domingo, 10 de noviembre de 2019

"Cómo se pasa la vida..."

Nos gusta pensar que vamos al cielo


Es inevitable que dos tardes de otoño se parezcan entre sí, también que en la descripción de una pena se puedan usar las mismas expresiones que en otra.
Las cosas se asemejan, las palabras, que con diferentes letras tratan de expresar la misma idea, no hacen más que seguir esa tendencia. En fin, nuestra lengua, como nuestras vidas, no son tan extensas y mucho menos infinitas.
Nadie como Jorge Manrique, en el siglo XV, supo expresar con tal belleza poética lo que con bastante acierto y más temprano en el tiempo se había escrito acerca de las meditaciones sobre la muerte, en especial cuando nos quita un ser querido. Las tristes campanadas fúnebres de su obra resuenan a través de los siglos, ante ellas no podemos quedar indiferentes.

Los versos del caballero medieval atraviesan las centurias con su cadencia triste, cargados de noble filosofía. Los míos, que comparados con los suyos no son  más que un pálido reflejo en algún oscuro recodo de un ignoto río, no son copia, ni plagio, ni imitación, son simplemente la demostración de cuán hondo ha calado su forma de expresión que no quiero escribir sobre este tema de otra manera, lo cual es también un modesto tributo a su genialidad.

Más de quinientos años después, nuestra visión filosófica de la muerte no ha cambiado, podemos leer las Coplas por la muerte de su padre y sentir que fueron escritas para la eternidad.



Los que se van

(Ricardo Kajatt)

Se van yendo uno a uno,
familiares tan queridos,
muy amados;
también algunos amigos,
en esta lucha abatidos,
se han marchado.

Es natural el llorar
pues la pena que nos dejan
es inmensa,
mas nada hay que suplicar,
pues aquellos que se alejan
nos compensan

no con tesoros o herencias,
que causan más divisiones
que alegrías,
sino con esas vivencias
y con esas ilusiones
compartidas.

Dejemos que en paz descansen,
ellos están en su gloria
merecida;
que el consuelo nos alcance
conservando su memoria
cada día.

Uno más llegó a su fin,
bendito Dios lo llevaste,
fue su hora;
ya reposa en tu jardín,
a nosotros nos dejaste
por ahora.
~

2 comentarios:

  1. Así es Ricardo, los que se han ido nos dejan por un día ya los seguiremos cuando nos llegue el momento,ten en cuenta que cada día vivido es un día menos en lo que nos toca vivir

    Frenando Atala Schaefer

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  2. Efectivamente, la muerte de un querido deja una profunda huella en nuestro recuerdo. Como dices, Jorge Manrique en sus Coplas a la Muerte de su Padre, describe la fragilidad de la vida y el sorprendente silencio con el que actúa la muerte. Hermosa tu composición, me gustan las afirmaciones de que quienes nos dejan pasan a mejor vida y que quedan en nuestros mejores recuerdos.

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