LA GENEROSIDAD
La
generosidad es una de las más bellas virtudes que adornan al ser
humano, podemos ser generosos con nuestros bienes materiales, con
dinero, con nuestro tiempo, con nuestras palabras, con nuestras
actitudes. Se puede ser generoso de muchas maneras, todas válidas,
todas ... valga la redundancia, generosas y desinteresadas.
Pero
hay una generosidad que a veces se mal interpreta y muchas veces
hasta no se reconoce como tal: la entrega de uno mismo; darse,
entregarse por pura generosidad, entero, íntegro, completo y
repetitivo mientras el cuerpo aguante y las fuerzas lo sostengan.
Estoy hablando de la generosidad de generosidades, la generosidad por
antonomasia, la generosidad absoluta que incluso siendo a veces
rechazada, insiste en darse; la generosidad generosa que no se cansa
de otorgarse a sí misma y que empuja al generoso hasta límites
cercanos al martirio de tanta dádiva y oferta desinteresada.
Esa
generosidad merece ser loada, y mientras no aparezca la sublime pluma
que hacerlo pueda, aquí está la mía, (mi pluma, se entiende) para
dar y dar hasta acabar en una acción también de generosidad como el
canto pretendido. ¡Oh generosidad incomprendida!
ODA A LA GENEROSIDAD
Sueño
en dar, en dar de tal manera,
que
dando y dando se termine el mundo;
no
importa si el camino es errabundo,
si
doy con prisa o no la doy entera.
Darme
yo, darme todo sin medida,
o
si fuera necesario, pues midiendo,
no
importa tanto cuánto van sintiendo
siempre
que esté bien dada y ofrecida;
y
la doy, no importa que sea poca,
la
doy también si les parece mucha,
la
doy, la doy a aquella que me escucha
y
a quien pueda ser más sorda que una roca.
Doy
a una, a dos ... a las que pueda,
no
importa que me canse o que me duela,
doy
por igual a la joven y a la abuela
sin
importar que se coma o que se huela.
A
veces pido ayuda a lo divino
cuando
no me abastece lo terreno,
que
a pesar de ingredientes estar lleno
para
que alcancen, al cielo le suplico:
Vengan
ángeles del cielo,
vengan
todos en mi ayuda,
porque
tengo un par de viudas
y
con las dos yo no puedo.
Vengan
diosas, vengan santas,
vengan
que las necesito
que
con este pedacito
no
abastezco para tantas.
Vengan
las divinidades
a
enseñarme sabiamente,
si
es de lado o si es de frente
que
hay más posibilidades.
Y
así por ser generoso,
por
querer seguirla dando,
ya
pronto se acaba el canto
pero
no se acaba el trozo
de
la torta que tan rica
y
esponjosa me ha salido,
que
aquellas que la han comido
ya
no quieren papa frita.
~
o ~
Esa generosidad... me encantó.
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