domingo, 30 de mayo de 2021

El límite de la dignidad

No sé si este título sea el más adecuado para lo que quiero comentar, me refiero a que hay gente, quién sabe si no somos todos iguales, que le pone un límite a su dignidad. Por ejemplo, hasta qué cantidad de dinero puede uno rechazar a cambio de venderse; qué tan buena posición debe tener ese pretendiente grosero o desagradable para ser considerado conveniente; qué tanto miedo se ha de tener para abandonar los principios o qué tan justa consideramos una causa para permitirnos hacer trampas para lograrla, utilizando la mentira, la calumnia y hasta la injusticia.

Eso se ve en todas partes, personas que dicen defender causas loables, nobles, pero que para ello no dudan en recurrir a cualquier artimaña indigna, aún a sabiendas, porque consideran que lo que están defendiendo es tan enormemente justo que las pequeñas o grandes injusticias utilizadas para conseguirlo no le hacen mella. Pero se equivocan, porque faltando a eso mismo que dicen defender, se convierten en lo contrario de lo que pregonan.

Los hay mal informados y los hay muy bien, demasiado bien, informados.

El festival de bajezas que se ve en política incluye una variedad y profundidad de infamias que es difícil no sentir lástima y asco. Si vienen de gente extraña se supera con más facilidad que si vienen de gente conocida y sobre todo de gente que uno amaba o apreciaba. Es duro ver que aseguren cosas que saben que son falsas y no les importe hacerlo. Me ha sucedido que al informarle a alguien en privado que lo que ha publicado es falso, me responde que sí lo sabe pero que la situación lo justifica, que eso hacen los otros o cualquier excusa que deja muy mal parada la dignidad y el respeto por sí mismo y por los demás.

Esos hacen que el mundo sea lo que es.

Porque ya no se trata de confrontar ideas y buscar juntos el mejor camino, sino de destruir al otro, no importa si se miente, se calumnia o se fabrican elementos pasando por encima de la dignidad de las personas y destrozando la propia. Es una verdadera pena ver a qué niveles de bajeza se puede llegar alegremente, como jugando y divirtiéndose dirán algunos, como enterrando lo que nos queda de decencia decimos otros.

Se publican fotos no solo falsas sino también cambiando el contexto, por ejemplo: una multitud reunida para expulsar a un presidente ilegítimo en 2020 se dice que es para apoyar una candidatura en 2021.

Se comparten vídeos demostradamente falsos, incluso antiguos, pero se siguen utilizando a sabiendas o desde la ignorancia.

Se difunden afirmaciones interesadas aunque los propios testigos afirmen lo contrario.

Se repiten términos y palabras hasta vaciarlos de contenido, se tergiversa, se falsifica, se difama... se hace lo más vil para defender lo más noble ¿Es que la verdad necesita de la mentira? ¿Es que la democracia necesita de la tiranía? ¿Es que la justicia se consigue con injusticias? ¿Es que la paz y el amor se imponen con la violencia? Hay democracias que asustan porque no son tales; el abuso y la desigualdad disfrazados nunca serán sino eso mismo: abuso y desigualdad. Democracia es otra cosa, y nunca la hemos tenido.

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