domingo, 21 de abril de 2019

Alan García ha muerto, lo indagaban...


Alan García y César Vallejo - Dos peruanos

Ante el deceso por mano propia del que en vida fuera Sr. Dr. Excelentísimo Presidente de la República del Perú por dos periodos, elegido por el mismo pueblo que fue gobernado con dispares resultados, dejando en el camino contentos y descontentos como siempre suele suceder, y ante los perturbadores comportamientos observados en la población tras ese lúgubre suceso, y adelantándome a incómodas acusaciones de odiador o resentido,  me hago a mí mismo algunas interrogantes.

¿Quién tiene la culpa que haya gente que desconfía de su muerte?
¿Acaso es cosa mía que gran cantidad de peruanos no crea que Alan García ha muerto?
¿Es tan grave para la estabilidad política del país que yo no comprenda ese afán de algunos personajes de pretender que se suicidó pero que a la vez lo mataron?
¿Es culpa mía que a los suicidas los tilden de cobardes o de valientes según sea cada caso? (Ejemplos: Cleopatra, Nerón, Judas, Cahuide, Alfonso Ugarte, Hitler, Alfonsina Storni, Ernest Hemingway, y muchos más, ahora entre ellos también Alan García.)
   
¿Es culpa mía por ventura que a mucha gente no le gusten ni su viuda ni sus hijos?
¿Acaso le hace falta al APRA, el partido de Alan García, que yo sea su simpatizante? A mí el APRA ni me interesa ni no me interesa, sino todo lo contrario.
¿Tengo yo que estar más triste que su familia?

Si se mató, está bien muerto porque así lo quiso el mismo interesado.
Si se fugó está muy bien fugado, porque hasta ahora nadie lo ha encontrado.

Ese afán de ocultar al muerto; al contrario de otros personajes públicos que se muestran a todo el que quiera verlo, es más, teniendo tantos seguidores que casi ocupaban dos cuadras de la Av. Alfonso Ugarte, que no es poco (tampoco es mucho), además habiendo tan buenos maquillajes hoy en día para que se alegue que el occiso no estaba presentable después del tiro en la cabeza;  ha dado pié, y más que eso, para que los desconfiados desconfíen con más ganas, y encima, para completar el cuadro han cremado al interfecto sin que nadie del pueblo haya podido ver ni menos aún tocar sus despojos fúnebres. La gente hacía fila para pasar delante de un cajón cerrado, cubierto con la bandera y unas flores encima, solo la fe les hacía sentir que su líder estaba allí adentro.
"Les dejo mi cadáver a mis adversarios, como muestra de mi desprecio", dicen que dijo; pero igual se apropiaron de sus restos y los carbonizaron sin miramientos de ninguna clase. Los adversarios no recibieron nada, a pesar que el occiso dejó claro su testamento en ese sentido y la carta se leyó en público. Mejor así: no se sabe ni quiero especular sobre qué hubieran hecho con su cadáver, pero lo más probable es que simplemente lo hubieran enterrado en algún cementerio de la capital, como corresponde.

Sé que lo que yo hago es insignificante, pero como lo hago yo, pues lo tengo que decir. Se trata esta vez, como un testimonio más de los muchos que ya se han dado, de un poema, un soneto inspirado en aquel que escribió otro peruano trágico por su pobreza: César Vallejo; considerado nuestro poeta más emblemático; en el que trató su propia muerte; en base a ese soneto he escrito el mío, dedicado a la memoria y a la partida de ese otro peruano contemporáneo: Alan García. La poesía de Vallejo se titula "Piedra negra sobre piedra blanca".
La mía, dados los contradictorios sentimientos que despierta el personaje, y utilizando algunos elementos del título y del cuerpo del soneto de Vallejo, lo he titulado Blanco o Negro, queriendo expresar así dos elementos opuestos: Lo uno o lo otro, contradictorio y distinto, como el recuerdo que deja el Doctor Alan García Pérez. 

Una última aclaración: No hay odio en mis palabras, como algunos de sus seguidores tratarán de acusarme, y como prueba de ello no he utilizado ninguna palabra denigrante ni malsonante, lo que fácilmente podría haber hecho si mis sentimientos no fueran diáfanos y puros. Tampoco creo satisfacer a sus enemigos, que hallarán muy favorable al difunto lo que escribo. Es así, no se puede contentar a todos, y esta vez quizás no contentaré a nadie, quién sabe si no termino gustando solo al mismo interesado si es que en el probable aburrimiento de la enorme eternidad, después de leer todo lo que hay que leer, se detiene un momento en estas palabras. QEPD.  



BLANCO O NEGRO


Se murió en Miraflores, y yo espero
que no se trate de un fraude postrero
no sé si habrá pensado "no me corro",
pero miércoles fue, y fue en otoño.

Miércoles fue el día escandaloso
que un tiro casi se llevaba puesto,
salió la bala, se clavó en el techo,
dejando un feo surco tenebroso.

Alan García ha muerto, lo indagaban
todos sin que él aclare nada,
le daban duro con la ley y duro

también con los incisos; son testigos,
los días miércoles, los turbios números,
y el rechazo que tuvo a su castigo.
~

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