domingo, 28 de junio de 2020

Leer o mirar, he ahí el dilema


Que no sea este nuestro futuro

Estamos ante una situación no tan nueva pero impredecible, y no me refiero al asunto de la pandemia con la consiguiente cuarentena  que ya pasa de centena, sino a algo que viene de antes, desde la popularización cada vez más invasiva de la llamada multimedia a través de la tecnología que evoluciona sin pausa de manera sorprendente y rápida, además de omnipresente.

Nadie discute que para ciertos temas y ciertas áreas, es mejor un vídeo con audio que un texto; también en ciertos casos una fotografía es necesaria y hasta insustituible, pero no siempre. Hay veces en que se distorsiona el uso y se emplea la multimedia, sobre todo el vídeo, de manera transversal para todo asunto a tratar. Eso ya es contraproducente.

Antes de continuar, es preciso mencionar que estamos viendo (o ya vimos) cómo el destino de toda esta innovación tecnológica seguirá los pasos del grandioso invento del cinematógrafo: que pudiendo ser usado para revolucionar el mundo y las sociedades, terminó convirtiéndose en un medio para difundir frivolidades, estupideces, violencia y pornografía antes que cultura y conocimiento, cosa que no es casual ni se debe, como algunos alegan, a la libertad de elección.  Sé que este es un tema complejo, y aunque no lo trataré ahora, dejo sentada mi posición al respecto: no es responsabilidad del ganado sino de quienes lo pastorean.

Leer es descifrar símbolos escritos que representan sonidos (hay escrituras ideográficas, no es el caso de la mayoría de las lenguas), es así que el lector individual pasa de la grafía a la idea sin necesidad de pronunciar el sonido representado. Digamos que el texto dice: la casa está encima de la colina; son letras que representan el sonido de palabras de las cuales sabemos el significado, y sin necesidad de pronunciarlas (salvo que se lea en voz alta) tenemos la idea de una colina y una casa sobre ella.
Puede parecer una perogrullada, pero no es así. Se trata de la mayor invención de la historia del conocimiento humano: poner en símbolos todo cuanto somos capaces de ver, pensar e imaginar, incluidas las ciencias, las artes y las matemáticas.
Pongo aparte a las matemáticas por su particular condición dual de ciencia/descubrimiento.

Antes de la escritura podíamos hacer dibujos, representar de cierta forma algunos elementos de la realidad y tratar de dejar con ello algún mensaje, pero desde su invención, la claridad y precisión de la escritura nos llevó a niveles jamás alcanzados de otra manera y abrió el camino para llegar a donde estamos ahora. Con dibujos, ideogramas y jeroglíficos no hubiera sido posible este desarrollo.

Ver y entender dibujos, decía, es un estadío anterior e inferior a la lectura. no requiere de ese poder de abstracción, generalización ni exactitud que posee un texto, entonces, si nos limitamos a ver vídeos y dejamos de leer ¿no estamos de alguna manera regresando a niveles ya superados?

No creamos que porque la tecnología utilizada sea de lo más moderna y sofisticada estamos en niveles superiores, la mayor parte de los actuales Homo Videns solo saben encender el dispositivo (a veces ni siquiera eso) y mirar absortos lo que les salga. Estamos reduciendo nuestra capacidad de entendimiento a niveles inferiores a los de nuestros antepasados de la edad media, utilizando términos y cosas que no entendemos y hasta retrocediendo intelectualmente a extremos de creer en la magia, en fenómenos inexplicables que nadie puede demostrar, en esoterismos de toda clase, creando una monstruosa mezcolanza en la que es cada vez más difícil separar lo cierto de lo supuesto y de lo absurdo.

Muchos utilizan los equipos que tienen en sus manos con tan poca concentración que bien podrían ser comparados con simios, y además con riesgo de salir perdedores.

Se entiende que hay asuntos y temas que no se pueden desarrollar mejor de otra manera: como viajes, representaciones gráficas, obras que no tienen otra forma de expresión, bienvenidos el vídeo, el sonido y todos los adelantos de la multimedia, pero hay temas que se expresan mejor con la escritura, y llevar esos temas al vídeo los empobrece enormemente.

Que una imágen vale más que mil palabras, lo hemos oído infinidad de veces y para algunos desprevenidos esta sentencia es sagrada e indiscutible, permítanme que los saque de tan cómoda mentira: eso no es más que un dicho sacado de contexto. Debería decirse: En ciertos casos, una imagen puede valer más que mil palabras, y esto es así porque hay cosas que basta mostrar en imagen y otras que no se pueden expresar de esa manera, y si no nos ponemos a jugar irresponsablemente con palabras impactantes y conceptos nebulosos, podemos decir con mayor propiedad que hay ideas que no se pueden expresar ni con mil imágenes.

Los pensamientos, la filosofía, las ciencias y conocimientos humanos no son abordables de mejor manera en vídeos de 15 ó 30 minutos, ni tampoco en tiempos mayores, hay asuntos que se leen o de lo contrario no se entienden o no se abarcan ni se penetran cabalmente. Además están las pausas que uno se toma para procesar lo leído, el retroceder y releer, que no es lo mismo que detener o retroceder el vídeo. Y no menos importante: quien hace el vídeo seguro que sí lee, y si no, pues sálvese quien pueda.

Aunque tal vez no sea necesario, pero por si acaso alguien no lo entendió, debo decir que no estoy de acuerdo con quienes piensan, de acuerdo a la moda actual, que toda actividad debe tener una aplicación práctica inmediata, y si no la tiene, no sirve. Ese pensamiento nos llevará sin ninguna duda a convertirnos en algo parecido a una colmena de abejas o a un hormiguero, y seguramente el destino del hombre es algo mucho mayor que eso.

No hay duda que pasar de lectores a espectadores tendrá un efecto a nivel neuronal en toda la población a nivel mundial; también es verdad que los niños de hoy nos parecen más inteligentes y hábiles que los de antes; solo espero que estemos transitando por el camino correcto y adecuado.
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