domingo, 11 de septiembre de 2016

El olfato y el amor

Autor anónimo (No piensen que yo escribo estas cosas)

Perfumándose


Hablaremos del amor en el sentido erótico sensual, porque si vamos a hablar del amor al prójimo por ejemplo; ese amor a la humanidad toda; no debería importar mucho si el amado huele a bacalao, sin ser pescao, o a llama, sin ser auquénido. Ese amor tiene que estar por encima de esos detalles, dicen, y muchos lo predican pero no sé si hay alguien que lo practique.
El olor a santidad puede ser cosa muy complicada y peligrosa pues no se sabe a qué huele, así como el olor a muchedumbre, que suele ser una mezcla insalubre de sobaco, pata y calzonzillo que no la aguanta ni el que tiene la santidad certificada. Como cuando entras al banco en invierno; con un frío cercano a cero los perros (y ellas también) no se quieren bañar; y en ese recinto cerrado a cal y canto te encuentras con una masa casi palpable de olor a... gente - para ser político y correcto - que no puedes creer que estén vivos, no puede ser que no se den cuenta que están sumergidos en efluvios infernales y que estén allí de lo más tranquilos haciendo la fila... sólo resta esperar que la nariz se sature hasta no sentir más ese m@rd1t0 olor, porque el olfato tiene esa discutible cualidad; y estar atento a la cara del próximo prójimo que entre después de ti para ver en su rostro la expresión que tú pusiste al entrar e inevitablemente pensarás que... ¡Para él, tú eres uno más de los puercos sumergidos en esa masa de mierrrr...!
Ya me estoy desviando... del tema, no de lo otro, que en esas cosas soy terco como un mulo, y no digo mula precisamente para reforzar el concepto: Macho nací y macho me han de enterrar, si me alcanzan.
El olfato y el amor... ah... que ella huela a rosas, a jazmines, a angelicales aromas; dicen que los ángeles huelen a bizcocho en el horno, hasta allí está bien, no vaya a ser que el bizcocho les huela a marisco...

- A veces el amor huele como a pescado. 

- Cómo será de inoportuno oiga usted, eso no es amor... ¡Son tricomonas!

- Pero huelen, pues...

- No le hago caso, ordinario y simplón pedestre, porque me arruina el artículo... vaya.. vaya y buen viaje...

Es así que los olores, como parte del ambiente amatorio, juegan un importante papel...

- Papel no debe faltar, claro.

- ¿Todavía está usted aquí? ¡Por favor, desaparezca!

A los caballeros, sobre todo si son algo mayores, no les recomiendo usar perfumes amaderados (olor a madera), que aunque pueden ser muy agradables y varoniles en los jóvenes, en los de más edad pueden traer a la imaginación alguna inoportuna relación con elementos no deseados, como por ejemplo el olor a cajón de muerto, o sea ataúd, féretro o sarcófago, como prefieran. Si lo quieren usar a solas para ir acostumbrándose para el día del sepelio, está bien, pero para encuentros románticos mejor se buscan otra cosa, hasta un olor a talco de bebé es preferible a despertar asociaciones infelices en la mente de la pareja de turno. Además, si ha planeado una cena con velas y flores, usted con su perfume a madera ya va a tener completo el ambiente de velorio, que puede ser una negra premonición: de repente se muere el ave (esa misma), o lo que es peor, se muere usted, el susodicho, que por eso mismo pasaría a ser el interfecto, y nadie quiere terminar la labor de esa manera... ¿O sí? - Porque conozco algunos que prefieren la muerte antes que abrir la billetera. Y aunque el Paso-doble dice que el cariño verdadero ni se compra ni se vende, aquí, en esta clasificación de amor está incluido también ese amor pagado que nadie se atreve a confesar haber usufructuado.  Ese amor vergonzoso, ese amor que es como flor de pantano, bello en la inmundicia... ese amor que... como todos, yo nunca he comprado.

- Usted confunde amor con sexo...

- ¿Yo? ¡Todo el mundo confunde amor con sexo! Por eso estamos como estamos.

Volviendo al estudio... o al dormitorio, o al departamento, o donde sea que se esté realizando el trabajo, sólo falta aconsejar a las damas cómo es que deben oler, qué fragancia deben usar para conseguir todo el provecho esperado de la relación, ya sea esta amateur o profesional. Y es aquí donde la cosa se pone peliaguda y difícil, porque :

1- Puede primar mi gusto particular sobre la objetividad.

2- Puedo ser desacreditado por una o varias damas que saben mejor que yo qué aroma les funciona.

3- Que a mí, como buen demócrata, me importa poco el olor, salvo que se trate de algo verdaderamente repugnante, lo cual tampoco sería obstáculo insalvable en caso de que la susodicha tenga algún elemento... digamos, compensatorio; en ese caso se recomienda llevar:

a) Un buen frasco de perfume, y/o

b) Una máscara anti gases, de esas que se usarán en el fin del mundo; pero hay que tener cuidado de ser bastante discreto, porque si se hace mucha alharaca con el olor de la elegida, se nos puede malograr la diversión y acabamos con la máscara de sombrero y el entusiasmo encogido.


Como ya habrán podido notar los lectores más atentos (y las lectoras también, que para ellas hago el esfuerzo), el tema me queda grande pero mi entusiasmo alcanza y sobra para enfrentar el asunto... eso mismo, los que pensaron mal, acertaron. El entusiasmo lo tengo muy bien proporcionado.



¿A qué hueles, preciosa?


Aroma que tanto extraño,
que recuerdo y atesoro;
¡me ponía como un toro!
no lo digo por los cachos
porque nosotros los machos
vemos con benevolencia
del animal la potencia,
más allá de los penachos,
cosa buena es estar duro
y nunca pasar apuros.

Si hasta me hacía mugir
cuando toda perfumada
se cubría con la almohada
queriendo hacerme sufrir,
y no quiero presumir...
mas quedaba perforada
¡por favor! con la mirada,
que no voy a permitir
groserías indecentes
y que critique la gente.

Hoy recordando su aroma
imaginación derrocho,
olía como un bizcocho
cuando en el horno se dora,
era tan provocadora
que a la hora de comer
ya no la quería ver,
los bombones a deshora
arruinan el apetito,
y eso sí que no lo admito.

No es cosa de sobre-actuar
ni exagerar tus encantos,
pero es que me gustas tanto
que no hace falta excitar
mis emociones sinceras
con esencias ni perfumes
que el original esfumen,
olerte toda quisiera
lo que me da más placer
es tu aroma de mujer.

~

2 comentarios:

  1. Cuanta razón tienes Ricardo, el olor del amor es el más exquisito aroma, no importa que huela a pescado o a mariscos, que a la hora de la hora, nos ponemos como tú, un mulo, ja,ja,ja muy bueno todo, el preámbulo y la poesía.

    Fernando Atala

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