viernes, 3 de septiembre de 2021

¿Qué es ser cholo?

No solo él es cholo

A raíz de uno de mis artículos, un amigo pregunta ¿Qué es ser cholo? Esta pregunta simple y directa no es fácil de responder, porque tiene una carga ambivalente muy fuerte, lo que hace que se tenga que contestar con seriedad y responsabilidad. En esa pregunta, querido amigo, se encierra gran parte de nuestra problemática nacional.

El término "cholo" lo trajeron al continente los españoles, es un vocablo de las islas de Barlovento (Antillas) y según Garcilaso de la Vega se refería a un perro, "no de los castizos sino de los muy bellacos", o sea un perro corriente, ordinario; lo usaban para denominar despectivamente a los indígenas de estas tierras nuevas para ellos. Ya se puede ver con qué desprecio veían y trataban a los nativos.

Fray Alonso de Molina da otra explicación, dice que el término proviene de Cholo o Xolo, de una lengua mexicana, el Nahuatl, que significa sirviente, esclavo; precisamente como los españoles consideraban a los habitantes del continente. 

En cualquiera de los dos casos, tenemos que la palabra cholo desde su origen era una denominación despectiva del amo hacia el vasallo, y se usaba indistintamente en los diferentes territorios por donde andaban los invasores europeos. O sea que no era una denominación exclusiva para los habitantes andinos de lo que hoy es Perú y Bolivia, como piensan muchos, ni es una palabra originaria de la zona aludida.

Que luego hayamos tomado esa palabra para identificar a los habitantes originarios del Perú, es parte y raíz del problema asociado a ella, precisamente por tratarse del apodo despectivo traído por los conquistadores y usado como un elemento más de la sumisión de la raza conquistada. Hasta hace muy poco tiempo, hasta los años cincuenta o sesenta del siglo XX seguía teniendo exclusivamente una connotación negativa. Puede parecer simplista que mencione la composición de Luis Abanto Morales como referencia, pero no lo es, en su canción Cholo Soy, compuesta en el año 1973, responde con orgullo al todavía insultante vocablo: Cholo soy y no me compadezcas, dice, asimilando la identidad y declarando abiertamente, en voz alta y clara, lo que muchos peruanos ya sentían y deseaban expresar. No exagero si digo que esto fue un antes y un después en el uso de esa expresión, y para quienes no leen ni se dedican a la sociología ni la antropología, lo fue todo. Los avatares posteriores de esta canción darían para escribir algunas páginas. 

Comenzó la identificación del peruano de bien, trabajador, con deseos de superación e iniciativa, con el cholo; el hombre luchador, el guerrero, el que vence los obstáculos y levanta la cabeza orgulloso: cholo soy; y se empieza a sentir distinta la palabra, en el deporte, en las ciencias, en el arte... pero no fue tan sencillo ni tan concluyente; mucha gente seguía y sigue hasta hoy día, setiembre de 2021, usando la palabra con el sentido despectivo de antes. Es una carga pesada e inútil que, como sociedad, no terminamos de soltar. 

Dejando de lado la etimología, trataré, con toda humildad, de definir quiénes son hoy los cholos. Mi amigo, que sabe de lo que habla, pregunta si son los campesinos, los pobres, los humildes o los de rasgos indígenas.

La respuesta más fácil sería decir que son cholos los descendientes de la raza o razas originarias y los mestizos. (Perdón a quienes aseguran que hay una sola raza, la humana, creo que eso es solo una moda o un cambio de significado de la palabra raza, prefieren etnia, bueno, que así sea; esa discusión aquí no viene al caso). Eso dejaría fuera de la clasificación a bastantes peruanos de nacionalidad y nacimiento, y sobre todo a los nacionalizados. A simple vista estaría bien. Esos no serían cholos, pero no estoy de acuerdo. 

Si uno nació en el Perú, aunque de padres extranjeros, pero estudió, creció y se formó allí; si canta el himno, si conoce y comparte su historia, su comida y sus costumbres; si respiró ese aire y se conmueve con su música, si siente suya su literatura, no puede ser ajeno; es tan peruano y tan cholo como cualquier otro, o debería serlo. Olvidando el pasado despectivo de la palabra queremos y debemos darle otro significado. Tenemos que sentir de verdad que cholos somos todos los peruanos, no solo decirlo sino sentirlo y asumirlo.

El problema es el llamado "choleo" que persiste pese a todos nuestros esfuerzos, eso de seguir usando la palabra cholo como insulto no lo debemos permitir, pero en serio; no con represión sino con educación. Estamos lejos aún de identificarnos plenamente con lo cholo en todo momento, y pensándolo bien, creo que cholo es quien quiere serlo y no mira a sus compatriotas con el filtro de la discriminación. Ya va muriendo la generación en que me tocó vivir, hemos peleado y hemos triunfado en ciertas cosas, también hemos perdido en otras; no puedo hacer un balance imparcial porque la cercanía y la subjetividad distorsionan los hechos y perturban mi discernimiento; lo quiera o no, mi percepción de lo ocurrido es en parte subjetiva. Pero sé, porque así lo siento, que no estoy satisfecho. Algo se ha hecho, no hemos fracasado, pero necesitamos hacer más.

Mientras quede un resto de desprecio en la palabra cholo, el problema persistirá, y sería justo decir que mientras no seamos todos cholos, mientras alguien lo use como insulto, entonces nadie lo es. Es una situación aparentemente simple pero difícil de explicar sin caer en contradicciones y absurdos, y es muy fácil recibir reclamos y calumnias si se intenta incursionar en el tema; te atacan de todos los flancos y la discusión tiende a lo subjetivo, lo cual se puede disculpar aunque enturbia el juicio, pero también se utiliza para destruir el legado cultural, nos guste o no, y eso ya no se puede disculpar porque es continuar con el crimen de lesa humanidad que empezó en otros tiempos y bajo condiciones que ya se supone están superadas.

Cholos: lo somos todos o no lo es nadie.
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