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LA TRAMPA
(Fábulas de ayer y hoy)
¿Por
qué estará contento mi marido
si
hace días que yo no le doy nada?
¿Me
estará haciendo una de sus jugadas,
o
será que sólo lo imagino?
Este
fulano es capaz de cualquier cosa,
sin
reparar en que es un pervertido
se
manda sus macanas desastrosas
diciendo
que es su “lado deportivo,”
según
él... porque hay que ver quién cree
que
todas esas locas correteadas
no
son en realidad las cochinadas
que
hacen que ese mal se enseñoree.
-
Soy inocente... y un poco juguetón.
-
Yo creo que más bien un sinvergüenza.
- Te digo que éso nadie más lo piensa.
-
Y yo, que te estás jugando un bofetón.
Le
pondré una trampa con mi amiga
la
morocha Tatiana, que lo turba,
ella
es decente y nada me perturba,
segura
estoy que hará lo que le diga.
La morocha se presta a la jugada,
dispuesta
por la amiga al sacrificio,
ésta
ignora que el verdadero oficio
de Tatiana la va a dejar fregada.
Es
tan simple el alma del fulano,
que
ingenuo y despistado no presiente
que la moza que viene de repente
es la trampa que se le ha preparado.
Y la Tati, que con tanto esmero
se
propone cumplir con el recado,
parece
que el final se le ha olvidado
y
termina haciendo el trabajo entero.
¿Qué
voy a hacer, qué le digo a mi amiga?
se
pregunta entonces la morocha;
mientras
el último botón se abrocha
también
la última inquietud mitiga.
La
solución no se hace esperar tanto,
a
la primera pregunta de la esposa,
Tatiana
le responde muy graciosa:
Tienes suerte... ¡ese hombre sí es un santo!
Si
alguna moraleja tiene el cuento,
me
parece por lo menos cuestionable,
pues
si la represalia es tan amable
muy difícil
será que haya escarmiento.
~
o ~
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