martes, 20 de noviembre de 2018

Cuando se quiere hacer justicia


Mechain - Perú 21


Hay un país, que aunque es el mío (o yo de él, sería más correcto) no puedo decir que se caracterice por ser ejemplo de justicia e imparcialidad, en realidad, al menos durante los últimos 525 años el Perú ha sido una especie de muestrario de las más horrendas iniquidades y de la más repugnante hipocresía.

- ¡Cómo quiere a su país, oiga usted!

- Es que quererlo no es ignorar lo malo, al contrario, hay que decirlo y bien fuerte.

De vez en cuando, como en todas partes, aparecen algunos hombres extraordinarios por su honestidad, deseo de justicia, valentía fuera de serie; y hasta ahora lo que se ha visto es que han terminado mal: traicionados por aquellos mismos a los que querían servir, ayudar o salvar.
Es ingrata la gente. Es bruta también a veces, y se deja engañar por trampas muy bien urdidas y/o por chabacanerías de las que uno no se explica cómo pueden ser creídas.
A veces es simple complicidad con el mal.

No se puede acusar sin pruebas, clama el ladrón de vida opulenta, mucho más lujosa de la que puede tener con sus ingresos conocidos. Presunción de inocencia, gustan decir como si fuera una fórmula mágica, y amenazan con demandar a quien los trata de delincuentes. Imparcialidad también les gusta decir.
Pero el único que tiene que ser imparcial es el juez. Nadie más: El defensor lo proclama inocente, el fiscal lo acusa de todos los crímenes y delitos que pretende demostrar, y la gente está en todo su derecho de opinar y suponer lo que le dé la santa gana, porque al fin y al cabo no es ella - la gente - la que dictará la sentencia legal.

- Pero influye, oiga.

- Y está bien que así sea ¿O somos de palo?

Sucedió el sábado pasado. Un pez gordo (pez rata, o rata gorda), fue llamado a declarar como testigo, se suspendió la audiencia porque aparecieron nuevas informaciones y se le dictó prohibición de salida del país pues con los nuevos datos pasaba de testigo a investigado. El señor García - que de él hablamos - dijo muy suelto de huesos y de carnes, no hay problema, me quedo feliz en mi patria y esa misma noche ya estaba metido en la embajada uruguaya pidiendo asilo porque "temía por su vida".
Sabíamos que era cobarde, pero no sabíamos que era tan estúpido. Porque esas poses de gran macho las tenía cuando estaba asegurado por compinches en todos los flancos, bastó que uno de ellos - de los flancos - flaqueara un poco, para descubrir al verdadero Alan García: enterrador de partidos, "partidor" de enteros, comodín descarado, psicópata comprobado y más características que dejo de anumerar porque quiero que por lo menos un lector continúe con el presente. El presente artículo, porque la rata, aunque dentro de Lima, está como  ausente, así como gustaba Pablo Neruda: callado y ausente, escondido como la gran rataza que es y piensa que puede ocultarse tan fácilmente.

No sé si al publicar este comentario se le haya concedido el asilo en Uruguay, lo que sí sé es que ya está causando un gran malestar en ese pequeño gran país, y Tabaré Vazquez, su presidente, estará maldiciendo la hora de haberlo conocido, porque tengo entendido que el Dr. (Vázquez) tiene una que otra cosita que preferiría no remover, y con este tremendo tiburón metido en su embajada, y teniendo que decidir sobre el asilo, no hay modo - o no hay por dónde - que esas cosas pasen desapercibidas dentro de su país.
Estábamos más o menos, pero vino este huevonazo a jodernos la vida. Creo adivinar, sino las palabras exactas, el sentir del Dr. Tabaré Vázquez.

Y dentro del Perú, saltan voces y hocicos asombrosamente inverosímiles.
¡Qué esto no es justicia, es abuso! Claro, se habían acostumbrado al cojudeo, al hueveo simple y llano por el cual prescribían las causas una tras otra, en lo que el ¿Doctor? García es experto.


- ¿Doctor en qué es García?


- En eso mismo: en cojudear a la gente.


Como dije, se acostumbraron, muchos, a que a los grandes ladrones no se les toque, en caso extremo podían ser "interrogados" por escrito y con preguntas pre-acordadas. Era un asco, y posiblemente seguirá siendo así tras este breve periodo de esperanza que tanto incomoda a los mafiosos y quieren que termine lo más pronto posible. Por eso hay que defenderlo y evitar que acabe mal. 

El juez Carhuancho es un jez "canero", dicen horrorizados, eso es sevicia, es tortura, chillan otros porque las audiencias les parecen muy largas, como si el juez no se pasara también las mismas horas al pié del cañón, igual o más tiempo que los "honorables" investigados.

Ese fiscal está loco, dicen por el dedicado Dr. José Domingo Pérez, porque en su puta vida vieron un fiscal que se atreva a llamar a los poderosos a declarar. Está loco, claro, porque pudiendo coimear y llenarse los bolsillos prefiere trabajar, arriesgarse él y su familia y jugarse por su patria. Están locos el juez Richard Concepción Carhuancho y el fiscal José Domingo Pérez. 
Necesitamos más locos como ellos, mientras tanto, denunciar, gritar y hacer oír lo que pasa cada uno desde su rincón o gran espacio, según sea el caso.
Y que los partidos políticos están siendo usados como organizaciones criminales, qué duda cabe. Aquí va otro partido que desaparece por causa de su propia corrupción, esta vez el partido más grande que se vio en el Perú: el Apra.


Adiós Apra hundida


Alan García y Toledo
están al mismo nivel,
mejor dicho desnivel
porque se cagan de miedo.

Así como ya no existe
el partido de Toledo,
Alan preparó el entierro
esto el Apra no resiste.

Aunque no era de mi agrado,
no se le puede negar
que supo hacerse notar
en un tiempo ya pasado.

"Solo el Apra salvará
al Perú", se pregonaba;
Alan, tras doble cagada
seguro lo enterrará.

Si no se salvó el partido
que iba a salvar a la patria,
que no se salve la rata
que lo dejó destruido.

Con sus luces y sus sombras 
fue lo mayor que se vio,
Alan vino y lo jodió
de tal forma que me asombra.
~

1 comentario:

  1. Muy acertada tu percepción de lo que está pasando en nuestro país, es lamentable que el APRA, el único partido político en el Perú, ya que los competidores solo son agrupaciones políticas al rededor de un charlatán, incluído Alan García, que con su elocuencia engañó a la gente realmente aprista, al mismo Víctor Raúl Haya de la Torre, a Towsend, a Prialé a lumbreras como Luis Alberto Sanchez.

    Un tío mío, miembro prominente del partido y amigo de mucho tiempo de Víctor Raúl, fue uno de sus ministros, y al cabo de 5 meses iba a renunciar al cargo porque Alan no se pegaba a las metas del partido, y para evitar el escándalo, aceptó la embajada del Perú en EE UU ya que él residía en ese país hacía 50 años, estando yo allí con mi negocio, nos citamos para un asunto personal, en esa reunión me contó que quería dejar la embajada, y Alan no le contestaba por ningún medio desde que fue nombrado embajador, y tuvo que quedarse hasta el final del gobierno ya que no tenía a quien dejar la embajada.

    Cuento este asunto personal, porque yo conocí el APRA por el que lucharon mi padre y dos tíos, hijos de inmigrantes prósperos, que de no tener emoción social no hubieran participado en los abatares de la política, y seguí el consejpo de mi padre de no meterme en política.

    Lo que hay ahora es una podredumbre que viene desde la época de la colonia, como bien lo has señalado, y esto no solo está pasando en el Perú, están embarrados muchos países de Centro y Sudamérica, parece que este mal es un virus muy contagioso, que hace que se deje de lado honor, integridad, honestidad hidalguía, etc. Embarrándose en la misma mierda todos sin ningún empacho.

    Tengo que decir otra vez, que pena Perú

    Fernando Atala

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