lunes, 28 de abril de 2014

Elogio del matrimonio.


DE LA CRISIS A LA CATÁSTROFE


Se discute frecuentemente acerca de la conveniencia del matrimonio, tanto para hombres como para mujeres; generalmente los que discuten el asunto son aquellos que ya están inmersos dentro del mismo, lo cual sería un indicio de que algo no marcha del todo bien en tan sagrada institución. Sin embargo, muchos solteros siguen aumentando las filas de parejas consagradas por las leyes terrenas y divinas que los mantendrán unidos … ¡para siempre! Aunque ese para siempre tiende a ser cada vez más corto. Seguramente el matrimonio está en crisis, lo cual no es ninguna novedad... está en crisis desde que se inventó y seguirá estándolo por los siglos de los siglos, porque creo que siempre habrán románticos de temporada que lo mantendrán vigente... y en permanente crisis, siempre al borde de la catástrofe.
"En el exiguo momento que nos queda entre la crisis y la catástrofe, bien podemos beber una copa de champán ", dijo Paul Claudel, poeta y dramaturgo francés, cuando estaba como embajador en Estados Unidos a principios de 1930.
Ya ven, siempre es posible pasarla bien; mantener la elegancia aún en medio del desastre... ¿qué desastre? Ninguno. Estar casados es el estado ideal, el estado natural, del hombre especialmente... vean sino las caras de felicidad de los maridos, por ejemplo en el supermercado, en el restaurante... ¡en las tiendas de ropa y zapaterías! Cómo derrochan ingenio y alegría agasajando a sus queridas esposas. Cómo se les nota la felicidad que les irradia desde adentro.
¿Acabados? Ja ja ja! Éso lo dicen los envidiosos solteros que no tienen quien interrumpa su paz y silencio con una adecuada palabra, o mejor dicho palabrería, que trae con ella todos los arcanos profundos del cosmos y sobre todo del caos.
Incomprensibles preciosuras que nos llevan al límite de nuestras emociones, arrebatándonos de la indolencia reposada en que el soltero pasa sus áridos e infecundos días.
"Hasta que la muerte los separe..." ¡No! ¡Ni la muerte podrá acabar con tan sagrado e indisoluble vínculo! (¡¡¡socorro!!!!) La muerte no nos librará, perdón, decía que la muerte no conseguirá hacer mella en esos dulces lazos con que tuvimos la dicha de ser ¿lazados? Bueno... dulce tormento que se soporta por los hijos... ¡No! ¿qué le pasa oiga!? Dulce estado que tiene sus compensaciones, valiosísimas; sobre todo cuando tienes la oportunidad de demostrar que tu amor no se basa solamente en el libidinoso atractivo fisilógico sino que va más allá... que le duela la cabeza, bendita ocasión para hacerle ver que la amamos, que respetamos sus tiempos y sus momentos y ya veremos qué nos hacemos con nuestra impudicia, mal disimulada a veces... mientras el pobre soltero, en estos tiempos de sexo fácil y amor difícil, no sabe lo que se pierde... ¡bendito sea! Así como nosotros no sabemos lo que él se gana.
En estos tiempos de sexo fácil, el verdadero amor es muy difícil de hallar.... ¿Cómo? ¿Y no era éso lo que ansiábamos tanto en los años atolondrados de la primera juventud? - Pero justamente por éso cabe decir que hemos madurado. Maduros estamos ya para el verdadero amor. Y así como de la distraída juventud pasamos a la reposada madurez, ya en la madurez estamos listos para pasar con toda dignidad a la siguiente etapa de nuestra grandiosa evolución... la podredumbre.
Podridos pero realizados, dejando tras nuestro la viva herencia que la naturaleza nos exige: los hijos, que sólo de verlos se nos llenan los ojos de lágrimas, de cuán bestias nos han terminado por salir... perdón, las lágrimas de emoción al ver realizado el sueño de apreciar nuestra gloriosa semilla germinada en el surco fértil de la persona amada, mostrando al mundo entero la gloria de tanta felicidad que ya no cabe en esta página. Felices entonces los casados... pobres solteros que ni se imaginan lo que se pierden... y que sigan sufriendo en su ignorancia... más les vale.
~ o ~

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