viernes, 7 de febrero de 2014

CÓMO ME LIBRÉ DE UN ASALTO.

 VIAJE CON LOS ÁNGELES

De Huancayo a Huánuco: escapar de una emboscada.

*
Una noche en Huancayo, saliendo de visitar a unos amigos, noté una sospechosa separación entre la tapa de la maletera y la carrocería de mi auto, un VW escarabajo del 77; un feo presagio me asaltó al instante. Levanté sin dificultad la cóncava cubierta que estaba ya sin el seguro y me encontré con el espacio vacío que confirmaba mi temor.

  • ¡Pura madre! ¡Me tiraron la llanta de repuesto!


Efectivamente, y no era éso lo peor, porque si bien un llanta completa con cámara y aro no es muy barata, el problema se agravaba porque no había cómo conseguir llantas ni muchas otras cosas que figuraban en la extensa y macabra lista de productos desaparecidos. Transcurría el primer gobierno de Alan García (1985-1990) y el desastre ya había comenzado. Faltaba de todo, y ese ambiente de continua zozobra nos tenía a todos en un estado de permanente angustia. Cada día era un agitado capítulo de la larga odisea que vivíamos los aguerridos hijos del Sol1, o ya del Inti creo, pues no estoy seguro cuándo se cambió la moneda por primera vez en esos años locos. El “Sol” y el “Inti” (que significa también sol, en idioma quechua), son denominaciones de monedas peruanas.
Felizmente en Huancayo tenía suficientes amigos y conocidos, por lo que conseguí comprar una llanta con su respectivo aro, pero cámara ni pensar... no había por ninguna parte. Agradecí a mi amigo José, que intercedió ante su padre que tenía una distribuidora de neumáticos de la más conocida marca, ya que gracias a nuestra amistad el buen señor me vendió una de las últimas llantas aro quince que tenía en su depósito.
En esos tiempos yo era viajero por la zona central del país, y si no fuera por mi amor a esa libertad que me daban los viajes, hacía rato que hubiera buscado otra ocupación, cosa difícil también, porque cada día habían más desocupados.
Por esa parte yo tenía asegurado el empleo ya que nadie en la empresa anhelaba poner los pies en los territorios de Sendero Luminoso... así era como veían desde Lima a la zona central. Ayacucho ni hablar, ya era visto como reducto senderista desde los primeros tiempos, a Huanta ya no iba nadie y los pocos que se atrevían a pisar Ayacucho llegaban por vía aérea.
Huancayo parecía estar siendo rodeado y ocupado por esa ideología, Tarma estaba como se dice "en pindingas" (con las justas, en situación de mucho temor) más o menos igual que Jauja; la zona de la selva central aparentaba ser inmune a ideas políticas extremistas de cualquier índole, la gente no tenía muchas ganas de pensar en ello pero siempre había temor a los guerrilleros o a los simples bandidos que ya hacían su aparición en algunos parajes alejados; Cerro de Pasco ya era otra cosa, más complicada, mientras Huánuco y Tingo María vivian tiempos confusos por desordenes causados más por delincuentes comunes atraídos por el dinero de las drogas. Pobreza y miseria se veían por todos lados. Pero ésto no pretende ser una descripción de lo que pasaba en el terreno político – ideológico – policial - delictivo – guerrillero – terrorista – narco – traficante; porque, primero: no me siento capacitado para esa tarea que llevaría muchos volúmenes, segundo: no están ustedes con ánimo de leer lo que yo tenga que explicar sobre éso, y tercero: porque todo era oculto, subterráneo, sospechoso; nada estaba claro. Era una desconfianza de todos contra todos... bendito Perú, mezcla inconclusa de elementos que no quieren ser mezclados, como un puré con grumos; cebiche con huevo frito; helado con yuca; eran días complicados. Yo, representando a la más que discutida industria farmacéutica, diabólica organización según algunos, ya me había ganado un pleito ajeno el 82 cuando los ingleses masacraron a muchos pobres argentinos (323 muertos sólo en el hundimiento del crucero Belgrano, aunque Inglaterra también recibió lo suyo) arreados a las Malvinas con muy deficiente apoyo logístico por un gobierno asesino que esperaba conseguir con éso el respaldo popular, mientras esperaban, ajustando la parte trasera de su humanidad, que los ingleses no reaccionaran con mucha energía. Muchos soldados argentinos no tenían ni qué comer ni algo para ponerse encima y protegerse del maldito frío del paralelo 52 sur. Mientras tanto, yo tenía que hacer propaganda de fármacos ingleses en medio del boicot contra la Pérfida Albión (Inglaterra) que se había organizado por todas partes como apoyo al hermano pueblo argentino. Éso era remar contra la corriente. Pronto me libré de esa cruz y conseguí un mejor nivel en un laboratorio italiano, donde se sentía el alegre ritmo de la Tarantella y se trabajaba más contento.

  • ¿Qué estás contando, amigo?

  • No me digas que estás apurado... estoy pintando el escenario donde transcurrió la anécdota que quiero contar.

  • ¡Noooo! ¡Recién pintando el escenario! ¡Cuántos ya habrán desertado!.. y los que quedan se te escapan en el siguiente punto aparte. Estás avisado.

  • No importa... escribir es un acto solitario, ya lo dije antes, así que continúo... porque siempre habrá por lo menos uno, o UNA, así hay que aclarar hoy día para no ser machista, que me siga hasta el final y que además le quede corta la narración.

Estábamos en que me robaron la llanta de repuesto en la víspera de un viaje a la ciudad de Huánuco, y por suerte conseguí una. Ésto sucedía más o menos por el año 1986. El porqué usaba llantas con cámara merece su explicación, pues normalmente es más práctico usarlas sin ese elemento, sobre todo en la ciudad y en pistas asfaltadas. Pero en esos días, las carreteras que no eran de tierra afirmada estaban casi todas en reparaciones y trabajos de ampliación, había que circular entre piedras que muy frecuentemente doblaban la pestaña del aro produciendo una desinflada instantánea de la llanta (neumático), ésto era más frecuente que los clavos sueltos de las carrocerías de los camiones, en cuyo caso sí era preferible tener la llanta sin cámara porque de esa manera sí resiste el pinchazo porque el mismo clavo hace de tapón evitando la pérdida del aire... ante esas dos probables amenazas, yo optaba siempre por la cámara que me salvó más veces que las que me perjudicó.
Como era de esperarse, coloqué la llanta más vieja en el lugar de la de repuesto o auxilio y la nueva la coloqué adelante a la izquierda, más o menos al azar porque fue ésa la que pasó a la maletera.


Salí pues hacia la ciudad de los Caballeros del León, que así se llama la ciudad de Huánuco; la de la eterna primavera y también según critican algunos, de la permanente polvareda; hermosa localidad donde el trabajo era más agradable, tal vez por el benéfico clima y las comodidades que ofrecía el lugar. Su gente maravillosa era tan buena y cordial como la de casi todos los demás lugares donde desarrollaba mis tareas de propaganda y ventas.

  • ¿Casi? ¿O sea que en algunos lugares la gente no era amable y agradable?

  • Así es... nada es perfecto.

Iba con la llanta con cámara a la derecha y la nueva sin cámara a la izquierda... aunque no viajaba pensando en éso, el detalle es importante para lo que viene a continuación.
Bajaba desde Cerro de Pasco, el lugar más duro que tenía en mi itinerario, más difícil y más frío que La Oroya. Seguramente que si de mí solo dependiera, Cerro de Pasco se quedaba sin visitar; pero, fiel a la palabra empeñada, había completado todas las visitas, incluso a farmacias, y bajaba manejando solo, ya de noche. En ese viaje no llevaba ningún acompañante.


Al dar una curva más o menos a 80 kpm, la carretera era asfaltada en esa parte, me encuentro con una fila de botellas rotas y piedras puestas a propósito que hacían imposible el paso. Había que detenerse para ser asaltado por los forajidos que habían armado la miserable trampa. No sé cuántos argumentos y cálculos pasaron como un rayo por mi mente en un instante, pero parar antes de llegar a los vidrios y rocas era muy improbable; si iba a pasarles por encima que fuera por lo menos tratando de escapar de la celada, (no de la Zelada, porque de esa preciosura no me escaparía nunca), por lo que, saliendo de la pista, atravesé la maldita raya de la muerte por fuera de la carretera, por la derecha, naturalmente. Sentí que las llantas golpeaban contra los elementos puestos con el fin de hacer daño, y ya esperaba que la dirección me tirara para algún lado, que una o más llantas desinfladas me impidieran continuar un poco más con aceptable velocidad y estabilidad, quedando a merced de los delincuentes, pero para mi asombro, después de la sacudida y los golpes el fiel vehículo seguía avanzando suavemente sin dar muestras de haber quedado damnificado. La curiosidad de saber qué había pasado me daba vueltas y más vueltas, pero por supuesto que no iba a parar a ver cómo me había librado de un peligro inminente. Mientras el coche siguiera andando no iba a detenerme. Y así pasé Huariaca, ya de noche, cuyo hospital visitaría al regreso, pasé por Ambo y Tomayquichua, la tierra de la Perricholi2, según dicen por allá, y llegué hasta la puerta del hotel en la Plaza de Armas de la heroica ciudad de Huánuco, donde, antes de entrar a registrarme, me puse a observar detenidamente lo que había sucedido.


La llanta delantera derecha tenía doblado el aro de fierro, la cámara había impedido que pierda aire; la delantera izquierda tenía trozos de vidrio clavados en la goma, que a la vez que perforaban parte del material, hacían las veces de tapón, y no habiendo cámara que reventase, el aire se mantenía dentro a una presión aún aceptable para la conducción.
Las dos llantas traseras pasaron indemnes por la abertura dejada por las delanteras que pasaron primero, despejando los obstáculos y dejando una angosta huella libre de peligros para las que venían atrás.
 (Comprando tamales en Tingo María, un día después)
(El cerro del fondo es La Bella Durmiente)
 
Dicen que no hay mal que por bien no venga... en este caso, era tan cierto que costaba creerlo. El precio de una llanta era muchísimo menor que lo que hubiera perdido al ser asaltado. Ni punto de comparación. Y éso, sin contar los daños personales que podría haber sufrido en manos de los delincuentes.
Por cosas como ésa es que uno cree que es cierto el tema de los ángeles guardianes, lo que me aconteció parecía labor de ellos.
¡Gracias ángeles!
~ o ~
1Los Hijos del Sol, en referencia al Imperio Incaico, porque se adoraba al dios Inti o Sol.
2La Perricholi, famosa actriz y socialité del s. XVIII. Aún se discute si nació en Lima o en el pueblo de Tomayquichua (Huánuco).
~ o ~

No hay comentarios.:

Publicar un comentario