miércoles, 11 de marzo de 2015

LOS OTROS INFIERNOS.


Hace unos días se le atribuyó al Papa Francisco I una declaración falsa y la rectificación no parece haber llegado a todos, el infundado rumor aseguraba que el Papa había dicho que el infierno no es más que un recurso literario, al igual que el relato de Adán y Eva recogido en el Génesis. Mucha gente celebró la supuesta apertura mental que implicaba esta declaración. Lamento decepcionarlos.

La verdad es que en una reunión con más de mil jóvenes dijo que “va al infierno solamente aquél que dice a Dios: ‘No te necesito, me arreglo yo sólo’, como ha hecho el diablo, que es el único del que estamos seguros que está en el infierno”.
Con el debido respeto, el "diablo" no debe estar solo en esos parajes y tampoco es muy difícil imaginarse a algunos que le estén haciendo compañía, lo que pasa es que Francisco no se quiere hacer más enemigos de los que ya tiene. Finalmente, sólo podemos estar seguros de que el infierno no pasa de una suposición y podemos meter en él a quien nos parezca, lo cual no modifica en nada la realidad que sigue siendo un misterio ya que nadie a regresado del más allá para informarnos con precisión lo que nos espera.
Este tema da para muchas discusiones porque implica cuestiones muy variadas, como la bondad de Dios, por ejemplo... que cómo puede ser tan cruel; consideraciones de economía universal o cósmica que ven en el infierno un inexplicable y contraproducente desperdicio de recursos (almas en este caso, sin contar el gasto en combustible que para Dios no es nada porque con una sola estrella basta y sobra), y cuántos argumentos más, interesantísimos para quienes aprecian este tipo de elucubraciones y aburridos para gente que prefiere otra clase de asuntos.

Veamos rápidamente qué nos dicen acerca de El Infierno las principales religiones, de las más recientes a las más antiguas.

Para el Islam el infierno existe, se llama Yahannam, tiene siete niveles para distintos tipos de pecadores y está custodiado por 19 ángeles muy poderosos, sólo uno de ellos podría dominar a toda la humanidad, pero son más por si acaso se presentara alguna contingencia no prevista. Es enorme, no se sabe bien dónde está ni es necesario que se sepa y el principal castigo tiene que ver con el fuego y aguas inmundas y otras asquerosidades en ebullición. En realidad es más bien un purgatorio porque se espera que al final de los tiempos Alá se apiade de todos los condenados y los libere. Los que van a ese infierno son los que descreen de Él y de sus mensajeros y los que no cumplen sus mandatos.

El cristianismo nos presenta el infierno como un lugar de fuego donde las almas de los pecadores arden eternamente mientras el diablo y sus secuaces se ingenian para hacer el sufrimiento aún más doloroso. Los castigados son quienes faltaron a los mandamientos, cometieron uno o varios de los llamados pecados capitales, se murieron sin confesarse y/o no tuvieron la suerte de pertenecer a la iglesia adecuada - aunque parece que este último requisito se encuentra en discusión. Para los católicos, la Virgen María ayuda a llegar al cielo, o sea que nos resguarda de caer en la perdición eterna que es su contrario.  Al igual que en el Islam y que en todas las demás religiones, no se sabe bien dónde está; se creía que estaba dentro de la tierra pero esa certeza se ha ido debilitando con los avances científicos que dicho sea de paso, no son muchos en esa área del conocimiento humano. Aparte está el purgatorio para quienes se considera recuperables; se los manda allí para purificarse por un tiempo indeterminado porque no se sabe bien cuánto puede durar; de donde pasan al cielo o paraíso a gozar de la gracia de Dios.

El Judaísmo  no contempla un castigo eterno para las almas de los réprobos, por lo que no podemos decir que crean en el infierno sino que más bien diríamos que se trata de un purgatorio donde cada uno tiene el castigo que corresponde a su falta y que es finito, al cabo del cual pasa a gozar también de la gracia divina. Al igual que los anteriores, parece que no se sabe bien dónde se encuentra. Ese lugar se llama Gueinom y las penas duran sólo entre once y doce meses a partir de la muerte del individuo. Es de lejos la más cómoda y atractiva de todas las perspectivas religiosas. En realidad muy buena oferta, aunque no aceptan conversos muy fácilmente.

Y finalmente el Budismo, que justamente por ser la menos conocida en nuestro medio, además de ser la más antigua de las mencionadas, es a la que más espacio le dedicaré en este resumen.


http://mapamundial.co/p/mapadeChina

 Buddha en la Isla de Lantau en Hong-Kong

Así como el cristianismo aparece en un contexto judío, el budismo se desarrolla en un contexto hinduista, por lo que algunas creencias de éste se mantienen con más o menos variaciones en esta religión. Aunque apareció en la India, es en China donde tiene más seguidores. Trato de ser breve y exponer el tema de la forma más simple.
En las religiones anteriores hemos visto que después de esta vida nos esperan dos condiciones: Premio o Castigo, Cielo o Infierno; (tres si contamos el purgatorio, pero éste es sólo un estado pasajero porque se espera que todos salgan bien librados de esta condición).
Para mayor exactitud, si tal palabra cabe en estos temas, se puede afirmar que en el judaísmo - y también en el islamismo aunque a mayor plazo - existe finalmente una sola conclusión para el alma humana que es el paraíso, el goce de Dios). Pero inmediatamente después de muertos las posibilidades suelen ser dos.

En el budismo hay seis condiciones posibles que esperan a la esencia del hombre después de su muerte, no digo a su alma porque en el budismo no hay un alma individual, particular y permanente como en el cristianismo; sino un cuerpo metafísico que se va creando por las acciones realizadas durante las vidas o existencias anteriores (el karma, palabra sánscrita derivada de Kri: hacer, crear), aunque para fines prácticos no hay ninguna diferencia considerable.

El karma no es una ley impuesta por algún dios y que algún juez supremo se encarga de hacer cumplir. No es éso, en más bien una condición inherente al universo, a toda la creación, de la que nada ni nadie escapa.

El pecador no es castigado a causa de sus pecados sino que son sus pecados los que lo castigan, y nada ni nadie puede evitarlo. Por éso, en el budismo, la caridad es una pretensión vana que lo único que logra es demorar más el proceso de purificación, ya que quitándole a la persona una parte de su sufrimiento solamente se consigue postergarlo y alargar la pena.
Es el karma de cada uno lo que determina la siguiente etapa, cuál de las seis posibilidades será la que le corresponda.
Las seis posibilidades o condiciones son:

1- La condición de dios (deva). Implica terminar con las reencarnaciones.

2 - La condición de hombre. Después de la de dios, ésta es la más difícil de lograr. Las posibilidades son muy escasas. Se dice que la probabilidad de que un ser renazca en un cuerpo humano es tan insignificante como la de que una tortuga que vive en el fondo del mar y que se asoma a la superficie una vez cada cien años, meta la cabeza en un único anillo que flota a la deriva sobre la inmensa masa de agua. Esta parábola trata de hacer que apreciemos y aprovechemos lo mejor que podamos la condición humana que es tan difícil de lograr.

3 - La condición de asura. Son enemigos de los devas y viven en palacios subterráneos donde tienen sus propios reyes, habitan junto a los nagas, que son serpientes de rostro humano que guardan libros esotéricos del budismo.

4 - La condición animal. Según la clasificación budista son de cuatro clases: a) los que no tienen pies, b) los que tienen dos pies, c) los que tienen cuatro pies y d) los que tienen muchos pies. (No dice patas sino pies). Incluso el propio Buda vivió en cuerpos de animales.

5 - La condición de preta. Son condenados torturados por la sed y el hambre constantes, de vientre gigantesco y boca diminuta; leprosos y cubiertos de suciedad, pueden ser amarillos, azules o negros y son los que merodean los cementerios y suelen animar los cadáveres.

6 - La condición de ser infernal. Ésta es de lejos la peor de todas. Ya no hay salvación a la vista. Sufren en lugares subterráneos aunque también podrían ser encerrados en una roca, un árbol, una casa o una vasija. Sufren siglos y siglos en cada uno de los cuatro infiernos, y después del cuarto infierno vuelven otra vez al primero para proseguir con el inacabable castigo. 
Éstos son: El de Bronce (que está lleno de fuego), el de Estiércol (que está lleno de éso mismo y otras porquerías), el de Perros (no serán lindas mascotas sino diabólicos canes que se destrozan y despedazan entre ellos, a la vez que sufren las peores desgracias que les pueden sobrevenir a los de su especie, incluida la sarna, la rabia y demás posibles tormentos) y el de Espinas (no hace falta mayor explicación, sólo hay que imaginar que deben ser las más horribles que pueda haber, con toda clase de ponzoñas para complementar el martirio; posiblemente sean además móviles para poder lacerar también a los condenados más escurridizos). El desgraciado pasa de uno a otro infierno eternamente, en un castigo infinito.

A quien no hace nada bueno, nada de nada, y además comete actos que dañan a otros, es posible suponer que le espera - según la doctrina budista - la peor de las condiciones mencionadas, o sea la llamada condición infernal.

En El Sermón de Benares, Buda (o Buddha) enseñó la forma de librarse del sufrimiento y de ascender hasta la condición de deva. Previno de los extremos, tanto el material como el puramente espiritual y recomendó La Vía Media: El Sagrado Óctuple Sendero (recto  conocimiento,  recto pensamiento,  rectas palabras,  rectas obras,  recta vida,  recto esfuerzo,  recta consideración y recta meditación) al que se llega por las Cuatro Nobles Verdades ( el sufrimiento, el origen del sufrimiento, la aniquilación del sufrimiento y el camino que lleva a la aniquilación del sufrimiento).


A quien obró de la peor forma, desde la posición del budismo, podemos imaginarlo de esta manera:


Una vez muerto... 

 

 

Le llega desde las sombras la pregunta:
Si ha visto a los mensajeros,
cinco son y se han cruzado
más de una vez en su vida:

El niño.
El anciano.
El enfermo.
El torturado por la injusticia.
El cadáver corrompido.

Los ha visto, si,
y en el fondo bien sabía
lo que tenía que hacer;
pero como pecador,
no los ha reconocido,

y se miente
al decir que no sabía
qué se esperaba que hiciera,
mas no hay a quien convencer,
porque no hay juez.

Se condena al primero
de los cuatro infiernos
circulares, rotativos
y por éso
inacabables.

El infierno de bronce:
cuatro puertas y cuatro ángulos,
inmenso y lleno de fuego;
pasan siglos y por fin
una puerta se entreabre.

Sale de éste y pasa ahora
al infierno de estiércol
donde entero se sumerge,
se fusiona, ingiere y se entrevera
en inmundicias.

Siglos más y logra huir
al infierno de los perros,
lo destrozan a mordidas,
lo pudren enfermedades
y no muere.

Otro cúmulo de siglos
en el infierno de espinas
ardores, dolores, gritos,
agonía que no acaba,
pura carne desollada.

Más siglos hasta que ingresa
nuevamente al que es de bronce,
con terror lo reconoce,
lo recuerda tras de siglos,
es otro eslabón que empieza.
~
Infiernos que no asustan ni conmueven,
tan horribles que parecen inventados
los variados infiernos mencionados.
El que se los merece no los cree,
y a quien no los merece, no le importan.

~ o ~
 


A quien le interese* un texto comprensible que explica lo que es el budismo le recomiendo el siguiente texto:

JORGE LUIS BORGES & ALICIA JURADO

QUE ES EL BUDISMO

(1976)
- - -
* No me dirijo a quienes disfrutan la bienaventuranza del libro único.
- - -

3 comentarios:

  1. Excelente análisis... concienzudo, detallista y objetivo (hasta aterrador por cierto que fuera!)
    Me gustó... lo voy a releer varias veces... para procesar debidamente toda la información...
    Mis felicitaciones al autor..!!!

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  2. Felicitaciones Ricardo, es un analsis erudito desde la perspectiva de las diversas religiones y que incita al interes y a buscar mas informacion. Comparto tu orgullo de ser huancaino

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