te
miraba como a una adolescente
tratando
de mostrarte convincente
de
ser mayor, y de tus actos dueña.
Tú
eras bella, y alegre tu sonrisa,
tu
alma transparente era sincera,
no
había quien al verte se abstuviera
de
obsequiarte una cordial caricia.
Con
esos lazos tiernos de inocencia,
me
ataste el corazón con tal cariño
y
con tu dulce voz diste sentencia.
No
olvidarte jamás es mi destino,
y
como ves, ésta es la consecuencia:
que
amor al recordarte no escatimo.
~
o ~
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