domingo, 24 de julio de 2016

El extraño Judas de Abraham Valdelomar.



¿Tienes un billete de cincuenta soles? Míralo - ¿Quién está allí?
Abraham Valdelomar, periodista, escritor, cuentista y poeta peruano; autor de El Caballero Carmelo que solía ser lectura obligada en la escuela, uno de sus más famosos cuentos y que da título a su primer libro publicado en 1918.



Él había nacido en Ica en 1888, por lo tanto tenía entonces treinta años... y para quienes no lo saben, aunque sucedió hace casi cien años, debo darles la triste noticia de que Abraham Valdelomar murió a los treinta y un años de edad, cuando mucha gente aún no ha hecho gran cosa en la vida. Imagínense qué obras maravillosas nos habría dejado si no fuera por esa fatal caída de una escalera de piedra, allá en Ayacucho, donde se encontraba para asistir a un Congreso Regional en su calidad de diputado. Se fracturó la columna vertebral y falleció después de dos días de agonía. 
Entre dieciséis cargadores ayacuchanos, seguramente que por turnos, fue llevado a pié dentro de su ataúd hasta Huancayo, y desde allí en tren hasta Lima, donde fue enterrado en el cementerio Presbítero Matías Maestro.

Un segundo libro de cuentos, Los hijos del sol, se publicó en 1921, dos años después de su muerte.

Ocupó algunos cargos en los gobiernos de su época, fue secretario de la embajada peruana en Roma, fundó algunas revistas, tuvo a su cargo secciones periodísticas, todo éso en tan corta vida. Dejó muchos proyectos inconclusos.

Era un joven bondadoso e idealista, pero sus aires extravagantes adoptados para llamar la atención hacia su persona y por tanto hacia su obra, más o menos al estilo dandy de Oscar Wilde, le ganaron bastantes enemigos, los que después de su trágica muerte hicieron correr la versión de que su caída no fue de una escalera sino que cayó dentro de un pozo ciego y murió cubierto por excrementos. La realidad es que cayó de espaldas sobre un montículo de piedras tan duras como la escalera desde la cual resbaló o tropezó, de noche y en la oscuridad. Rara imaginación y rebuscada forma de pretender dañar la memoria de uno de nuestros mejores escritores. Él nos habla directamente a través de su obra, y es en ella que lo encontramos y reconocemos como el extraordinario ser humano que fue. 

Los ojos de Judas es uno de sus más logrados cuentos, autobiográfico y por éso mismo más estremecedor. Cuenta una rara historia que gira en torno a una misteriosa mujer que se le aparece en la playa cuando él es aún un niño. Lo que marca el cuento es la angustiante identificación de esa mujer, delicada y dulce, con el personaje de Judas, y la pregunta que le hace ella al protagonista, con insistencia, sobre si él lo perdonaría. Todo sucede alrededor de la semana santa en Pisco (Perú), donde, como en muchos otros lugares, se quema una efigie de Judas, en este caso lo hacen el sábado de gloria por la noche.

Quien desee leer el cuento completo, está aquí

Es una extraña historia que se teje en torno a una mujer que delata al propio marido por salvar a su hijo. La delación pesa tanto en su alma que no puede perdonarse a sí misma, y para mayor desgracia no sólo pierde a su esposo sino también a su hijo. Esta tragedia llega de manera confusa a oídos del autor cuando es todavía pequeño y se entrelaza en inesperados encuentros con una misteriosa mujer vestida de blanco. 

En recuerdo de Abraham Valdelomar.
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3 comentarios:

  1. Muchas gracias Ricardo... es una historia que pocos conocemos, viví en Ica donde tiene estatuas y también había un colegio que llevaba su nombre (quizás todavía está) pero nunca supe lo que tu nos compartes.

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  2. No sabía de la trágica muerte de Valdelomar, pero como todo peruano si conocí desde joven su Caballero Carmelo y alguna de sus excentricidades, el decía "El Perú es Lima, Lima es el Jirón de la Unión, el Jirón de la Unión es Le café Concert, y el Café Concert soy yo".

    Es una lástima que muriera tan joven, como bien dices, cuanto más hubiera hecho.

    Fernando Atala

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  3. No sabía de la trágica muerte de Valdelomar, pero como todo peruano si conocí desde joven su Caballero Carmelo y alguna de sus excentricidades, el decía "El Perú es Lima, Lima es el Jirón de la Unión, el Jirón de la Unión es Le café Concert, y el Café Concert soy yo".

    Es una lástima que muriera tan joven, como bien dices, cuanto más hubiera hecho.

    Fernando Atala

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