triste pero conforme”, me dije a mí
mismo. El suicidio es pecado, Dios no lo quiere así, éso yo lo
sabía porque hay cosas que se saben y ya está, y me dije, “yo
quiero vivir triste como estos pobres, yo quiero ser un remero más
de la piragua...”
-
Vaya Pedro, me asombra la simple y absoluta justicia de tu
argumentación. Es éso entonces.
-
Si señor, me dieron de comer un pedazo de carne y me colocaron en
el último lugar de la piragua... justamente les faltaba uno para
completar la docena que se requería, entonces supe que ese era mi
lugar. Escríbalo, señor, ya sabe lo que pasó, ya se lo puede
contar a quien le interese.
No
sé si sea imaginación o realidad, lo que sí puedo asegurar es que
desde que terminé esta historia no he vuelto a saber nada de
Albundia, menos mal. Me imagino que ya descansa en paz.
~
o ~
1El
río Cesar es un río al norte de Colombia. Separa la sierra Nevada
de Santa Marta de la cordillera de los Andes, en particular de la
cordillera Oriental. Sigue su curso al sur, desde las tierras altas
de La Guajira hacía la depresión momposina donde cambia el rumbo
hacia el oeste.
2Bogas,
en este caso: remeros.
3 Majagua.(Voz antillana) f. Árbol americano de la familia de
las Malváceas. Su madera, fuerte y correosa, es muy buena para
lanzas y jalones, y del líber de los vástagos nuevos se hacen
sogas de mucha duración y uso.
5Thermo
King se refiere a los primeros transportes refrigerados.
MUY BONITA LA HISTORIA; SERIA MUCHO MAS INTERESANTE SI FUERA LA VERDADERA, SI FUERA LA VIDA DE PEDRO...A MI TAMBIEN ME INTRIGA ESE PERSONAJE Y HASTA AHORA LEO ALGO INTERESANTE DE ALBUNDIA...SI SE PUDIERA INVESTIGAR EN LAS MEMORIAS DE LOS ANCIANOS DEL BANCO MAGDALENA...
ResponderBorrarParece que no hay más qué investigar... según lo que encontré, el nombre fue inventado solamente para completar la rima: "Pedro Albundia" rima con "Cumbia"... y éso es todo lo que encontré. Gracias por tu comentario. Si me vuelvo a encontrar con Pedro le pediré más información sobre su pasado. Saludos.
ResponderBorrarEs realmente fascinante ésta historia, muchas gracias por compartirla «Señor Ricardo».
ResponderBorrarGracias, Nando... pero nada se "señor", Ricardo nada más.
BorrarNo lo bsquen mas ya aperecio el señor... https://www.facebook.com/pedroguillermo.albundiacubillos
BorrarInteresante descubrimiento, es un homónimo.
Borrargracias por la aclaración de Pedro Albundia, la buscamos por todos lados y solo através tuyo se esclareció, y claro por que no??? escribe la historia del remero
ResponderBorrarQuien sabe algún día le agregue algo más... desde esa vez no lo he vuelto a encontrar.
ResponderBorrar¡Mira viejo Richard! intento con mucha dificultad escribir mi novela y ¡qué te parece! el vergajo del Pedro Albundia se apareció repentino... Era un negrazo imparable antes de encontrarse con el Guille Cubillos; experto, como el que más, para embalsar madera Magdalena abajo hasta Curramba La Bella junto con otros cuatro africanos que escaparon de la reyerta cantada por el Joe Arroyo en: ".. no le pegue a la negra..." Y como dirían los muchachos de ahora: "qué chimba Richard" Recibe el infaltable abrazo de letras hasta siempre..
ResponderBorrarCreo entender que no te desagradó mi breve historia, me gustaría leer tu novela cuando la tengas... o si es posible sólo una parte. Gracias por el saludo.
BorrarPienso que la magia de la creación permite a todos viajar por senderos insospechados y descubrir secretos que se guardaron con excesivo celo
ResponderBorrarEn todo caso, Pedro Albundia no fue solo una rima de versos en La Piragua, era un corpulento negro del carajo, que tenía esa fuerza descomunal del elefante y que había logrado gracias al recio trabajo de embalsar grades cuartones de madera los que arrojaba con sus manos desde el barranco a las aguas del río grande de La Magdalena y era cierto que en ese sentido era temible ante sus compañeros de labor... Tataranieto del biznieto del tataranieto del esclavo Pedro Aguilar apodado "Algún día", porque siempre que lo azotaban repetía: "algún día llegará la libertad" se transformó en Albundia por un vocablo infantil, parece que del octavo eslabón de las trece generaciones, que por decir algún día, decía: "albún dia", y así pasó a ser Pedro Albundia Aguilar en las siguientes cinco generaciones. Espero que este pequeño aporte te ayude en algo. De nuevo, un gran abrazo desde Colombia, esta patria que derrama su folclor con alegría infinita.
ResponderBorrarEs cierto esto?
BorrarDe ser así, es maravilloso ver como las dos historias podrían encajar perfectamente, la real y la imaginaria se complementan.
BorrarQué interesante lo que cuentas, Luis. Yo he escrito mi historia basándome sólo en la letra de la cumbia y en la mínima información que encontré al respecto, donde se asegura que Pedro Albundia era sólo un invento de José Barros y que no existió. Lo imaginaba mestizo, "color majagua" como dice la canción (¿y qué color es la majagua?), humilde y fuerte...y temible, claro, pero apaciguada su bravura por alguna razón. Muchas gracias por tu información que enriquece bastante este sencillo blog, tiene lógica éso de "albun día", y que era negro... no se me ocurrió, pensé que todos estaban quemados por el sol y la intemperie. Un abrazo.
ResponderBorrarmm
ResponderBorrarEsta mañana muy temprano conversé con un hombre oriundo de las sabanas de Sucre aquí en Colombia y me dijo que el color de, la majagua con que se hacen cuerdas para amarrar, cuando está verde o recién sacada, es "colorada", es decir rojiza y se torna prieta o casi negra después de largo uso... otro dato que te puede ayudar es que la ciénaga de Zapatoza está más cerca de El Banco departamento de Magdalena que de Aguachica departamento del Cesar donde me encuentro en este momento y he vivido por casi toda la vida... Me da gusto compartir estos datos en tu blog que se interesa por temas que a mi me apasionan... Saludos
ResponderBorrarOtra vez gracias, Luis, por tus apreciaciones desde el lugar de "los hechos" literarios. ¡Cómo me gustaría recorrerlos también! - Entonces Pedro Albundia podía se mestizo muy quemado por el sol y la intemperie, pero más probable es que fuera de raza negra. En cualquier caso, la historia no cambia. La imprecisión de los lugares recorridos por Albundia me confunden a mí también... ¡andaba por todas partes el bandido!
BorrarEsta madrugada, ya acostumbrado al insomnio de los que transitamos más allá de las siete décadas me puse a leer la historia de ésa vieja canción colombiana que sin duda muchos la hemos disfrutado en el tiempo.Me gustó bastante por varios motivos.El primero de ellos, tu perseverante voluntad para descubrir que Pedro Albundia no existió.Luego, la trama de crearle una identidad y una historiacon un desenlace trágico al personaje.Tu imaginación para penetrar en ese terreno tan complejo de la naturaleza humana y depararnos un momento de emocionante espera.Sinceramente me agradó el relato .Finalmente agradecerte por ese momento y también por haberle otorgado vida al inexistente Pedro, Estoy seguro que de volverlo a encontrar nos contarás historias siempre interesantes.Un abrazo y hasta pronto
ResponderBorrarMuy agradecido por la apreciación, estimado Jorge. Saludos.
BorrarDon Ricardo, para nuestra alegría, al perecer el personaje si existió, solo q José Barros le cambio el apellido para lograr la rima. Según este artículo; http://m.kienyke.com/historias/jose-barros-y-la-piragua/
ResponderBorrarSaludos, Gabriel Osorio
Interesante... pero allí dice que: "... al obsecuente servidor del cachaco Cubillos, Pedro Arbórea, le cambió el apellido, llamándolo Pedro Albundia para que pudiera rimar Albundia con cumbia, "
ResponderBorrarVemos que al cambiarle el apellido le cambiaron también el apelativo de "obsecuente" por el de "temible", lo cual lo hace otra persona que nada tiene que ver con ese sirviente que supuestamente le dio origen al misterioso Albundia.
Agradezco la información.
Ahhh, que delicia leer todo este realto suyo, le agradezco porque me permitió entender tan magnifica obra.
ResponderBorrarGracias, aprecio mucho el comentario. Saludos.
BorrarUna basura su relato. Antes le han dado una referencia, aunque escueta, de Pedro Arbórea, y en ese mismo sitio se lee lo siguiente:
ResponderBorrarGuillermo Cubillos, navegante idóneo, viajaba constantemente entre el Banco y Chimichagua con la compañía de su auxiliar Pedro Arbórea, un hombre de pequeña estatura, de color moreno, malgeniado y buscapleitos que hacía las veces de cocinero.
De nuevo, y sin respeto, pues no merece respeto quien atropella la historia, le digo que su relato es una mierda.
Gildardo.
Señor Gildardo: Lo mío es ficción, entonces no me puede acusar de "atropellar la historia". Lo de Pedro Arbórea ya lo he contestado y agradecido, mas como ya aclaré, no concuerda con las características que la letra de la cumbia le atribuye a Pedro Albundia. Lo que usted piensa de mi relato es una opinión suya que no depende de lo que yo pueda decirle, como todos Ud. tiene sus gustos y preferencias. Lo que no comprendo es la furia de su comentario y ese afán de ofender, lo que obviamente no consigue. Sus palabras hablan de lo que Ud. es y no de lo que soy yo. A pesar de todo conservaré su comentario que por lo menos aporta cierta diversidad por oposición a la mayoría. Ya que no puedo agradecerle sus palabras, gracias por su tiempo.
BorrarPrimo, de tu curiosidad recurrente por conocer quien era el personaje, hiciste una historia que al lector lo pegado a ella, esperando su desenlace, pues tu estilo de narrar las cosas de manera clara, jocosa y con algo de buen humor, hace de tí un escritor, estoy seguro que te lanzarás en otras aventuras, muy emotivo, sigue adelante
ResponderBorrarAmigoss!!
ResponderBorrar¿Por que asumen que Pedro Albundia era remero??, si la canción dice "Doce bogas con la piel color majagua..."y con ellos el temible Pedro Albundia", no dice " y entre ellos", sino que con ellos y no entre ellos, es decir, los 12 bogas y además Pedreo Albundia, por lo tanto el temible iba de pasajero y no de remero, y probablemente sin pagar porque nadie se atrevía a cobrarle....
Es posible, pero ya no está Barros para preguntarle. Mi interpretación fue siempre ésa, que era uno de los doce, por las noches remaban a ritmo de cumbia, luego son doce sombras que ya no reman, no se menciona a Pedro para nada más, por éso me inclino a pensar que era un remero como los otros; y de allí nace el cuento. Gracias por tu comentario, Genovés.
BorrarHistoria triste y hermosa la que cuenta Señor Ricardo. Tristeza de vida sumida en la esclavitud auto impuesta, pero reinvindicada por el valeroso acto de reconocer la culpa y aceptar el castigo merecido, sin atajos como el suicidio . Este Pedro Albundia es temible por la fuerza de su coraje. Su historia merecía ser contada.
ResponderBorrarMuchas gracias por su apreciación, se ve que es usted una persona sensible. Su comentario me honra.
BorrarHubiera sido muy bueno que Pedro Albundia encarnara a un hombre histórico, pero los poetas juegan con la fantasía para dejar mensajes de superación y dignidad. Hace poco se descubrió la barca de Pedro el galileo que medía 6 metros y podía llevar 13 pasajeros, de modo que la piragua de Barros se ajusta a la realidad. A mí ese personaje me parece que podía ser temible en cuanto a arrojado y, si era el caso capaz de pelear con el que lo importunara, no en el sentido de ser un matón. Pudo haber sido un hombre humilde y trabajador que no pensaba más que ir y venir con sus 12 amigos como si ese fuera todo su mundo en una tierra donde los pobres no tenían posibilidades de crecer como prrsonas, cosa que retrata bien Gabo en su novela cumbre y en El coronel no tiene quien le escriba. Portanto, el bloguero no tiene que dolerse de un Pedro Albundia muy bravo que se debe limitar a ser un esclavo, porque el que Barros quiso pintar es un boga de nuestros ríos resignado y a la vez feliz de al menos tener quehacer y disfrutar de las sencillas delicias de la amistad y de la naturaleza circundante.
ResponderBorrarApreciado Jesús, como bien se deduce de tus palabras, el autor dejó abiertas varias posibildades al describir, aunque sea muy ligeramente, a Pedro Albundia como "temible". A mí siempre me intrigó esa denominación, esa cualidad me parece extraña a un sometido remero, por éso imaginé esa condición de auto-castigo que se impone un hombre, temible y temido por muchos. Gracias por tu interesante comentario.
BorrarEstuve intrigado mucho tiempo con el temible Pedro Albundia, imaginándolo como un tipo de barrios bajos, bares y que por donde pasaba todo el mundo lo veía con temor y respeto, el temor por su apariencia y el respeto por su capacidad física que demostraba cada vez que tomaba los remos, te agradezco por darme la oportunidad de conocer la historia de tan intrigante personaje ya sea ficticia o real fue un agrado leer lo que escribiste y también los comentarios del temible Albundia o algún día.
ResponderBorrarGracias amigo por tu comentario. Igual que tú, yo también estaba intrigado y quería saber algo de ese personaje que se mencionaba en la canción como si fuera real y uno tendría que saber de quién se trataba. Como ves, terminé inventando una breve historia sobre Pedro Albundia, y algunos generosos lectores le aumentaron algunas cosas, y entre todos estamos creando al personaje.
BorrarComo bien dices, seguramente que su presencia infundía algún temor, tenía que ser fuerte e imponente. Así lo imaginaba al escribir sobre él.
Interesante lectura, igualmente siempre me intrigó saber quién era Pedro Albundia, y por qué era temible.
ResponderBorrarTu historia la verdad me pareció un poco... ficticia, teniendo en cuenta que lo es pero a lo qu em e quiero referir es a que es demasiado fantasiosa en mi opinión, al menos poco probable aunque sigue siendo una posibilidad de lo que hubiera podido ser.
Respecto a la forma de abordar el quién era, he notado que quienes tratan de descubrirlo o al menos se cuestionan su existencia lo ven como uno de los 12 bogas, sin embargo de la manera en que yo lo veo "12 bogas con la piel color majagua y con ellos el temible Pedro Albundia" nótese ese "y con ellos" no "y entre ellos" lo que me hace pensar que bien si Pedro era parte de la tripulación, no era uno de los remeros de la piragua. Pero bueno son solo conjeturas.
Mi imagen mental era más de un "viejo lobo de mar" aunque navegara en un río, un navegante audaz, experimentado, y probablemente impulsivo y poco precavido. Pero he de admitir que puedo entender e imaginar lo que planteas y suena igualmente interesante.
Esa posibilidad de un marino venido a menos me parece excelente y daría para más peripecias y motivaciones; pero yo dejo el cuento como está, comprenderás que una vez publicado ya no me pertenece solo a mí. Me pareció muy interesante tu comentario, muchas gracias, Dex.
ResponderBorrarQue buena lectura en un blog... mis mas sinceras felicitaciones, más allá de lo ficticio o no del relato, Pedro Albundia es un personaje que a muchos nos pone a imaginar, llenándonos de preguntas y nos permite construir nuestra propia historia. Llena de ficción mezclada con nuestro realismo mágico.
ResponderBorrarEnhorabuena por tomarte el tiempo de compartir tu inspiración con aquellos que tomamos un vino al final del día para disfrutar el pasar del tiempo.
Un abrazo
Así es Carlos, durante muchos años me intrigó ese personaje secundario que creció en mi imaginación, hasta que decidí llenar el vacío yo mismo con este breve cuento, ya que no hallaba nada de él. Que haya personas generosas como tú, que lo califican de bueno, es una gran satisfacción que recibo con humildad. Gracias por la visita y por el comentario.
BorrarUJULE, TANTOS AÑOS CON LA DUDA DE QUIÉN ERA PEDRO ALBUNDÍA, NO TERMINA DE CONVENCERME QUE EL PERSONAJE SOLO SE HAYA INVENTADO PARA QUE RIMARA. PERO SEÑOR MIO, QUE HERMOSO O NO SE COMO DECIR FASCINANTE, CAUTIVADOR SU RELATO, PARECE TAN REAL, VAYA SI NO HUBIESE LEIDO QUE ES INVENTO, ME LA CREO. BESOS
ResponderBorrarMuy amable, gracias por tu apreciación. Bienvenida al blog, Ingrid.
BorrarRicardo,cordial saludo,estoy seguro,que todos los que llegamos hasta aqui es porque tuvimos el mismo interés,la misma inquietud que usted....es increíble como nuestra mente,necesite alejarse de la cruda realidad,
ResponderBorrarahondar en cosas que como usted lo dice,podrían ser banalidades,pues estoy feliz de saber que muchas mas personas nos escapamos de esas crudas realidades de la vida,para vivir por un rato o algunos días,momentos fantásticos como estar cerca de pedro albundia.....abrazos
Carlos: Tienes razón, y me diste en qué pensar al decir que quienes llegan hasta aquí es por el mismo interés en cosas que para otros pueden parecer banalidades. Sabemos que a veces algunos pensamientos de cierta profundidad pueden encontrarse en cualquier simpleza; aunque eso del remero Albundia no es tan simple de explicar y justo por eso nos intriga. Gracias por tu comentario que enriquece este espacio, estimado amigo.
BorrarQue buen relato sr. Kajatt. Mi hijo de tres años, con mucha frecuencia entona aquella mítica canción y me hizo devolver a mis años de infancia cuando en clase de música nos la enseñaban con mucho orgullo. Hoy mi pequeño hijo me dijo que le pusiera dicha canción en you tube que era la que le ponían en su escuela. en la búsqueda me encontré ua grabación de la canción original interpretada por Josè Barros y yo creo que fue la primera vez que le puse interés cuidado a su letra. De verdad me transporto a otra época y me intrigó la procedencia de sus personajes por lo que decidí investigar un poco y ahí fue donde llegué a su blog y me encontré con su relato. Quiero confesarle que me logró sorprender su historia y su forma de describir a tal personaje, me sentí viendo el inicio de una gran historia digna de un libro completo, la verdad quería que la historia continuara y transcurriera bajo su narrativa bajo los cielos del cesar.
ResponderBorrarMuy agradecido por sus palabras, estimado lector, y por compartir lo suyo que enriquece este blog. Ya el cuento es cosa terminada, no voy a tocar nada de su contenido.
BorrarEsto encontré en el artículo mencionado anteriormente de la web kienyke:
ResponderBorrarUn hombre conocedor como él, en esos momentos fértiles, bautizó nuevamente en su cumbia, al gran bote “Isabel Helena” de Guillermo Cubillo como La Piragua y al obsecuente servidor del cachaco Cubillos. Pedro Arbórea, le cambió el apellido, llamándolo Pedro Albundia para que pudiera rimar Albundia con cumbia, buscando acomodar la rima de las estrofas para hacer más fácil la narrativa musical.
Precisamente el arreglista y director musical Francisco Zumaqué recuerda cómo surgió el famoso nombre Pedro Albundia: “El sitio de reunión diario de los músicos en Bogotá era una cafetería-bar que quedaba al lado de la Emisora Nuevo Mundo. En ese lugar los músicos compartían sus composiciones y esperaban ser contratados para diferentes eventos. Estando allí, el maestro José Barros le pidió a sus amigos que le ayudaran a conseguir un apellido para Pedro, que rimara con cumbia. Todos jocosamente comenzaron a buscarlo, hasta que de algún lado apareció el apellido Albundia porque alguien lo relacionó con albóndiga, quedando el nombre completo Pedro Albundia, que cumplía con el requisito.”
Sorprendente aporte, Felipe, agradezco mucho que compartas esos datos con los lectores de este blog. La verdad que no esperaba llegar a tantas personas sensibles e interesadas en este tema. El cuento ya tiene vida propia, como puedes ver en la fecha, es de diciembre del 2013.
BorrarDesde siempre me imaginé a Pedro Albundia como un pirata venido a menos con el tiempo, con un pasado aventurero. Sin embargo me decepcionó también conocer los aparentes motivos de su inclusión en el Verso. Gracias por saciar a tu manera mi curiosidad, no se como hoy lejos de Colombia amanecí con ganas de escuchar la piragua. Como es de lindo ver a alguien con la mismas ganas de escudriñar en esta letra. Gracias, leer todo ha sido un tiempo bien invertido.
ResponderBorrarMuy agradecido por tus generosas palabras, Miguel Ángel, este cuento surgió de la misma forma en que lo he narrado: la sensación de que Pedro Albundia no se merecía tan pobre historia y sentía que él no estaba contento con esa situación. Disfruté al escribirlo, y fue como si me comunicara con el personaje, por qué medios no importaba mucho. Me alegra que haya sido de tu agrado.
BorrarUn saludo de Israel. No naci colombiano pero me hubiera gustado. Que tierra maravillosa y que gente de Dios.
ResponderBorrarInteresante que este cuento biográfico de un boga en el Magdalena quedará plasmado tal y como se lo merece.
ResponderBorrarAquí desde Costa Rica, siempre Pura Vida. Admirador de la cumbia toda mi vida. Podría tener alguna razón el hijo de Barros, que también es cumbialero. Veo un sentido de esclavitud que no creo que existiera en esos tiempos, no entiendo por que hacen la analogía con las galeras y si es así, siempre en las galeras así como en cualquier lugar había un jefe, un supervisor, una especie de contramestre, que no podía ser flojo, tal vez temible para los remeron que aún así los veo cantando como colombianos y no como esclavos pero siempre bajo el ojo de Pedro y el patrón, Guillermo Cubillo, dedicado a los negocios. Abrazo fraterno para los colombianos y especial para ti Ricardo.
ResponderBorrarInteresante observación, siempre habrá diferentes enfoques sobre un mismo asunto; eso nos demuestra la enorme variedad que existe entre las personas. Gracias por leer mi cuento y por por comentarlo, apreciado Alfredo Lizano.
BorrarGracias Ricardo. Ya le puedo contar a mi hijo de 6 años quien fue el "temible Pedro Albundia", y en en lenguaje que no hiera su inocencia de niño, pues hasta ahora le he descrito aventuras de un hombre amigo del "Hombre Caimán", que por su fiereza al cazar cocodrilos, babillas y caimanes, se ganó este apelativo por los pueblos que bordea un majestuoso río que atraviesa el corazón mismo de nuestra costa caribe, allá en el norte de este extenso y hermoso País.
ResponderBorrarLos dos sabemos que este cuento no es para niños y seguramente tu comentario es sarcástico, igual me complace que lo hayas leído. Un saludo a la hermosa y heroica Colombia.
ResponderBorrarBuscando a Pedro Piragua,
ResponderBorrarUn Albundia me encontré.
En la pluma de Ricardo,
Y en el canto de José.
Pues en mi imaginación Pedro Albundia era un capataz y capitán de la Piragua. El jefazo temido y respetado por todos.
ResponderBorrarGracias por su relato.
ResponderBorrarMuy interesante la historia de Pedro Albundia, desde cuando comencé a leer, imaginé que su rimen fue ese, porque también tengo hijas y considero que ese es el peor crimen que un hombre puede cometer, voluntariamente o no.
ResponderBorrarTambién me dedico a escribir vainas que me llegan a la mente, pero en especial sobre temas históricos; dos me han llamado la atención:El caso del antiguo guerrillero Pedro Pérez Delgado, apodado Maisanta, porque en su historia he conseguido hechos que no guardan relación con la lógica secuencial humana, fue quien dio vida y pasó a la historia el Vapor Masparro. El otro hecho fue la llamada Campaña Pacificadora de Pablo Morillo, que tanta sangre derramó allá en Colombia o antigua Provincia de la Nueva Granada y aquí en Venezuela, porque también tiene acciones que la historia no cuenta.
Estuve indagando y escribir noveladamente sobre hechos históricos se denomina UCRONÏA, creo que mucha parte de la historia se redactó bajo términos ficticios, no se dijo todo y por alguna razón política, aun se siguen ocultando ciertos hechos. Me gustó lo que redactó sobre Pedro Albundia e insisto, considero que es un deber tratar de reescribir la historia, más amena y más cercana a la realidad de su momento, para que sea más atractiva a las nuevas generaciones.
Para que no sigan especulando, les diré la versión que me contará el poeta recién fallecido Luis Eduardo Boadilla Vuelvas. Yo soy Moisés Morante Narváez y me encuentran en todas partes. Decía mi amigo que durante la violencia desatada tras la muerte de Jorge Eliécer Gaitán la región de El Carmen de Bolívar también se vio sumida en esa barbarie, que recojo en mi libro El Carmerazo. Don Pedro Albrincola que era su segundo nombre y no apellido porque este es Meza vivía muy cerca de Bajogrande, un corregimiento de El Carmen de Bolívar, era la época del alcalde Carimañola de San Jacinto, de la PoPol, del general Cueto y Pedro Claver, una noche su casa fue asaltada y sus jóvenes hijas violadas. Por lo que el escarnio y su vergüenza decidió irse a vivir a El Carmen. Uno de sus hijos varones se fue para los lados de Magangue convirtiendo en el personaje por ustedes buscados, homónimo de su padre pero que Albrincola fonéticamente es difícil tomar y el autor que lo conoció por referencias lo describe como albundia y no Albrincola. Otro hijo también homónimo dejo rogenie en El Carmen y su hija aún vive por la vía a cuatro bocas que colinda con el barrio El Prado y que pueden entrevistar. Gracias por leer Moisés Morante N. Cel:3012930105
ResponderBorrarMuy interesantes estos datos, se agradece la información que enriquece este espacio. Saludos Moisés Morante, bienvenido tu comentario.
BorrarSimplemente fascinante.
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