Jorge Luis Borges, dibujado por el ilustrador y caricaturista argentino, natural de Mendoza, Andrès Casciani. Imagen tomada de: andrescascianicaricaturas.blogspot.com |
MIS LÍMITES
Obviando
la semana santa, el domingo de pascua y la reciente muerte física
del inmortal Gabriel García Márquez, tengo otro tema que tratar hoy
y que nada tiene que ver con los acontecimientos mencionados. La vida
sigue y yo sigo en lo mío.
Lo
que voy a contar a continuación puede parecer de una intolerable
petulancia, una falta de sentido de las proporciones o quizás hasta
una atrevida soberbia; nada más lejos de la verdad. Los que
me conocen bien, saben de mi sencillez y de mi manera casi ingenua de pensar
algunas cosas; aún así una comparación con Jorge Luis Borges parece descabellada; pero, trataré de explicar de qué se
trata: Yo a Borges lo siento como un amigo desde mis jóvenes años; más tarde me
acompañó desde sus libros en mis frecuentes viajes y muchas más veces
de las que hubiera deseado, fue mi única compañía, más constante
incluso que mis dos amigos más cercanos: Carlos y Andrés, con
quienes de diferente manera compartía ciertas inquietudes propias de esa etapa de la vida. Lo que más leía era su prosa: cuentos, ensayos, lo que él llamaba inquisiciones; era como tener una charla con un amigo muy sabio que te cuenta cosas interesantes; leía también su poesía, pero menos, me concentraba más en los relatos.
Bueno,
aquí la cuestión: Jorge Luis Borges tiene un poema que no puedo
negar que es el que más me gusta de todos los que escribió; creo que mejor debo decir de todos los que leí de él; se
llama Límites y me parece magistral, no tanto por la rima sino por
el contenido profundo y la fuerza de sus versos. Se refiere a los límites que
nos impone nuestra condición de mortales y nuestra incapacidad para
ver el futuro; menciona a un Quien con mayúscula, refiriéndose a un
dios o a un supremo ser que él reconoce; algo raro en su faceta de teólogo
ateo como era él; quizás se trata solamente de un recurso literario
y no de una confesión de creyente. Nos dice que no sabemos cuándo
estamos viendo por última vez a una persona ni si nos estamos
despidiendo de ella sin saberlo; cuándo estamos caminando por última
vez alguna calle o un lugar cualquiera; no sabemos si vamos a tener
la oportunidad de volver, y luego, de la mano, nos lleva a diversos lugares y a
situaciones con una asombrosa rapidez que nos aturde; por ejemplo que algún
libro habrá en nuestra biblioteca que no leeremos nunca... nos dice, y otras verdades más que nos estremecen. No la voy a explicar toda, al leerla más adelante la podrán apreciar y en cada re lectura seguramente hallarán algún nuevo matiz, algún nuevo detalle que había pasado tal vez desapercibido en lecturas anteriores.
Borges
era sin duda un maestro, en todo el sentido de la palabra porque
también daba consejos de cómo escribir, por ejemplo. Yo, que no
pretendo llamarme su alumno para no desatar inútiles polémicas, me
declaro su amigo porque así lo siento y me place; y pienso que para ser amigos
no es necesario compartir todos los pensamientos y las preferencias;
es más cosa de vibraciones metafísicas que de otra cosa; yo,
tratándose de política por ejemplo, no me meto a escudriñar la posición de un amigo; tampoco de religión o incluso de moral.
La amistad es otra cosa. Ahora lo dejamos así.
Bueno,
si un poema te gusta tanto, no es extraño que lo aprendas de
memoria, dependiendo de la capacidad de memorizar, puede ser que lo recuerdes todo o por lo menos algunas
partes; éso me pasa a mi con Límites, olvido a veces algunas
partes que recupero al releerlo, pero siempre me es fácil recordar los primeros
versos, y un día cualquiera, yo, que soy un romántico,
casi sin querer, comencé a variar las palabras del poema:
Donde Borges dice:
De
estas calles que ahondan el poniente
yo
recité:
De
las flores del jardín que hay en mi mente
el
dice:
una
habrá (no sé cuál) que he recorrido
y
yo digo:
una
habrá, no sé cual, que me ha querido
sigue
el maestro:
ya
por última vez, indiferente
y sin adivinarlo, sometido
y sin adivinarlo, sometido
y
prosigo yo:
de
una manera a todas diferente
y
que quizás yo no haya comprendido
Más adelante ya me libero de reproducir las mismas terminaciones que él porque éso sería un trabajo como para un Hércules mental y yo, dimensionándome, arrugué; pero es que tampoco le encontraba mucho el sentido a hacer éso, me basta el principio, y luego, ya más libre, voy expresando mis inquietudes, seguramente más simples que las de Borges y sobre todo más personales, aunque en el fondo no tan distintas porque las vicisitudes del corazón masculino no quedan muy atrás de las del alma y el ser completos que nos presenta la poesía original.
En
lo que no habrá punto de comparación es en el tratamiento del tema;
la cultura de quien me inspiró estos diez cuartetos (porque éso sí,
el mío, aunque más humilde, es de la misma extensión que el suyo)
decía, su vasta cultura lo pone en un nivel que yo no pretendo
alcanzar, y sus metáforas corresponden precisamente a esas alturas.
Bueno, por éso es mi amigo... no me junto con cualquiera.
Veamos
primero el mencionado poema de Jorge Luis Borges. Vale el esfuerzo
leerlo, se los aseguro.
LÍMITES
Jorge
Luis Borges
De
estas calles que ahondan el poniente,
una habrá (no sé cuál) que he recorrido
ya por última vez, indiferente
y sin adivinarlo, sometido
una habrá (no sé cuál) que he recorrido
ya por última vez, indiferente
y sin adivinarlo, sometido
a
Quién prefija omnipotentes normas
y una secreta y rígida medida
a las sombras, los sueños y las formas
que destejen y tejen esta vida.
y una secreta y rígida medida
a las sombras, los sueños y las formas
que destejen y tejen esta vida.
Si
para todo hay término y hay tasa
y última vez y nunca más y olvido
¿quién nos dirá de quién, en esta casa,
sin saberlo nos hemos despedido?
y última vez y nunca más y olvido
¿quién nos dirá de quién, en esta casa,
sin saberlo nos hemos despedido?
Tras
el cristal ya gris la noche cesa
y del alto de libros que una trunca
sombra dilata por la vaga mesa,
alguno habrá que no leeremos nunca.
y del alto de libros que una trunca
sombra dilata por la vaga mesa,
alguno habrá que no leeremos nunca.
Hay
en el Sur más de un portón gastado
con sus jarrones de mampostería
y tunas, que a mi paso está vedado
como si fuera una litografía.
con sus jarrones de mampostería
y tunas, que a mi paso está vedado
como si fuera una litografía.
Para
siempre cerraste alguna puerta
y hay un espejo que te aguarda en vano;
la encrucijada te parece abierta
y la vigila, cuadrifronte, Jano.
y hay un espejo que te aguarda en vano;
la encrucijada te parece abierta
y la vigila, cuadrifronte, Jano.
Hay,
entre todas tus memorias, una
que se ha perdido irreparablemente;
no te verán bajar a aquella fuente
ni el blanco sol ni la amarilla luna.
que se ha perdido irreparablemente;
no te verán bajar a aquella fuente
ni el blanco sol ni la amarilla luna.
No
volverá tu voz a lo que el persa
dijo en su lengua de aves y de rosas,
cuando al ocaso, ante la luz dispersa,
quieras decir inolvidables cosas.
dijo en su lengua de aves y de rosas,
cuando al ocaso, ante la luz dispersa,
quieras decir inolvidables cosas.
¿Y
el incesante Ródano y el lago,
todo ese ayer sobre el cual hoy me inclino?
Tan perdido estará como Cartago
que con fuego y con sal borró el latino.
todo ese ayer sobre el cual hoy me inclino?
Tan perdido estará como Cartago
que con fuego y con sal borró el latino.
Creo
en el alba oír un atareado
rumor de multitudes que se alejan;
son los que me han querido y olvidado;
espacio y tiempo y Borges ya me dejan.
rumor de multitudes que se alejan;
son los que me han querido y olvidado;
espacio y tiempo y Borges ya me dejan.
~
o ~
Ahora
el mío, más personal, pero que surgió de alguna manera del que acabamos de leer y por lo
tanto, aunque desde su modesta composición, su sencillo tratamiento
y su simple poesía, se atreve a compararse con la obra del maestro.
Todo es posible en este universo, hasta comparar mi poesía con la de
Borges; porque de comparar, podemos comparar, y en este caso el
verdadero motivo es agradecer por la inspiración recibida.
Éste
es el mío, y ya que de Límites deriva, entonces que se titule,
porque lo escribí yo: “Mis límites.”
MIS LÍMITES
Ricardo
Kajatt Súmar
(Gracias
Jorge Luis)
De
las flores del jardín que hay en mi mente
una
habrá, no sé cual, que me ha querido
de
una manera a todas diferente
y
que quizás yo no haya comprendido;
será
tal vez aquella que he dejado
sin
saber el porqué de esa ruptura,
tras
el goce que habíamos hallado
y
que me hizo amarla con locura;
o
esa otra, la niña encantadora,
que
tierna entre mis brazos se quebraba
y
pese a su presencia bienhechora
vi
como el dulce idilio se acababa;
tal
vez aquella que me dio sus besos
en
la primera noche del encuentro,
la audaz amante que muy bien por eso
supo
con tal dulzura dar contento;
quién
sabe si no fue la del abrazo
más
triste entre todos los vividos,
la
que sufrió conmigo ese fracaso
sin
haberlo siquiera merecido.
No
son muchas, a todas las recuerdo,
las
adoro otra vez al contemplarlas
aunque
no estén; en sueños cuando duermo,
o
despierto, tan sólo al evocarlas.
¿Qué
es lo que quiere el corazón del hombre?
Qué
es lo que busca y procura en ese ser
tan
divino, que sólo con su nombre,
ya
nos deja fascinados: la mujer.
Si
la vida me diera de regalo
tenerlas otra vez entre mis brazos,
reviviendo
los tiempos ya pasados
besaría
feliz aquellos lazos.
Y
aquí en mi presente dolorido,
con
mil sueños tirados por el suelo,
aunque
viva añorando lo que ha sido
la
vida me prodiga aún consuelo.
Quiero
vivir así para adorarla,
bendigo
el bello don que se me ha dado
que
es sentirla dentro mío para amarla,
no
sé a quién, pero siempre enamorado.
~
o ~
Gracias amigas y amigos por leerlo; no creo estar solo en estos pensamientos, estoy seguro que hay quienes los sienten de manera similar; y ése es el motivo que me hace compartir con ustedes esta poesía tan personal e íntima.
Abril
2014
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