domingo, 24 de mayo de 2020

Poema al tiempo


“El caballero, la muerte y el diablo” Alberto Durero1513

En días de pandemia y cuarentena, el tiempo se hace distinto para quienes tenemos la suerte de poder quedarnos en casa mientras médicos, enfermeros(as) y muchos otros(as) que evito enumerar para no cometer la injusticia de no mencionarlos, tienen que salir de sus hogares a exponerse trabajando más arduamente todavía, y para más dificultad, siendo incomprendidos y estorbados muchas veces en lugar de ser apoyados como se merecen.

Estar encerrado en casa tiene una connotación diferente para cada persona, quien sabe si sea la consecuencia directa de lo que han venido haciendo de su vida, si sea lo que se conoce como karma o si no sea más que la casualidad, aunque en esto último yo no creo: no creo en la casualidad, creo que cada uno de alguna manera y por algo es que tiene lo que tiene, está donde está y le falta lo que le falta. Eso si pienso en quienes hemos pedido hacer algo con nuestras vidas, de los niños y jóvenes de hoy no sé aún qué pensar ni qué decir. Espero los acontecimientos para interpretarlos.

Me inclino a pensar que a cada uno le tocó estar con quien o con quienes tenía que estar en este aislamiento obligatorio, en fin, es de humanos reflexionar y también imaginar cosas. Así, en estos días que el tiempo se manifiesta de diferentes formas según quién lo viva, lo sufra o lo goce, estuve corrigiendo un poema que escribí tiempo atrás, y como de tiempo se trata, creo que esta ocasión es adecuada para volverlo a leer.


Ningún reloj


Ricardo Kajatt Súmar


Le hablo al tiempo:

¡Oh tiempo que me espantas si te pienso!
me aturdes cuando quiero definirte,
no entiendo cómo es que puedes irte
y a la vez estar donde me quedo.

No me importan los reyes ni los ricos
ni sus asuntos que muy poco entiendo,
pero veo que igual están cayendo
en tu pozo implacable e infinito;

todo te has de llevar tarde o temprano,
la bella rosa y el ademán grosero,
el odio de unos y hasta aquel te quiero
que a una pura doncella dije en vano.

Dónde vas a parar no lo sabemos
ni adivinamos si una vez terminas,
sobreviviendo a las antiguas ruinas
destruyes lo más caro que tenemos;

todo en ti termina, nada se te escapa,
ni la guerra, ni la paz, ni la conquista,
ni la vida fugaz de un pobre artista
ni el universo que hasta hoy se agranda.

¿Dónde estás? No te veo, pero siento
cómo haces distintos mis temores,
cómo acabas con tan bellos amores,
cómo vas a lograr lo que presiento.

Contra ti no puedo rebelarme,
ni el mendigo ni yo ni el potentado
nos podremos jactar de haber ganado,
y con ellos sólo tú has de igualarme.

A mi amada:
¿Es por el tiempo que gozo tu presencia?
¿O más bien es él quien me amenaza
y aguardando que salga de esta casa
irá a jugar conmigo y mi conciencia?

No quiero ningún reloj que me perturbe
las dulces horas que contigo paso,
no quiero que se mida el tierno abrazo
y que nada limite lo que dure.

Reflexiones:
No quiero ni pensar cuánto le falte
a ese inocente niño cuando reza,
que estas cosas que tengo en la cabeza
su plácido vivir le sobresalten.

El tiempo no es aliado ni enemigo,
no eres nada que a él pueda importarle;
es así como el sol, que imperturbable,
no calienta porque alguien tenga frío.

Si te sirve su pasar en buena hora,
si te daña, éso es problema tuyo;
no me lo ha dicho nadie pero intuyo
que pudiendo apurarse, se demora;

y si feliz un simple rato pasas,
notarás claramente que se esmera
en traer antes de lo que esperas,
la tristeza que te tiene preparada.
~


domingo, 17 de mayo de 2020

Extraño juramento


No se sabe cuándo, cómo, dónde ni porqué.

Hay asuntos urgentes y asuntos importantes. Los asuntos urgentes nos imponen el momento de tratarlos, pero los asuntos importantes los tratamos cuando nosotros lo queremos, o cuando podemos. 

Notarán que en esta oportunidad, tan buena como cualquier otra, me dispongo a tratar un asunto que, al menos a mí, me parece importante. Con la venia de mis lectores de diversas nacionalidades voy a tocar un asunto que se refiere a un hecho nacional peruano pero que puede ser interesante para todos ya que incursiona en un asunto que tiene que ver con nuestra cultura y filosofía occidental que no sin razón es llamada judeo-cristiana, a pesar de las grandes contradicciones que implica juntar esas dos filosofías en una sola palabra, por eso es que le puse el guión, para separar lo que aparentemente está unido: lo judío y lo cristiano, pero eso ya puede ser motivo para otra larga conversación.
Vayamos al grano, antes que reviente.

El Himno Nacional del Perú -en su versión actual- consta de un coro y siete estrofas, no entraré ahora en otras minucias de especialistas. La música está considerada una de las más hermosas en lo que a himnos se refiere; la letra no tanto, la misma que trata un tema común (comunitario) a todos los himnos hispanoamericanos, se refiere a la libertad obtenida tras las luchas de independencia de España; a pesar de algunas observaciones, el Himno sigue siendo hermoso en su conjunto, y como es lógico imaginar que siete estrofas no se pueden cantar siempre - porque debido a su extensión y a la constante repetición del coro, solo se entonan en ocasiones especiales y de ser posible interpretadas por cantores del nivel artístico adecuado - es que se canta solamente una de ellas; solía ser la primera, antecedida y seguida por el aleccionador coro que dice con elocuente entusiasmo: "¡Somos libres..!"

El interés en cambiar la primera estrofa por la última, la séptima, se dio por primera vez durante el gobierno (1975-1980) del émulo de Judas, Francisco Morales Bermúdez*, lo cual duró solo hasta el retorno a la presidencia a través de los votos del arquitecto Fernando Belaúnde Terry, quien puso las cosas en su sitio.
* En Roma, Morales Bermúdez enfrentó un juicio junto a 31 miembros de las Juntas Militares Sudamericanas que formaron parte del "Plan Cóndor". El 17 de enero de 2017 (a los 96 años de edad) fue condenado a cadena perpetua. Wikipedia

Luego, por segunda vez, en setiembre de 2009, durante el segundo gobierno del ahora auto-eliminado presidente Alan García Pérez  (que también era discípulo del Iscariote*, lo que posiblemente sea más que simple coincidencia), el Congreso, impulsado por quién sabe qué incontrolables impulsos, alegando suplantación y otras hierbas, dispuso eliminar la primera estrofa, dejando en suspenso cuál de ellas sería la que debería sustituirla en las ceremonias oficiales. No se sabe quién ni cómo volvió a meter la séptima, no puede ser casualidad... algún interés supra-metafísico y/o/u esotérico incomprensible e hiperdimensional y neurasténico (para estar a tono con los tiempos) debe haber, porque si no lo hay no se explica tal retrueque obstinado, testarudo e intermitente de querer meternos la mentada estrofa en la diaria, hebdomadaria, mensual o anual existencia.
* "García es un traidor por sus cuatro costados, oleado y sacramentado, se vendió a los ricos para aumentar indexadamente su patrimonio..." (Voltaire.net)

Así quedó hasta nuestros días en que muchos esperamos que el buen criterio vuelva a dejar las cosas como estaban.

O por lo menos como Esteban... mi amigo, lo hubiera querido.

Aunque fuera cierto que la primera estrofa es apócrifa, no es menos cierto que sin ella las demás no tienen sentido; por eso es la más adecuada si se va a cantar solo una. Y por si fuera poco, no se ha retirado de la letra del Himno: sigue allí, tan campante como siempre y me alegra que así sea. 

- ¿Y cuál es el problema? ¿No da lo mismo una estrofa que la otra?

- No señor, no da lo mismo, porque cada una dice lo suyo.

La primera estrofa es esta:

Largo tiempo el peruano oprimido
La ominosa cadena arrastró;
Condenado a una cruel servidumbre
largo tiempo en silencio gimió.
Mas apenas el grito sagrado
¡Libertad! en sus costas se oyó,
la indolencia de esclavo sacude,
la humillada cerviz levantó.

Veamos. De esta estrofa se dijo que no era de la autoría de José de la Torre Ugarte (autor de la letra) lo cual deja en situación incómoda a Don Pepe porque para muchos es la mejor de todas; que era de autor anónimo y además degradante o algo así, porque menciona que el peruano fue largo tiempo oprimido, pero en la misma se detalla y queda bien claro que al oír el grito de ¡Libertad! (en la costa, eso también tiene sus críticos), levantó la humillada cerviz. Por lo tanto, si estaba oprimido pero luego se liberó, pues ya está bien, nadie se tiene que sentir ofendido por eso: liberarse de cualquier esclavitud es un grandioso gesto de dignidad que muchos quisieran ejecutar, y eso nos dice la ahora suplantada e in-cantada (no cantada) primera estrofa.

-¿Y qué dice la séptima?

- Ahora le digo, y verá porqué esa estrofa debería ser eliminada, o mejor cambiarle los dos últimos versos.

La séptima estrofa es esta:

En su cima los Andes sostengan
la bandera o pendón bicolor,
que a los siglos anuncie el esfuerzo
que ser libres, por siempre nos dio.
A su sombra vivamos tranquilos,
y al nacer por sus cumbres el Sol,
renovemos el gran juramento
que rendimos al Dios de Jacob.

Si no se nota, se los digo: " 
...renovemos el gran juramento
que rendimos al Dios de Jacob."

¿Quiénes, cuándo y qué juramento rindieron al dios de Jacob? Que yo sepa, nunca nadie le juró nada al mentado dios, y atención, analizaremos brevemente qué dios es ese, pero antes dejando constancia que el Perú, como muchos otros Estados modernos, es un Estado Laico, lo que hace más culposa la pretensión de endilgarnos un juramento religioso en el Himno que debe representar a la toda nación.

A primera vista uno dirá, bueno, Dios es Dios, único, un solo Dios... No, no es así; y cuidado con ese cuento que no tiene nada de inocente; porque desde el momento en que se menciona al dios de Jacob, ya se está precisando a qué dios y sobre todo a qué cualidades y atributos de ese dios se refiere y debe honrar el supuesto juramento.

Porque de un mismo personaje, según cómo se le cite, se está determinado qué aspecto de él queremos resaltar. Por ejemplo: "Don José de San Martín, desbravador de Los Andes", resaltaría la hazaña de cruzar dicha cordillera con todo un ejército, acción de muy difícil realización, más aún durante el siglo XIX en que solo se contaba con la tracción animal.  Del mismo personaje podemos decir "Libertador del Perú", y así resaltamos su mayor triunfo, que fue precisamente ese.

De la misma manera, y aunque se trate del mismo dios, una cosa es decir el dios de Abraham, el dios de Noé, el dios de Josué, etc.
Mencionar al dios de Abraham sería resaltar la ayuda ofrecida para salir de Egipto (además de propiciar el robo y saqueo disimulados. Éxodo 11:2), sería recordar al dios que endureció el corazón del Faraón (Éxodo 10:1) para así poder lucirse con sus siete plagas que de otra manera no podría justificar; sería resaltar la entrega de las tablas de la ley, etc. El de Noé sería aquel que lo instruyó en la construcción del arca para que se salvaran de su propio castigo, algunos humanos y animales.

Mencionar al de Josué sería recordar su intervención a favor de uno de los bandos enfrentados en cierta batalla, y así según cada caso, pero ¿a qué cualidades nos refiere la mención del dios de Jacob?

Casi nada (sarcasmo), solamente que permitió que Jacob y su madre despojaran a Esaú de su condición de primogénito, valiéndose de engaños y maquinaciones que avergonzarían a cualquier persona con algunos principios de dignidad, ética y honor; le robaron la bendición que Isaac - moribundo y ciego - creía estar dando a Esaú Génesis 27:1 y sigtes). Infamia. Y eso es a lo que pretenden que cantemos, sin saber porqué ni para qué.

No sé si fue el autor original de la letra del Himno quien puso esa estrafalaria idea o si fue agregada después por algún iluminado colaborador tardío, en ambos casos desconocemos si esa era la intención o solamente se necesitaba una palabra que rimara con "sol". (Aquí la letra completa del Himno.)

Música y letra aquí, aunque solo con seis estrofas; está la primera, falta la sexta... ¿por qué? no lo sé, pero sí está la séptima con el Dios de Jacob.

Que alguien nos explique cuándo, cómo y porqué los peruanos, en su mayor parte cristianos (aunque convertidos por la espada) le hemos jurado alguna cosa a ese o a cualquier otro dios del antiguo testamento.

Gran parte de la culpa la tiene la gente indolente y sus representantes en el Congreso, que no se interesan en asuntos grandes ni pequeños. Así es. 
~

domingo, 3 de mayo de 2020

¿Al final daremos asco? Espero que no


Antes se auto flagelaban para conseguir
la cura, ahora no me parece muy distinto.


Estas condiciones de encierro y reglas que se entrometen en lo más íntimo y personal de la gente nos están haciendo tomar lo absurdo como normal; que se metan a decirte qué debes hacer y qué no, qué es lo correcto y qué es lo equivocado tratándose de asuntos personales es muy diferente que si se tratara de asuntos públicos, no es lo mismo y no se debería aceptar, pero... se dice, y eso es lo que convence, que lo privado ya no es asunto personal sino comunitario, porque si te entra el virus te conviertes en vector de contagio, por lo que tu intimidad deja de tener valor, sacrificada en aras de lo colectivo; entonces ya no somos aquellos hombres y mujeres libres que se plantaban para defender sus ideas e ideales, ya no, ahora somos los individuos masificados, amasados y amansados (comenzó con el 9/11), ya no se piensa como antes, o dicho más claramente: ya no se piensa; solo se acepta y se repite lo correcto para evitar ser mal visto y peor tratado por la manada obediente en que se está transformando gran parte de la sociedad, por donde sea que se mire.


Nos jodieron.

Y lo comprendo, porque no es lo mismo escapar a chorros de agua que te lanza la policía que salir tuerto, manco o cojo -si no muerto- después de recibir una bomba lacrimógena a quemarropa, o un balazo de goma con alma de metal desde la mínima distancia, tan cerca que el efecto puede ser mortal. Y a qué viene eso, preguntarán quienes ya se olvidaron cómo estaba el mundo antes de esta anómala situación: la lucha en las calles era cosa cada vez más abierta y generalizada; en lenguaje de hoy, era una pandemia de protestas y reclamos alrededor del mundo que hacía tambalear a los gobiernos corruptos de diversas clases pero de un solo signo: la mentira; y quién diría que un microscópico elemento nos metería a todos en nuestras casas y acallaría - quién sabe por cuánto tiempo - las voces de justa protesta.
Perdida la lucha en la calle se pierde la lucha en todas las demás esferas.

Están ganando.

Y no solo terminaron las protestas. Ya no se ven niños en las plazas, los juegos que rebosaban de ellos están vacíos, no hay gente caminando, se es culpable de querer respirar aire puro, de querer caminar, de querer existir.

Aunque siento una inocultable satisfacción con esta calma y silencio que me traen paz y tranquilidad al alma, no puedo dejar de entender que es la paz de los sepulcros y no la paz duradera del orden basado en la justicia.  La gente en su mayoría lo está pasando muy mal, porque la mayoría no somos nosotros, los que escribimos o leemos cosas por Internet, la mayoría es esa gente que no tiene qué comer - ahora ya literalmente - a los que se les acabó el ingreso cotidiano, se les quitó la posibilidad de salir para conseguir cualquier cosa que llevarse a la boca, y muchos gobiernos están mostrando, aunque tratan de ocultarlo, su completa falta de capacidad a la hora de cumplir su parte del pacto social; o lo que es peor, su insaciable afán de lucro; incluso robando con el pretexto (que para muchos es eso) de la pandemia.

Y no solo sufren aquellos que están en el extremo más bajo del espectro socio económico, sino toda esa masa que sería la que formaba la desaparecida clase media, que son pobres, pero no tanto como para merecer la ayuda estatal, y así, si algo tenían ahorrado se acabará ahora; si alguna cosa tenían además de lo esencial se terminará malvendiendo o empeñando, de forma irrecuperable, para comer unos días más.

Todo esto apareció justamente cuando más cerca parecía que estábamos del tan deseado cambio, y ese es el motivo para que tantos desconfiemos de esta situación, pero quién sabe si la respuesta o la solución vienen ahora por otro lado. Todo es posible en estos momentos de transición... a no sabemos qué.

En estos tiempos de cuarentena el cuerpo físico es una carga insostenible para los pobres y un lujo que solo se pueden permitir los más ricos. Así estamos, así vamos a estar. Asustados, controlados y dominados, lloriqueando por un mendrugo de pan, cargando toda la responsabilidad personal y comunitaria en los debilitados hombros de un pueblo cada vez más empobrecido y manipulado.

Así podemos llegar hasta extremos de dar asco, y no sé si eso es precisamente lo que se busca.



Pandemia sospechosa


Encerrados cada cual
allí donde corresponde,
donde ya nada se esconde
y en condena desigual
aguardando algún final
que tal vez nos acomode,
después que todo nos jode
este encierro prolongado
al que fuimos condenados
de forma que no se note.

Quien diría que la lucha
de esta forma acabaría,
la nuestra, la tuya y mía;
metidos en la casucha
o en el palacio ¡qué chu  a!
si no tienes libertad
donde estés todo es igual,
cárcel de barro o de oro
te la roba de igual modo;
esta condena es mundial.

La pandemia desatada
es verdad, están allí
los muertos, me convencí,
pero no queda aclarada
la forma manipulada
con que se está manejando,
que no los están tratando
de la forma que conviene,
es por eso que se tiene
que continuar desconfiando.

Acá no hay gato encerrado
pues sería poca cosa,
la verdad es más culposa
que un elefante ocultado
o un mamut disimulado,
nos quieren domesticar,
embrutecer y ablandar
y no sé si lo consigan,
pero sé que mientras sigan
se la vamos a pelear.

Este que quieren llamar
de anciano, viejo y caduco
no les va a creer el truco,
no va a dejarse engañar
ni lo van a etiquetar
como `población de riesgo´,
cuidado con ese sesgo
de intenciones tan macabras
que le dan a sus palabras,
a sostenerlo me arriesgo.
 ~