domingo, 23 de octubre de 2016

Hazme un hijo





Encontrarse con una amiga que uno no ve desde la primera juventud, una amiga que dejó en la memoria una imagen casi de niña. Se veían los sábados por la tarde, se atrevía uno a visitarla a su casa cuando los ojos de padres y hermanos auscultaban sin piedad las intenciones del pequeño malandro... porque es mejor prevenir que lamentar, porque es mejor ser desconfiado, seguro que eso pensaban... a la niña no la dejaban ni a sol ni a sombra, todo se acaba, ninguna pasión es eterna y menos a los quince años. No se dieron ni un beso, no se tomaron de la mano... no se podía.
Más de veinte años después, casi una vida, se vuelven a encontrar de pura casualidad, y sucede lo impensable. Ella una dama, no por ello menos mujer ni menos fogosa, se ha convertido en una bella mujer y está sola. No sabemos muy bien cómo y cuándo tomó su decisión, pero sabemos de su empeño en llevarla adelante, y se lo dice de frente y en la cara: Quiero un hijo, tuyo por supuesto ¿Lo harías?




Quiero un hijo



En la tibia intimidad del cuarto de un hotel
escogido con prisa y con cuidado,
no es poca cosa lo que me ha contado
la amiga de antaño, la niña, hoy mujer;
fue casualidad tal vez encontrarnos:
- Mi querido amigo... ¿Qué tal? ¿Cómo estás?
con total confianza se me aproximaba
una pelirroja, de mediana edad.
- ¿Lorena? - lo dije casi sin creerlo.
- La misma, tu amiga que no te olvidó.



En un torbellino de recuerdo y tiempo
la miré de nuevo; con rizos o trenzas
era la chiquilla que en visitas tensas
nunca le di un beso ni sentí su aliento.
Y aquí estaba ahora después de veinte años,
tranquila y segura cual nunca la vi.
- Necesito hablarte, es en serio, a ti,
y segura estoy que vas a entender.
Mi tiempo se pasa - me miró y lo dijo -
te lo pido a ti: necesito un hijo.



Si no era difícil entender lo dicho
era complicado calibrar los hechos;
Lorena, mi amiga, ¿Fui su amor secreto?
¿O era simplemente que yo estaba a tiro...?
Hablemos bien claro: no era una fulana,
mis ojos veían una honesta dama
y los sentimientos, que nunca me engañan,
también confirmaban lo que había sentido.
Sería tal vez su última chance
sin tiempo siquiera para algún romance.



Sentí un infinito cariño por ella,
gran admiración, ni un poco de pena,
pero si sentía la aguda pregunta
por qué me escogía, deseando mi influjo.
Me asaltó una duda: dejar así un hijo,
perdido en el mundo sin padre ni historia,
pensé que era vil negarle el pedido
y entonces recordé una vieja sentencia:
"Jamás perdonará la providencia,
privarle a una mujer lo decidido".



Soy hombre y no pude hacerle un rechazo
entendiendo los riesgos afrontados,
es mucho el coraje, que ha luchado
me asegura, se hará cargo de todo,
no me obligará jamás de ningún modo.
Entre pena y miseria mi mente se desboca,
me supera la idea de hacer cosa tan loca,
ella me está mirando; Lorena; que ya espera
que suelte la palabra que saldrá de mi boca.
Admito que tan sólo había pensado en mí
¿Y qué hay de Lorena, de su ansia y su sentir?



Es difícil cuestión que cruza mi camino
y siempre que resuelvo alguna decisión
medito en los variados y contrarios destinos,
y pienso con cuál mereceré perdón.
Lorena a mí ha venido, no he de dejarla sola,
ya no puedo negarme, no sería capaz,
vivir esa agonía, contundente, tenaz,
de herirla, rechazando a quien todo me da.
Lorena está ansiosa, ya no la haré esperar
que no es de caballero hacerse de rogar.



- Lorena querida, tú poco imaginas
con esas palabras qué feliz me has hecho -
pensé: a esta distancia sólo veo el pecho
me gustaría saber con qué más combina,
si voy a ejercer tan noble labor
quisiera observar todo lo que ofrece.
Sea poco o mucho, igual se agradece,
es que la impaciencia me llena de ardor.
Pero por lo visto de esta perspectiva
seguro la noche será muy festiva.



Como estábamos en horas de trabajo
pactamos encontrarnos por la noche,
ella se aseguró de darme un toque
porque el tiempo era escaso y era exacto:
era ése justo el día señalado.
Me encargué del hotel, de algún regalo
y una cena romántica con velas,
el ambiente era grato... aunque apurado,
me propuse de tal forma enamorarla
que esa noche jamás fuera a olvidarla.



Ya saben pues de qué trata el encuentro,
volvamos al hotel donde empezamos,
el administrador, que es mi paisano,
nos obsequió con unos platos regios,
no mucha cantidad, la suficiente
para hacer amena la velada,
debo decir que no nos faltó nada
y sentimos un mutuo amor ardiente,
breve como lo prometimos,
profundo porque lo quisimos.



Era Lorena magnífica escultura,
ensueño hecho mujer, y toda mía.
Sin pasado que te lastra,
sin futuro que te obliga,
perpetuo dulce presente
que acabar no debería.
Ya asoma un futuro que no espero,
ya aflora un pasado que me agobia...
¡Basta ya! Lorena es una diosa
que sólo por mi causa ha encarnado.



Toma lo que te da y agradecido
no le amargues el vino de la dicha,
da lo mejor de ti, como ella pide,
y bebe tú las mieles de su encanto.
Hoy Lorena es La Mujer, Eterna y Sabia,
la que siempre soñaste y no tuviste,
la que la vida a ti te ha regalado,
no preguntes por qué, en este día...
en esta noche de amor inesperado,
de ese amor que siempre habías deseado.



Le pregunté a Lorena, si sabré el resultado,
cómo intuir si el sueño ha conseguido.
Olvida, tú conmigo ya has cumplido
y si todo sale bien... no sabrás nada,
es el trato que hicimos esta tarde,
dejemos todo así, que bello sueño,
idilio permanente, luna de miel eterna,
amor de mil amores en un día
y una vida de amor un una noche,
si es por mí, que no quede ni un reproche.



Me pidió que la acerque hasta su casa
no recuerdo en cual esquina me dejó,
tomó mi mano, tras un beso se marchó;
en mi pecho quedó un ansia que no pasa,
Lorena, te marchaste primero de mi vida
siendo pequeña niña que poco conocía;
en tu partida de mujer hay una pena
o quien sabe si una vida compartida.
Eso espero, porque lo que yo miré en tus ojos
es lo mismo que viste tú en los míos.
~~
 

5 comentarios:

  1. Una bella historia de amor fugaz madurada en el tiempo desde la niñez, pero sin signos de compartir nada a futuro. ¿Qué es? ¿el amor perfecto o un sueño imposible?.

    Felicitaciones Ricardo, y gracias por regalarnos un hermoso cuento escrito en exquisita prosa

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  2. Estoy de acuerdo con el comentario de José Hermoza, en cuanto a la historia que narras, pero me pongo a pensar, ¿si hubiera habido un hijo, te hubiera gustado conocerlo?, ¿te has puesto a pensar que tu sangre está por ahí sin tu saberlo?, el aspecto moral de todas maneras nos encara, pues en este caso no es un hecho meramente animal; sin embargo al ser ficción, es un bello romance, te felicito Ricardo

    Fernando Atala

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    Respuestas
    1. Tienes razón, y el personaje encara esa realidad pero al final entiende que no es él quien debe dictaminar sobre el asunto. Justamente, el único pecado que la providencia no perdona es negarse a una mujer. (Que no lo lean las señoras.)

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    2. Al personaje le hubiera gustado conocer al hijo, o a la hija, seguramente.

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