domingo, 26 de marzo de 2017

La viajera




Las viajeras son cosa seria, más organizadas que los varones y mucho más precavidas; también más ambiciosas en cuanto a expectativas y muy ordenadas e ingeniosas en sus itinerarios...

- Oiga ¿Qué le pasa?

- Cállese... ¿no ve que me está mirando?

Como decía, la mujer es más organizada que el hombre, más capaz, más hábil, más madura... ya lo decía el filósofo: la mujer madura antes que el hombre, pero al final madura menos; a largo plazo el hombre termina siendo más maduro que la mujer. Si quieren que les alargue el plazo no hay problema, pero el momento llega.
Bueno, cuando dijo esa última parte el mencionado filósofo ya se estaba quedando solo, nadie más lo escuchaba, porque tuvo que acabar la conferencia debido a la rabieta generalizada, no solo de las damas presentes sino también de sus acompañantes masculinos, porque sino... ya vas a ver en casa... argumento por lo general incontestable porque el que contesta se juega una cachetada; además lo único que quiere el animal es paz en la cama...

- ¿Qué animal?

- ¿De verdad quiere que le conteste?

Bueno, aclarada la introducción, que estaba quedando medio turbia pero como ven, con juego de cintura o de muñeca o de lo que se pueda mover mejor, uno va saliendo de apuros. Aquí tenemos un poema un tanto surrealista, con toques cartesianos y detalles geográficos además de algún tinte político a última hora para agradar a Putin y a Trump, aunque ninguno de los dos lo va a leer y tampoco me importan un pepino.
Como irán notando a mediada que profundicen en el meollo del poema, éste (el poema y no tanto el meollo) ha sido escrito con ésta (la mano), y con esta otra (la otra mano), tal vez hubiera quedado mejor si no se escribía, pero escrito está y sale en busca de algún lector que se anime a descifrarlo e interpretarlo. (al decir lector, incluyo lectora, porque así es el idioma castellano; por eso lo tildan de machista...¡cuándo no!).


La viajera


Yo no escribo por un premio
menos mal, pues no lo tengo,
y no sé si lo tendré,
escribo con cierto apremio
porque ya llega el domingo,
y si en algo me distingo
es por querer publicar
y los versos acabar,
no serán para cualquiera:
los dedico a la viajera,

de las que valen y cuestan,
entre las bellas primera
y encima era zalamera
(oigo algunas que protestan
porque como ella no abundan)
aquí vamos a tocar
el tema y hasta otra cosa,
porque ella es tan generosa
que me puede permitir
que le toque el souvenir.

una cosita peluda
que le habían regalado
en su paso apresurado
por las estepas de Rusia,
era un peluche con forma
medianamente concreta,
engendro de oso y chupeta
su apariencia se transforma
y entre tanta morisqueta
ya la iba sintiendo inquieta.

Estuvo en la Plaza Roja
y en la hermosa catedral,
esa, la que menos mal
lleva el nombre de algún santo;
porque ella ya cuenta tanto
que por poco me involucro,
a ver si me gano un lucro
pienso mejor... me levanto
porque no se note tanto
aquel incómodo bulto...

el bulto de esas ideas
que inspiran su mini y botas,
por abajo abrigadoras
pero los muslos airean
y peor si se da vuelta
a servirse un bocadito,
ya quisiera un teodolito
para tenerla resuelta
que a veces pierdo la pista
usando sólo la vista;

necesito otro elemento
algo que pesa y pondera,
que mientras mide se adhiera,
para descubrir atento
lo que la bella contiene,
lo que muestra y entretiene,
lo que nos da tal contento;
pero espérenme un momento...
¿para qué tanto portento
si puedo medirla a mano?

Que yo para calcular,
medir, pesar, ponderar,
también para exagerar,
ya lo traigo de familia:
que si es mediano, ya es grande,
y si es grande digo enorme,
que todos queden conformes
y el discurso les encante,
por unas letras de más
no los voy a hacer penar;

si tiene uno... digo dos,
si son dos, ya digo cuatro;
las bellezas encantadas
las peso por toneladas,
a las que vienen chirriando
les doy su buena aceitada,
si las veo muy cargadas
las ayudo con el bulto;
saben bien que no es insulto,
mas bien son caballeradas.

El que me entiende me entiende
y el que no entiende, también,
porque antes que diga amén
las ideas nos sorprenden;
quien no sabe, pues aprende,
y aquel que sabe lo aplica,
tal vez alguno critica
pero siempre para bien.
Tantas cosas he aprendido...
hasta a aceptar su desdén.

Es por eso necesario
que las cosas vayan suaves
y evitar que se desaten
tempestades de brumario,
una mezcla de corsario
y galante caballero
nos hará quedar primero
ante cualquier adversario,
y una vez ya conseguido
sólo falta ser  medido.
~

1 comentario:

  1. Ricardo, tienes razón, yo he viajado mucho con mi "conjunta", y organizan toda la maleta y el viaje a la perfección, no me explico como pueden meter tanta cosa en ella (la maleta), pero es así.

    En cuanto al animal, no se quien te preguntó, pero la respuesta fue acertada. como siempre muy bueno

    Fernando Atala

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