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Francisco Pizarro y su caballo |
Quiero volver a publicar este artículo y poema escritos hace cinco años (03.04.2016), en vísperas de elecciones presidenciales y en situación parecida a la que estamos enfrentando ahora. No hemos cambiado de ideas ni de actitudes, lo escrito esa vez fue leído por muchos que hoy ya no están, fueron muertos por el Covid-19 o por lo que buenamente pudieron encontrar como salida.
Pero no lo publico solamente porque quienes lo leyeron hayan muerto (no todos, claro), sino porque todo su contenido sigue vigente y me gustaría que lo leyeran algunos vivos.
Cito fragmentos de José Santos Chocano y al final del artículo está mi poema.
Agradecido de antemano por la atención.
Indio tú, que no eres indio.
Siempre es mejor saber siquiera un poco
antes que no saber nada, y para quienes si lo sepan, la presente nota
servirá como un simple entretenimiento. Me refiero al gran poeta
José Santos Chocano, cuyas poesías recitábamos en las
celebraciones escolares, y cuya vida no era precisamente un buen
ejemplo. La obra del poeta fallecido en 1934, fue de tal importancia
que se optó por no remover otros aspectos, al fin y al cabo sus
poemas tenían un valor propio y no era conveniente desmerecerlos con
cuestiones que no tenían que ver con lo artístico, además sus
obras reforzaban la posición política de los diferentes gobiernos,
y así llegamos hasta los años en que transcurrió mi infancia, los
años cincuenta del siglo XX, cuando por ejemplo todavía se
celebraba el descubrimiento de América cada 12 de octubre con esa
inocencia y falta de sentido crítico que hoy nos parecen el colmo de
la ingenuidad; cuando los buenos habían ganado a los malos en la
segunda guerra mundial y el cine hollywoodense, el único que
veíamos, nos mostraba a alemanes y japoneses como horribles
engendros: fríos, sádicos y calculadores los primeros y violentos
energúmenos con apariencia de sub-humanos los segundos. Los niños
solían recibir armas de juguete en navidad y alegremente jugaban a
la guerra mientras duraran los juguetes, en su mayor parte de
procedencia japonesa (con la calidad de los juguetes chinos de hoy),
lo cual no tenía mayor importancia ni llevaba a deducción alguna,
no había casi nada que fuera "políticamente incorrecto";
el que hacía de japonés o alemán se esmeraba en hacer una buena
actuación de agonía antes de estirar la pata por causa de las balas
imaginarias del soldado bueno que era el otro, con temblores, gemidos
y atragantamientos antes del estertor final, a veces se le
reclamaba ¡Tú no sabes morir! ¡Así no vale! a lo que el
aludido contestaba ¡Yo quiero ser el jovencito, pé!... y me
pregunto ¿crecimos mal? no sé, pero Chocano, que vivió y murió
antes de esa guerra, sí le metió un tiro de verdad a Edwin
Elmore, joven escritor, durante una discusión sobre política en el
local del diario El Comercio donde ambos publicaban cartas acusándose
e insultándose mutuamente. Se sabe que Edwin murió en un hospital
dos días después y a Chocano lo condenaron a tres años de
prisión... pero estuvo preso dos años nada más, porque el
congreso, compuesto por gente amiga, decidió cortar el proceso y
sacarlo a que se ventile al aire libre. Ya había estado preso algún
tiempo antes, como un año, por subversivo, durante el segundo
gobierno de Andrés A. Cáceres. Cuando cambiaron los vientos salió
libre y se acomodó bastante bien con los siguientes gobiernos de
Leguía, apoyando también a todas las "dictaduras
organizadoras" en el continente.
Siendo diplomático en España, se vio
envuelto en un escándalo de estafa precisamente al Banco de España
(¡era un criollazo!) por lo que tuvo que dejar el servicio y
desaparecer por un tiempo. Tras diferentes aventuras en Cuba, Puerto
Rico, México, Guatemala, volvió al Perú en 1921 donde fue recibido
con honores y premiado con una corona de laureles fabricada en oro,
fue entonces que se hizo amigo del mencionado presidente Leguía, por
éso no estuvo en la cárcel mucho tiempo después de meterle un tiro
a Edwin..., se dice que fue en una pelea en la que el occiso se
abalanzó sobre el poeta quien tuvo que defenderse de esa forma,
aunque el otro no estaba armado.
Más tarde se fue a vivir a Santiago de
Chile, donde, como dice el refrán: quien a hierro mata a hierro
muere, nuestro poeta fue asesinado en un tranvía, por un supuesto
loco que aseguraba haber sido estafado por éste en un asunto de
búsqueda de un tesoro. Que se sepa, él nunca encontró tesoro
alguno y murió pobre. Lo que sí se sabe es que le gustaba derrochar
el dinero, cuando había.
Que no parezca que hablo mal del
finado, total, todas estas cosas están en su biografía a la que
cualquiera puede acceder, y si las comento aquí es porque son parte
de este polémico personaje. No todos tienen que ser buenitos todo el
tiempo y quien se crea superior que lo diga y lo demuestre. Yo no, se
sobreentiende.
Pero vayamos a lo que interesa, que son
sus poesías: Muchas y muy buenas, y como decía antes, las
recitábamos en la escuela; por ejemplo "Los caballos de los
conquistadores", un poco larga para aprendérsela de memoria,
sin embargo no faltaba alguien, casi siempre una alumna, que se la
sabía toda y nos asombraba y conmovía con esos fabulosos caballos
que poco tenían que ver con nosotros, pero que participaron de
grandiosas hazañas como co-protagonistas de fabulosas aventuras. En
su obra, los indios eran sólo parte del paisaje; en la escuela
primaria nos enseñaban que el indio valiente era indio muerto (como
Cahuide), y el indio pusilánime o vendido era el indio bueno (como
Felipillo, que también terminó muerto, pobre), mientras los
españoles eran los autores y actores principales de nuestra
historia. A pesar de todo, los caballos no tienen la culpa y el
poema, en verso libre, le quedó bastante bien. Comienza así:
¡Los caballos eran fuertes!
¡Los
caballos eran ágiles!
Sus pescuezos eran finos y sus
ancas
relucientes y sus cascos musicales...
¡Los caballos
eran fuertes!
¡Los caballos eran ágiles!
¡No! No han
sido los guerreros solamente,
de corazas y penachos y tizonas y
estandartes,
los que hicieron la conquista
de las selvas y los
Andes:
Los caballos andaluces, cuyos nervios
tienen chispas
de la raza voladora de los árabes,
estamparon sus gloriosas
herraduras
en los secos pedregales,
en los húmedos
pantanos,
en los ríos resonantes,
en las nieves
silenciosas,
en las pampas, en las sierras, en los bosques y en
los valles.
. . .y el poema sigue... pero no
aparece ningún indio, sólo entran en escena a mitad del poema, al
lado de Atahualpa, como personajes secundarios simplemente para
recibir la salpicadura de la baba de un caballo... bueno, es una
poesía para enaltecer a los caballos, tal vez está bien que sea
así.
El poema completo está aquí.
Y ese otro, que también se recitaba y
se aprendía de memoria, que a mí me causaba una rara sensación de
angustia, porque estábamos en el país de los indios y esa amarga
tristeza con la que siempre los pintaban me parecía preocupante.
Indios callados, taciturnos... estaban mal... ¿Por qué? - ¿Y ésos
que bailaban felices disfrazados de diablos y otras cosas, acaso no
eran indios? - No parecían estar muy tristes - ese poema me
confundía, lo sentía injusto o tal vez falso. Se llama "Quien
Sabe", y comienza así:
Indio que asomas a la puerta
de esa
tu rústica mansión:
¿Para mi sed no tienes agua?
¿Para mi
frío cobertor?
¿Parco maíz para mi hambre?
¿Para mi sueño,
mal rincón?
¿Breve quietud para mi andanza?
-¡Quién
sabe, señor!
El indio no dice nada y sólo
entrevemos algo de sus pensamientos por las suposiciones y
elucubraciones que hace el otro, el no indio, que no se sabe por qué
ni con qué derecho le pide agua, comida, techo y abrigo. A mí me
parecía una inversión de papeles y hasta un abuso pedirle todo éso
al indio, que yo no sabía bien por qué estaba siempre triste, y que
se lo pida el blanco, que se supone tiene más; y qué pasaría si el
indio le pide a él todo éso... no sé si le contestaría con
ése quien sabe, señor... o tal vez, más pedestre y
criollo, con un despectivo ¡pasa, pasa!
La poesía completa está aquí.
Y de tanto indio por acá e indio por
allá, me viene una cuestión de difícil explicación... ¿Indios en
América? Los indios son de la india y punto, todo deriva del
extravío de los primeros europeos que llegaron por estas tierras
buscando una nueva ruta para las Indias, porque la otra no es que no
fuera buena, es que se complicó cuando los turcos tomaron
Constantinopla (hoy Estambul que sigue siendo de los turcos) que
estaba en poder de los latinos y que dejaban pasar nomás, por lo
menos a los europeos; los turcos pusieron condiciones más severas al
tránsito, y cobraban impuestos, claro.
A los indígenas de estas tierras los
llamaron indios porque creían haber llegado a la India, y con ese
nombre se quedaron, más adelante, ante el clamoroso error, se
comenzó a usar amerindio, o indio de América, lo cual es en sí
mismo una contradicción. No es como afro-americanos, que son
descendientes de africanos nacidos en América, los "indios de
América" de indios no tienen nada, solo el nombre mal puesto y
parece que ya es tarde para cualquier reclamo sobre el asunto. Pero
yo soy terco y no me importa si pasaron quinientos años, insisto: no
son indios.
Existe también la confusión que
pretende solucionar el asunto utilizando la palabra hindú para los
indios de la India y dejando la palabra indio para los aborígenes
americanos. Son malabarismos que se hacen para tratar de solucionar
el problema. El diccionario nos dice que Indio es ahora el de la
India y también el de América, quedando la confusión sin resolver,
o como les gusta decir a los doctores de la lengua... "depende
del contexto". Así cualquiera...
Según el DRAE:
hindú
Del fr. hindou, y este del urdu hindū
'de la India'.
1. adj. hinduista. Apl. a pers., u.
t. c. s.
2. adj. Natural del Indostán, región
de Asia. U. t. c. s.
3. adj. Perteneciente o relativo al
Indostán o a los hindúes.
indio, india
1. adj. Natural de la India, país de
Asia. U. t. c. s.
2. adj. Perteneciente o relativo a la
India o a los indios.
3. adj. Dicho de una persona: De
alguno de los pueblos o razas indígenas de América. U. t. c. s.
4. adj. Perteneciente o relativo a
los indios de América. Traje indio. Lengua india.
5. adj. Perteneciente o relativo al
indio (‖ grupo de lenguas). Léxico indio.
6. adj. despect. Bol., Col., Guat.,
Nic. y Ven. inculto (‖ de modales rústicos).
7. m. Grupo de lenguas indoiranias
del centro y norte de la India y de Sri Lanka, entre las que
destacan el hindi, el urdu, el cingalés, el bengalí y los
extintos sánscrito y prácrito.
... India* (la). País de
Asia. Gentilicio: indio, india. Cap. Nueva Delhi. Indonesia. País
de Asia. Gentilicio: indio, india...
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India* (la). País de Asia. Gent. indio, -dia. Cap. Nueva
Delhi. Indonesia. País de Asia. Gent. ... - See more at:
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Así que tenemos indios en la India y
en América también, porque así les queda más cómodo... a los que
no son indios ni les importa el tema.
Y aquí está mi poesía y
mi opinión al respecto.
Indio tú, que no eres indio
Ricardo Kajatt Súmar
Indio que no eres de la India,
llamado así por un error
¿es solamente por desidia
que buscas presidentes en Japón?
Indio que no te identificas
con lo que es solamente una
abstracción,
palabra que piensan justifica
y resuelve la antigua confusión;
otros dicen indo-americano
igual se equivocaron de plano.
Indio que alzaste la mirada
queriendo convertirte en un señor,
lograste los honores de doctor
en Oxford, en Maryland o Harvard,
no sea que ese título que cargas
pudiera convertirte en un traidor,
y buscando sentirte superior
con alguna extranjera ya te casas,
y si es blanca y rubia qué mejor
que tus hijos no tengan tu color.
Indio, por tu identidad confusa
no consigo hallarte un sustantivo,
que la tierra de la que eres nativo
no corresponde con aquel que se usa,
ahora que se abrieron las esclusas
de todas las sangres de la tierra,
son pocos argumentos los que quedan
y se van acabando las excusas,
aún así no nos conformamos
con esos hermanos tan variados.
Indio que sigues conquistado,
en afán de justa rebeldía
intentaste alguna fantasía,
aventura que no ha funcionado;
por caminos torcidos y extraviados
no faltan los que pierden la
conciencia
cayendo en censurable delincuencia
volviéndose temibles y alienados,
no olvidemos que en este tercer
mundo
el expolio es largo y es profundo.
Indio, rechazo yo ese nombre
porque es falso, extraño y mentiroso,
de trasfondo ofensivo y alevoso;
no eres indio, tú sólo eres un
hombre,
si es mucho o poco no sé, pero es
bastante
para verte tratado como hermano
igual que cualquiera ser humano
construyendo el destino que soñaste,
indio que de indio nada tienes
dime cual es el nombre que prefieres.
Y si no...
Con los siglos lo habremos superado,
cuando todos ya estemos bien mezclados.
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