domingo, 22 de abril de 2018

Cuentos no creíbles - 2 El más allá


- ¡Fuego!

Escuchó la orden pero no el sonido de los disparos que llegó cuando ya no podía oír nada, sintió que le reventaba el pecho y casi llegó a percibir que le quemaba, pero antes de que algún dolor, falta de equilibrio o caída se hicieran sentir, se vio a sí mismo como desde afuera, desde arriba, como algunas historias que había escuchado o leído antes, tirado sobre su propia sangre que se expandía en un charco oscuro bajo su cuerpo mal posicionado, como de muñeco roto.
Se alejaba rápidamente de la superficie, se elevaba, sin ninguna duda con suficiente velocidad de escape para abandonar el influjo planetario, aunque tal vez, siendo espíritu puro, ese detalle no importaba para nada; allá fue, no había ningún túnel, y como podía esperarse, al final se encontró frente a una enorme puerta, no debería haber nubes a esa altura, más allá de la estratosfera pero, cosa rara, las había.
Abrió la puerta un hombre con alas y una espada al cinto; como disfrazado para un carnaval, pero serio; un ángel guerrero cuidando la entrada, pensó... qué raro, sus razones tendrán.

- Venga por acá, caballero - dijo el rubio guerrero - voy a ver su historial.

- Cómo no, respetable ángel.

- Arcángel, si me hace el favor - aclaró el susodicho, y luego de consultar su base de datos, frunciendo levemente el ceño agregó - Mmmhhh... para mí que esto cuenta como suicidio, no sé si vas a entrar.

- Tú no eres San Pedro - se atrevió a tutearlo.

- No, solo lo estoy reemplazando.

- ¿Será posible que pueda ver al Señor Dios, por favor? Creo que sería mejor que Él decida, sin ánimo de menoscabar su arcangélica dignidad.

El ángel, o arcángel según dijo, calló; tras un momento de reflexión, dijo - Gente educada como tú no ofende, vamos - y lo llevó de la mano hacia un lugar más alto del que se encontraban... abajo, a lo lejos, se divisaba la Estación Espacial Internacional como un juguete de niños. Entraron a otro recinto, no se podía calcular el tamaño.

- Llegamos - le dijo el ángel - Saca tu número.

Asombrado por lo banal de la situación, se quedó paralizado un instante - ¡No puede ser..! murmuró.

- Deja nomás, es una broma - dijo el guía entre risas... pasa pasa, no hagamos esperar al Señor.

- ¡Siempre con tu mismo chiste, Gabriel! Y no seas sobón - dijo Dios - bien sabes que tengo toda la eternidad a mi disposición - y dirigiéndose al recién llegado - ya sé lo que hiciste: buscaste tu propia muerte ¿Qué puedes alegar a tu favor?

- Que la causa era proporcional al acto, Señor, está escrito así en el reglamento de tu Iglesia. Modestamente, hice casi lo mismo que tu Hijo, pero yo me he sacrificado solo por el bien de mi Patria.

Mientras decía esas palabras, sentía que ya su patria y el mundo entero le importaban muy poco. La vida misma le parecía ya algo ajeno y de poca monta, pero no tenía otra explicación que la verdad, ahora menos contundente que cuando la planeó y llevó a cabo, y solo atinó a decir lo que había pasado, aunque ya sin la pasión de antes.

- Te las sabes todas, muchacho. "Capítulo 2, Inciso a - 4: Que haya una causa proporcionada (como el bien de la patria, el bien espiritual ajeno, etc etc...)" - recitó Dios como de memoria, y agregó en tono un poco más serio - no saben tus compatriotas lo que han perdido, pero bueno... eso de patrias y religiones ya está cumpliendo su ciclo, ahora causan más perjuicios que beneficios. Y sobre pretender equiparar tu pobre plan con el Mío... pecas de soberbio y un poco de estúpido, porque desde ya te digo que no dio ni dará resultado.  

- ¿No te parezco digno de entrar a tu Casa, Señor Mío?

Dios lo miró sin responder, la vista fija, entre indiferente y pensativo, no dijo nada. El hombre se atrevió a más.

- En la tierra hay mentira, sufrimiento, maldad, enfermedades, guerras, injusticias... ¿Es qué no lo sabes, Señor? ¿Lo sabes y no te importa? ¿No quieres evitarlo, o no puedes?
Filósofos y teólogos se preguntan porqué existe el mal... ¿Será que ahora este humilde trozo de tu creación podrá aspirar a entender algo sobre eso?

Dios entrecerró los ojos, como para concentrar mejor el foco de su divina mirada, y habló con potente voz:

- ¿Crees que puedes interrogar al Señor Tu Dios? Ya todos deberían saber que mis designios son inescrutables ¡Y no abuses de mi infinita paciencia que en una de esas se me acaba! - Dirigiéndose al ángel, le ordenó: Déjalo pasar, Gabriel, pero no le quites los ojos de encima porque le veo inclinaciones subversivas.

- Amén - dijo Gabriel, haciendo una leve inclinación, sin llegar a arrodillarse, y tomando al recién llegado por el brazo lo llevó con él.

Mientras se alejaban, Dios dijo: ¡Y Pedro de vacaciones..! Hasta los santos se aburren de tanta eternidad.

El hombre sintió una inexplicable sensación de descontento, como si no quisiera estar en el paraíso, mientras lo inquietaba otra cuestión: Parece que acá no tienen reencarnación, habría que pensar en algunas reformas. Por primera vez se mezclaba con la multitud de almas benditas, y desde ese mismo instante comenzó a tratar de entender qué clase de mentalidad prevalecería entre quienes gozosamente disfrutaban del Reino de los Cielos. A Jesucristo no lo veía por ninguna parte, entonces murmuró:

- ¿Una eternidad aquí? ¡Qué vaina!

- ¡Te acabas de ganar el cielo y todavía te quejas! - le reprochó el ángel.

Es que el espíritu humano está siempre insatisfecho.
~

1 comentario:

  1. La curiosidad y la ambición del ser humano, al parecer, no desaparecen en el cielo, lo debes saber puesto que has estado allá, y quien como tú que has conocido a Dios; lo que no me explico es ¿Cómo has regresado?, ja ja ja.

    Interesante y amena tu narración, pero si te refieres a PPK, este debe estar con don "Sata", pues había resultado ser, no una rata, sino una loba, de repente es hermano de Romulo y Remo, aunque estos no robaron nada, pero estuvieron en el monte Aventino lleno de cacos.

    Fernando Atala

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