domingo, 16 de febrero de 2014

Atención: Sólo para románticos.

BREVE HISTORIA DE AMOR


- Te vi pasar... qué cosa tan bonita.
- Oiga usted... ¿por qué me dice "cosa"?
- No se enoje, mi linda y dulce moza,
hablaba de su gracia, señorita.

- Me cansaron los machistas fastidiosos
que pretenden con esas frasecitas
de lindita, cosita y ricurita,
disimular su ser libidinoso.

- Pero a mí me parece escandaloso
que sólo por mi frase se alborote.
- Será porque estoy hasta el escote
de tanto mequetrefe resbaloso.

- Pero cómo llegamos al extremo
de ser juzgados de tan vil manera.
- No crea que estoy con la mamadera
y la cara de baboso no le veo.

- Acepto lo que dice de mi cara,
pero yo no le falté el respeto.
- Yo soy dama, si quiero le espeto
lo que me parece y me da la gana.

- ¿Por qué tan nerviosa, guapa señorita?
yo sólo le ofrezco buena compañía.
- Mire caballero, eso es cosa mía,
sepa que prefiero caminar solita.
~ o ~

Algo no funciona en este coloquio,
parece ficticio, como que no encaja;
porque muchas veces, aunque se trabaja,
algo se consigue tras el circunloquio.

Pero en este caso la moza no quiere
tener que ver nada con el afanoso,
puede que por feo, o tal vez canoso,
porque no es así que ella lo prefiere.

~ o ~

Él se dio la vuelta... ella se detuvo,
quien sabe entendió que su grosería
fue mucho más lejos de lo que debía,
y quiso llamarlo, pero se contuvo.

Tal vez por algún detalle impreciso
los dos se miraron de mejor manera,
él se aproximó de nuevo a la acera
y le dijo así, directo y conciso:

- Déjeme empezar con más elegancia
si no le gustó mi piropo al paso,
le aseguro a usted que no me propaso
y de parte suya pido tolerancia.

Ella sonrió, él le ofreció el brazo,
se les vio alejarse por la callejuela
como personajes de alguna novela,
y más adelante los juntó un abrazo.

~ o ~

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