domingo, 29 de marzo de 2020

Aprender de la Pandemia


Calles desiertas y monumentos sin turistas. El mundo agradece.


No es poca cosa lo que está pasando desde mediados de marzo de 2020, el virus detectado a fines del año pasado desencadenó una pandemia que obligó a los gobiernos del mundo a tomar las medidas que todos conocemos, como el aislamiento social, llamado cuarentena en algunos lugares y hasta toque de queda en otros, pero el imperativo es el mismo: no salir de casa para tratar de frenar el contagio.
En la mayor parte de países se tomaron las mismas medidas y más o menos en los mismos días, algunos titubearon, como Inglaterra; otros se dejaron llevar por la confusión, como Brasil y Estados Unidos de Norteamérica. USA. Este último, como corresponde a un líder mundial, lidera la lista de infectados.

Hay quienes nos hablan de tal manera como si se tratara de  un dilema entre salvar vidas o salvar la economía, ante esa disyuntiva no habría mayor discusión: todos queremos la vida; sin embargo no es tan simple: no se salvarán todas las vidas con el sacrificio de la economía, así como no se salvará la economía sacrificando vidas, y la economía destruida o herida gravemente producirá también, entre muchas otras desgracias, la pérdida de vidas, vidas que se perderán por el ataque viral así como también por múltiples causas, como otras enfermedades más mortales que esta, hambre, depresión, suicidios y cuántas más que apenas podemos imaginar, mientras las guerras no paran y hasta se usa esta tragedia como arma. 

La hipocresía se agudiza en los ya hipócritas.

No estoy sugiriendo que se acabe con el aislamiento, de ninguna manera; y menos mal que no soy yo quien tiene que decidir sobre tan difícil situación; lo que digo es que a pesar que estamos haciendo todo lo que está a nuestro alcance, la influencia de nuestros sacrificios ante este brote es bastante limitada y modesta, no podemos hacer más y lo que podamos conseguir nos va a costar muy caro. Además están los irresponsables, rebeldes y/o ignorantes que al no cumplir las indicaciones están saboteando la de por sí difícil misión que nos hemos impuesto. 

Tan importante es el efecto de nuestra abstención de circular como antes, que la naturaleza parece recuperarse rápidamente de algunos de los estragos que le causamos, y en el reino animal se observa una serie de cambios en el comportamiento de varias especias que nos asombra pensar hasta qué grado estábamos interfiriendo en sus vidas. Se nota que nuestra reacción a la pandemia no es cosa que pase desapercibida al planeta.

Por lo anterior, es de suponer que los nuevos tiempos que puedan venir después de esta dura experiencia, serán vistos como algo muy valioso, un paraíso recuperado, a pesar de las estrecheces que traiga consigo, eso piensan los que son conscientes de que lo que viene no será igual que lo pasado: no puede ser igual. Pero...

Hay muchos que solo están esperando que "esto pase" para seguir haciendo lo mismo que hacían antes y que es lo que ha llevado precisamente a lo que estamos viviendo. No entienden que debemos cambiar o perecer. Fue hace un  momento que viendo un programa de televisión percibí hasta qué punto esto es cierto: la inconsciencia de mucha gente. Un sujeto le pregunta a una autoridad de la misión de la Unión Europea para latinoamerica ¿Cómo van a hacer para recuperar el turismo en Europa? La pregunta misma me pareció una horrorosa muestra de irresponsable petulancia. La contaminación de cada vuelo y/o de cada crucero es tal que solo se debería viajar por cuestiones absolutamente necesarias; el turismo masivo está destruyendo tanto el ambiente como los destinos turísticos mismos; sino, vean cómo está Venecia, Machu Picchu, Chipre o cualquier lugar que recibía visitas multitudinarias de aturdidos sujetos que van a captar sus propias (y muchas veces mediocres) imágenes como si ya no hubiera suficientes al alcance de todos. Viajes completamente prescindibles que solo sirven para mantener a flote a diversas empresas de transporte y de turismo cuyo mayor pecado es lucrar contaminando el planeta, contaminación de la que nadie se hace responsable. Este es solo un ejemplo, y no el menos importante, de qué es lo que debemos pensar, qué es lo que tenemos que cambiar. Porque si estamos esperando que "esto pase" para seguir con la orgía de contaminación y derroche en que vivíamos, mejor sería que nos lleve la pandemia y que sea lo que tenga que ser.
Feliz domingo.
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