08.05.2014
Atención: Lectura no apta para flojos ni apurados.Jorge Manrique - Imagen: Los poetas.com |
Jorge Manrique y las coplas de pie quebrado
Jorge Manrique, uno de los más
destacados poetas españoles de todos los tiempos y no sólo del
siglo XV en que vivió, tuvo una vida muy breve. Nació en 1440 y
falleció luchando valientemente en 1478 durante un osado
enfrentamiento de los muchos que se sucedían en esos violentos días;
los Manrique estaban a favor de coronar como reina a la princesa
Isabel; como efectivamente sucedió más tarde siendo conocida como
Isabel la Católica; oponiéndose a la coronación de una supuesta
hija de Enrique IV, Juana la Beltraneja.
Cómo no lamentar la brevedad de su
vida: 38 años. Aunque no hay certeza del lugar ni de la fecha exacta
de su nacimiento se calcula con bastante aproximación el año 1440
mencionado más arriba, se sabe que su madre murió poco después de
haberlo traído al mundo. Su padre, Don Rodrigo Manrique, Conde de
Paredes de Nava y Maestre de la Orden de Santiago, era un rico
encomendero de extensas tierras con su sede principal en Segura
de la Sierra, Jaén. Posiblemente allí haya nacido el poeta. Se casó
a los 30 años.
Como hemos visto, era un valiente, y
murió como tal en un tiempo de constantes guerras internas y
sorpresivas escaramuzas. Aquí tenemos un testimonio de primera mano
sobre la muerte del poeta guerrero, contado por un contemporáneo,
escrito en el castellano del siglo XV:
«Ansimesmo en el Marquesado donde
estaban por capitanes contra el Marqués, D. Jorge Manrique é Pero
Ruiz de Alarcón peleaban los más días con el marqués de Villena é
con su gente; é había entre ellos algunos recuentros, en uno de los
quales, el capitán don Jorge Manrique se metió con tanta osadía
entre los enemigos, que por no ser visto de los suyos, para que fuera
socorrido, le firieron de muchos golpes, é murió peleando cerca de
las puertas del castillo de Garci Muñoz, donde acaeció aquella
pelea, en la qual murieron algunos escuderos é peones de la una é
de la otra parte».
Hernando del Pulgar.
Era un noble y era un poeta, pero murió
peleando en una encarnizada lucha cuerpo a cuerpo, donde se mataba y
se moría de uno en uno; paradójicamente, esos hombres que se
mataban a mazazos conocían mejor que muchos militares de hoy el
valor de la vida humana; porque ahora se mata desde lejos,
cómodamente y sin salpicarse ni siquiera con una gota de sangre
enemiga.
Fue enterrado cerca del lugar del
enfrentamiento.
Su obra literaria no es extensa, como
es lógico, por el escaso tiempo que estuvo por estos parajes y quién
sabe qué obras tanto y más valiosas nos hubiera dejado si la vida
le duraba más tiempo. Son alrededor de 40 composiciones que tratan
de temas amorosos, burlescos y religiosos, escritas de acuerdo a la
usanza de su época. Su poema más conocido es aquel llamado “Coplas
a la muerte de su padre”.
Su padre, Don Rodrigo, murió en 1476 a
causa de un cáncer que para mayor desgracia, si cabe, le desfiguró
el rostro. Jorge Manrique tenía entonces unos 36 años de edad;
estaba en la flor de la vida y en sus famosas coplas nos habla como
lo que es: un hombre joven y fuerte que queda profundamente
impresionado por la fragilidad de la vida humana y la absoluta
pérdida que representa la muerte. ¿Pensaría acaso que antes de dos
años seguiría por el mismo camino?
Jorge Manrique era un hombre de letras
y de armas, como varios otros integrantes de tan distinguida familia,
una de las más antiguas y nobles de España. Estudió humanidades y
también la carrera militar. Como podemos apreciar en su más famosa
obra, fue un hombre sensible, de elevado espíritu y férreos
principios morales.
Esos versos que suenan tan
profundamente tristes, principalmente por la pérdida del padre que
es lo que los inspira, han sido escritos de tal manera que los
sentimientos se ven apoyados y reforzados por la cadencia que le dan
los versos octosílabos combinados con otros tetrasílabos. Se llaman
coplas de pie quebrado, donde los versos más largos suenan como
graves advertencias y los versos cortos nos parecen inapelables
sentencias. Tienen un ritmo que recuerda el toque fúnebre de
campanas tocando a difuntos nos decía Azorín* con
bastante aproximación a lo que se siente al escucharlos. Las ideas
que expone están inspiradas en ciertas partes de las sagradas
escrituras y con bastante influencia del fatalismo medieval.
Hablar de la forma y de la métrica de
los versos no es querer restar importancia al contenido, que nos
lleva a un estado de profunda meditación acerca de verdades tan
elementales como rotundas, que intentan proporcionarnos la
resignación necesaria para enfrentar la pérdida de un ser querido
mostrándonos lo efímero del poder y las riquezas; de la opulencia;
de la fama; que al final todo es ido y acabado nos dice con
tan indiscutible aplomo que no nos deja ningún resquicio para la
discusión. Hablar de la parte literaria es apreciar cómo un poema,
en este caso las famosas coplas, ganan una profundidad y una belleza
aún mayores gracias a la excelente selección de la forma. Fondo y
forma se unen para obsequiarnos una de las obras maestras de la
literatura española.
Las coplas de pie quebrado eran una
novedad en esos días, pues las había inventado poco tiempo antes su
tío Gómez Manrique, uno de los varios poetas que hubo en la
familia.
Jorge Manrique, ya lo sabemos, fue
poeta y guerrero, y con Las Coplas a la Muerte de su Padre, donde
hace un elogio póstumo de su progenitor, mostrándolo como ejemplo
de virtudes, heroísmo y serenidad ante la muerte, nos deja también
uno de los poemas clásicos de la literatura española y también de
la literatura universal. Lope de Vega dijo acerca de esta obra que
“merecía estar escrita en letras de oro”. Creo que todos
esteremos de acuerdo en éso.
A pesar del trágico tema tratado,
tiene un final tranquilo y consolador, ya que después de hablarnos
de la muerte, desde lo abstracto a lo concreto, esbozando en sus
coplas tres vidas: la humana y mortal que termina pronto; la de la
fama, que puede durar más, y la eterna, en el más allá, que no
termina nunca; al final, como decía más arriba, acaba consolándonos
ante tan terrible realidad con estas bellas palabras que expresan un
pensamiento más bello y amoroso todavía:
“... que aunque la vida perdió,
dejónos harto consuelo
su memoria.”
Hermosas palabras de un hijo digno de
un padre excelente, y como leí o escuché en alguna parte: La
memoria que deja su hijo en estas coplas sirve para elevar tanto al
padre guerrero como al hijo poeta, a los dos juntos, a la
inmortalidad.
~ o ~
Vamos a ver hasta qué punto es cierto
que la forma hace una gran parte de la obra, hagamos algunos versos
tristes utilizando la copla de pie quebrado y veamos qué se siente;
luego usaremos ese mismo tipo de copla para componer algo jocoso.
Pidamos la ayuda de las musas o de San Plácido, patrono de las cusas
fáciles, para poder llevar a buen término el experimento. Pero
antes apreciemos algo de las inmortales “Coplas a la muerte de su
padre”, de Jorge Manrique.
Dudo si copiar aquí las 40 coplas de
doce versos cada una que pueden parecer demasiado extensas para este
espacio, sin embargo, al leerlas, lo atrapan a uno de tal manera que
al final hasta se hacen cortas. Pero, como no quiero abusar de la
paciencia de ustedes, me limitaré a facilitarles el enlace donde
pueden leer el poema completo, y aquí voy a poner sólo algunas
(tres) para recordar juntos un poco de estas tristes y contundentes
palabras. Comencemos por el principio:
Copla I
Recuerde el alma dormida
avive el seso e despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer ,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
Sigamos con alguna copla de más o
menos la mitad del poema, en la que interpela a la muerte :
Copla XXIII
Tantos duques excellentes,
tantos marqueses e condes
e varones
como vimos tan potentes,
di, muerte, ¿do los escondes
e traspones?
E las sus claras hazañas
que hicieron en las guerras
y en las paces,
cuando tú, cruda, te ensañas,
con tu fuerza las atierras
e desfaces.
Y para terminar las breves muestras de
este extraordinario poema, veamos la última copla que emociona por
su parte humana e íntima:
Copla XL
Así, con tal entender,
todos sentidos humanos
conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos e hermanos
e criados,
dio el alma a quien se la dio
-el Cual la dio en el cielo,
en su gloria-,
que aunque la vida perdió,
dejónos harto consuelo
su memoria.
Indudablemente este poema sigue y
seguirá vigente, letra por letra, idea por idea; iba a decir que
cambiando ciertos detalles, como reyes y vasallos... pero -¿Acaso no
hay reyes y vasallos en pleno siglo XXI? Sigue vigente entonces
completamente y mientras la muerte sea lo que es: Final definitivo de
nuestra humana existencia, ejecución insobornable de la naturaleza,
sentencia inapelable para el que tiene que marchar y barrera
infranqueable para todos mientras estemos vivos que felizmente
preserva el más allá de tantas insensatas pretensiones humanas.
~ o ~
Veamos ahora qué podemos hacer con
esas coplas; personalmente ya hice un poema con esa lúgubre cadencia
y creo que logré algo interesante, pero era bastante extenso para
ponerlo aquí y además lo he perdido irreparablemente. Que lo vuelva
a escribir, me dice alguien que me aprecia y valora demasiado... tal
vez lo intente. Bueno, para lo que propongo, trataremos de hacer algo
corto y de ser posible significativo. Por ejemplo, muchos tememos a
la soledad no deseada y el abandono (no es necesariamente mi caso),
hagamos con ese tema nuestras coplas tristes pero sin aspirar al
contenido filosófico y moral de Manrique. Más modestamente, aquí
van:
Coplas del abandonado
(Autor: Ricardo Kajatt S.)
Ahora, solo, abandonado,
recordando lo que ha sido
y ha pasado;
a veces me ha consolado
recordar que nos quisimos,
nos amamos.
Quien podía imaginar
que pasado tanto tiempo,
recordarte,
podría hacerme llorar
y aunque con dolor intenso,
no esperarte.
Tu regreso, imposible,
hasta ayer tan esperado,
se ha borrado;
y esta tristeza insufrible
de no tenerte a mi lado,
no ha cesado.
~
Parece que se logró algo, suena
melancólico y creo que me dan ganas de llorar... pero no estoy
seguro si por el triste mensaje de la copla ... o por la pobre
composición. Bueno, el resultado buscado era ése, dar pena, y de
alguna manera se ha logrado.
Lo que sigue ya es más arduo. Aquí
sí, que me ayude San Judas, patrono de las causas difíciles,
porque hacer reír es cosa seria y no lo logra cualquiera, encima me
complico tratando de hacerlo con la triste cadencia de las
mencionadas coplas de pie quebrado, bueno, que sea lo que tiene que
ser; éso es lo bueno de no tener un gran prestigio que arriesgar:
como no tengo mucho que perder. Aquí voy.
Copla del vago sinvergüenza
(Autor: Ricardo Kajatt S.)
Ayer pasé por tu casa
a las cinco de la tarde
y no estabas,
no imagino lo que pasa
mas la cara de tu madre
me espantaba;
será que ya se ha enterado
que no estudio ni trabajo,
ni hago nada;
que estando desocupado
ya me acostumbré al relajo...
vida holgada.
Supongo que no le gusta
que pretenda ser artista
consumado,
la pobreza no me asusta
mientras ella a ti te asista,
y yo a tu lado.
~
No puedo saber si arrancó grandes
carcajadas, o al menos una piadosa sonrisa. Si fuera así, quedaría
demostrado que la risa y el buen humor pueden vencer hasta a las
fúnebres campanadas literarias de las coplas de pie quebrado y
terminar en una carcajada. Si no lo logré ahora, ya habrá quien lo
consiga; y si no dio pena, entonces ya faltó poco para realizar la
hazaña.
LQQD** es que los genios y los artistas
son irrepetibles, pero con estos ejercicios de imitación, pruebas,
ensayos y a ver qué pasa, nos vamos acercando un poco más a ellos y
a su obra; al menos de manera bastante despreocupada, ligera y fácil,
que es el signo de estos tiempos. Algo se logró, entonces.
~ o ~
* José Augusto Trinidad Martínez
Ruiz, más conocido por su seudónimo Azorín (1873-1967) fue un
novelista español, además de ensayista, dramaturgo y crítico
literario.
** Lo Que Queda Demostrado.
Muy bien Ricardo, me acuerdo que durante la época escolar nos hacían leer las Coplas a la Muerte del Padre de Jorge Manrique, pero no sabía que el autor hubiera muerto tan joven, para ti, leer sus Coplas y el Cantar del Mío Cid en el castellano de tu época es una bicoca, aunque sin pertenecer a ese tiempo, también me gusta; la Coplas de Manrique son una joya, El cantar del mío Cid solo sirve para conocer como fue variando nuestro idioma hasta el que hoy usamos, que para ti debe ser difícil entendernos ahora. Siglo XXI
ResponderBorrarTu Copla del Abandono es muy bonita, ffrancamente me gusta, y tu Copla del Vago Sinvergüenza, ya te pinta al revés y al derecho, no por vago, sino por la picardía y porque ambas estan bien hechas.
Tira pa'lante que con el tiempo vas a ser otro Manrique.
Fernando Atala
Muy buen comentario, digno de ti, estimado Matusalem. Estas antigüedades son como un manjar exquisito para nosotros.
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