domingo, 14 de abril de 2019

Herejías: El Dios ausente

Dios descansó el séptimo día... 
y parece que sigue descansando

O tal vez se fue de viaje.

Pero no se fue por uno ni dos días, me hace pensar en aquellos presidentes que al no encontrar aprobación entre los suyos, lo pasan mejor viajando por tierras lejanas en las que, como saben poco de él y su país, se imaginan que ese mandatario es amado por su pueblo; que ese (el mandatario), comprende y se identifica con su gente, pero en realidad no es así: simplemente es un funcionario que afronta mejor las vaguedades afuera que las precisiones dentro de su patria. No daré ejemplos para evitar disgustos, pero quien sabe de política internacional podrá identificar a varios; y lo que es más; ya entendió. 

Me estoy desviando del tema porque Dios no puede depender de qué tanto se le adore o se deje de hacerlo; además, si cualquiera se conmueve con la oración de un solo niño, que con verdadera fe e inocencia le dirige sus rezos, cuánto más no se conmovería Dios que es todo bondad.
Sin embargo, todo nos dice que Dios - esa recurrente invención humana - se la pasa siempre ausente, quizás de viaje por ciertas dimensiones donde no sabemos si se le necesita más que aquí o qué hicieron para ganarse su divina presencia, si ese fuera el caso, aunque yo personalmente lo dudo. 

- Oiga... más respeto con Diós, pé.

- Bueno, como quiera... sigamos.

Y estos pensamiento vinieron a mi mente, que es santa creación suya que por eso mismo merece ser tenida en cuenta, porque esta semana que pasó, muchos articulistas y periodistas estuvieron recordando el genocidio que sucedió en Ruanda, nos dicen que ya van veinticinco años (7 de Abril de 1994) de esa atroz matanza donde se asesinó horriblemente a más del diez u once por ciento de la población del país, ante la mirada de la comunidad internacional que por desgracia no sirve de nada; mire o no mire estamos reventados.
¿Y qué se ha ganado con cada conmemoración anual?
Nada, aparte de aumentar un renglón de tres palabras a la horrorosa lista de asesinatos e injusticias, es decir: "El Genocidio de Ruanda".

Mientras tanto, amontonados en ese ignominioso catálogo siguen sin encontrar justicia ni socorro, entre otros muchos: Palestina, víctima de una inmoralidad horrorosa que clama al cielo ininterrumpidamente minuto a minuto desde hace más de setenta años, donde al asesinato y al robo se suman la ofensa, el odio, la mentira y la falsificación de la historia; y el cielo... bien gracias... 

Y hay más: desde el exterminio de los amerindios (por llamarlos de alguna manera), las matanzas de kurdos, alemanes, australianos, congoleños, vietnamitas, judíos, rusos y chinos; en esa negra lista tenemos a Srebenica, Darfur y los Rohingyas. También están Afganistán, Irak, Libia, Siria... Puedo saltar en el tiempo y la geografía: El Salvador, Argentina, Colombia, Perú, Chile, Guatemala...  como si nada, porque casi donde quiera que se ubique el día y el lugar alguna matanza tuvo o tiene lugar sin más motivo que la locura, ambición y estupidez humanas. Que me disculpen los descendientes de los que no he citado, si acaso quedan algunos vivos, porque es inevitable que falten muchos cuando el listado de la sangre derramada es tan extenso... y no olvidemos a los negros, tal vez los más abusados de todos durante varios siglos, y aún hoy, en lugares que evito mencionar porque quien entiende lo sabe bien y quien no quiere entender no lo hará ni aunque se lo escriba en mármol; pero ya está: muertos hay, hubo y habrá y toda vergüenza es poca, sin embargo Dios no se conmueve.

Más coherencia sería deseable: Tal vez hay un orden cósmico pero que claramente no repara en individualidades ni en colectivos concretos y más o menos definidos, o sea  que para efectos prácticos es como si  no hubiera nada: No hay Dios, y si lo hay no nos cuida; porque no quiere o porque no puede; en cualquiera de ambas hipótesis ya no es el Dios en que queremos creer, porque si no quiere: no es bueno; y si no puede: no es omnipotente.

- ¡Oiga! No trate de comprender los insondables designios de Dios, se le achicharrará el dedo y se le secará la lengua por atreverse a intentar acercarse al entendimiento divino. Sepa usted que al lado de Dios no somos ni siquiera insignificantes migajas perdidas en el último y minúsculo resquicio de la rajadura del ladrillo refractario del más triste rincón del horno en que se cuece la vida cósmica, inorgánica, carente e incompleta que está a la espera del alma, soplo divino esparcido inmerecida y generosamente sobre la paupérrima materia inerte que solo por eso trasciende el estado molecular y atómico para aspirar, siquiera de manera tangencial al instante eterno de conjugación armónica, aunque necesariamente breve e instantáneo, del acercamiento a la fuente imperecedera de toda gloria y majestad....

- ¡A la mierda! ¡!Que manera de revolcarse en la incongruencia ficticia de términos altisonantes que en definitiva no dejan nada más que una falsa sensación de grandeza divina y el consecuente contraste de insignificancia y mezquindad humanas. Sepa usted, funesto señor, que lo poco o mucho que se conoce, Dios o dioses incluidos, son obra, gracia y descubrimiento de esa siempre humillada y disminuida entidad: el hombre, a pesar de los confusos vericuetos mentales y oscuras tentaciones mitológicas que se le imponen.

Más nos valdría pues, dejarnos de mitologías y divinidades indescifrables y crear algo más acorde con nuestra realidad. Un Dios como la gente, en el mejor sentido del término: positivo, sano y alegre. Un Dios Renacentista, que nos haga precisamente renacer de tanta escoria y como el Ave Fénix, (o, para los menos exigentes, siquiera como el Gato Félix) nos transforme en lo mejor que de tantas sobras y cenizas podamos llegar a ser. Que nos eleve, nos ayude a ser más y mejores pero sin ambiciones egoístas y sin maldad, que nos impulse a cuidar el planeta, la vida, los animales; que seamos un orbe sostenible y sereno en el cual - salvo imprevisto meteorito o inoportuna Super-Nova - podamos mirar con tranquilidad y confianza el porvenir, nuestro y de todo lo que tiene espacio y cabida en este planeta ya demasiado maltratado por nosotros mismos mientras algunas religiones clásicas miraban para otro lado.

A crear vida y prosperidad con inteligencia y dejarse de enfermizas y anacrónicas cosmogonías.

¿Qué nos falta? Nada. Feliz Semana Santa.
~

1 comentario:

  1. Dios no es invención humana Ricardo, también yo pensé lo mismo por más de 40 años, traté de buscarlo por la razón, investigué hasta el hartazgo, y como no lo encontré, seguí mi vida sin su presencia y sin sentirme agobiado por pecados cometidos, según la creencia que mis padres me inculcaron.

    Me casé por lo civil y por la Iglesia porque así lo exige la sociedad, y para complacer a mis padres, no comulgué en esta ceremonia porque estaba lejos de Dios, y conforme con mi modo de vida que no era de irresponsable libertino, era un muchacho normal, pero sin el conocimiento de Dios.

    Cansado de mi busqueda, después de muchos años y ya con hijos, ÉL vino a mi y me mostró como encontrarlo, y tú aunque no lo creas, no estás lejos, Dios está dentro de tí ya llegará el momento que te des cuenta.

    En cuanto a las matanzas solo Díos sabe porque las permite, tal vez porque están mejor a su lado.

    En cuanto a la comunidad mundial, indiferente a los abusos de los poderosos, especialmente la ONU, que no sirve para nada en este momento, pero que recién creada, sí intervino con tropas, aviones, tanques y buques en la guerra de Corea, obviamente todo ese equipo militar era de EE UU, que como bien dices, por egoísmo, ambición o intereses subalternos hay matanzas tan cobardes como las que trata de justificar Israel en Medio Oriente, haciéndole el trabajo sucio a EE UU y sus socios europeos por intereses geopolíticos.

    Vas a encontrar a Dios y te darás cuenta de que estabas equivocado.

    Feliz Semana Santa
    Fernando Atala

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