domingo, 10 de abril de 2016

Chocando con Chocano.

Imagen: http://perueneldivan.blogspot.com


Es día de elecciones en Perú, podría buscar un tema más adecuado de qué tratar en un día como hoy, pero esas cosas pasan y el blog queda. Es así que en algún momento, mejor antes que después de cumplir con el voto, podemos compartir esta conversación.
Muchos de los visitantes del blog no son peruanos, para ellos el tema de las elecciones no tendrá la misma importancia.


Sobre éso algo he escrito, y me cito a mí mismo:

Tenemos tantos ingredientes malsanos que no es fácil crecer unidos, el peruano es una abstracción que cada grupo interpreta de diversa manera, vayamos aceptando nuestras diferencias, y sobre todo conociéndonos para llegar a respetarnos y hasta a amarnos, por qué no. Basta de insultos, rojo, caviar, pituco, derechoso, izquierdoso, y qué sé yo qué más se habrá agregado después a tan insalubre mezcla. Sin buenas intenciones, ningún sistema va a funcionar, y espero que éso no suceda en el Perú. Tenemos que funcionar, entre todos. Acuérdense de ése que dijo, no qué me puede dar la patria sino qué puedo yo darle a ella, no era peruano, no importa, lo mataron... éso sí que importa, cuánta mala gente hay por todas partes, cuantos "vivazos" que ensucian cuanto tocan, como reyes Midas de caca. Evitemos éso, ser buena gente... ¿será tan difícil? Creo que no.

Sigamos con Chocano y la lógica derivación del artículo del domingo anterior

 

Más de José Santos Chocano.


En mi anterior publicación quedó "picando" el tema de la famosa poesía QUIEN SABE, y me preguntaba por qué pedirle al indio tantas cosas, se entiende que como recurso poético está más que justificado, pero no deja de tener una cierta dosis de conchudez, y me planteaba qué pasaría en el caso inverso. 


Estuve releyendo los poemas de José Santos Chocano después de un largo tiempo que había pasado sin hacerlo, y me sorprendió el cambio experimentado en mí mismo, que atribuyo no sólo a mi mayor edad sino también a los cambios que se han dado en estos tiempos.
Llegué a la que se titula "QUIEN SABE" y se me ocurrió algo que no había pensado cuando era niño al leer o escuchar esa poesía por primera vez. Como bien se entiende de la letra del poema, se trata de un hombre blanco, con innegable influencia de la cultura europea occidental, que pasa delante de la choza o humilde vivienda de un "indio" peruano y se hace retóricas preguntas, a sí mismo, aunque dirigidas al indígena que nos presenta como pobre y humilde. Es muy interesante lo que piensa Don José Santos Chocano, no lo discuto, lo sigo admirando y me alegra que nos haya enriquecido pensado lo que pensó, pero... ¿Qué pasaría si la situación fuera al revés? Si fuera el indio el que pasa por la residencia del blanco, en la ciudad, y tiene la ocurrencia de pedirle exactamente lo mismo que el blanco, sin pena ni consideración, le solicitó al pobre indio, ésto es: agua, abrigo, comida, un lugar para descansar y quietud para que el descanso aproveche mejor. Convengamos que no es poco lo que va a pedir.
Y en estos días de alarmante delincuencia, de desconfianza, de cercos eléctricos con alarmas y sirenas, de odios políticos y de clase, de discriminación y sobre todo de egoísmo, que un indio pida al blanco, en su propia casa, lo que éste antes pensó pedir al indio en su humilde choza, me lleva a componer (tal vez deba decir descomponer) lo inverso al poema de Chocano. Él lo tituló QUIEN SABE, al mio, como podrán explicarse cuando lo lean, lo he titulado ¡QUÉ VA A SER!

Es tanta la semejanza y la correlación entre los dos poemas, que hasta he dejado algunos versos sin modificar, tal es la identidad especular que presentan ambas visiones del mencionado encuentro de dos culturas (excluyo por ahora a las demás) que vivieron y viven aún en conflicto sobre el mismo suelo, aunque la mejor parte de ese suelo casi siempre es usufructuada sólo por una de ellas. De allí el conflicto.
El blanco compone su poesía en el tranquilo ambiente rural de los años veinte del siglo pasado, en completa seguridad y con la certeza que será respetado y bien tratado por el otro; pero luego, el mismo blanco, en la ciudad violenta, dentro de la inexpugnable seguridad de su mansión, para usar el mismo término que tal vez con algún sarcasmo o exceso de lírica utilizó el poeta para referirse a la choza del indio; se comporta de muy distinta manera.
Seamos justos, el poema de Chocano no nos dice bien cuál es la reacción del indio, si da, si tiene, si recibe al inesperado huésped, en cambio, en mi poema, no hay duda de que el pobre visitante no es bien recibido en la casa del otro, que de ninguna manera accede a dar nada al pedigüeño y más bien lo impele a largarse de allí lo más rápido posible.

Veamos en qué se parecen y en qué se diferencian los poemas; no ignoro que el mío refleja una de las peores facetas del ser humano, lo he hecho así justamente para llamar la atención sobre lo feo, sobre lo que esperamos que termine, y nadie con honestidad podrá negar que existe ahora mismo.
Para que sea más fácil el cotejo, los poemas están puestos uno al lado del otro:

  

QUIÉN SABE                                                 ¡QUÉ VA A SER...!
(José Santos Chocano)                      (Ricardo Kajatt Sumar)

Indio que asomas a la puerta           Señor tras de la muralla
de esa tu rústica mansión:                de tu elegante mansión
¿Para mi sed no tienes agua?           ¿Para mi sed tienes agua?
¿Para mi frío cobertor?                    ¿Para mi frío, calor?
¿Parco maíz para mi hambre?          ¿Un mendrugo para mi hambre?
¿Para mi sueño, mal rincón?            ¿Para mi sueño un rincón?
¿Breve quietud para mi andanza?    ¿Un descanso pa mi andanza?

-¡Quién sabe, señor!                        -¡Vete, que no estoy de humor!

Indio que labras con fatiga                   Señor de grande barriga,
tierras que de otro dueño son:              y de corto pantalón,
¿Ignoras tú que deben tuyas                que al frescor de tu piscina
ser por tu sangre y tu sudor?                descansas de tu labor.
¿Ignoras tú que audaz codicia             ¿Sabes que ésta era mi tierra
siglos atrás te las quitó?                       y que alguien me la quitó?
¿Ignoras tú que eres el amo?               ¿Sabías que soy el amo?

-¡Quién sabe, señor!                           -¿¡A ti te afecta el calor!?

Indio de frente taciturna                        Señor de frente bronceada
y de pupilas sin fulgor:                           y dorada por el sol,
¿Qué pensamiento es el que escondes        ¿Qué pensamiento me escondes
en tu enigmática expresión?                  en tu severa expresión?
¿Qué es lo que buscas en tu vida?       ¿Por qué con burla me miras?
¿Qué es lo que imploras a tu dios?      ¿Supones que soy ladrón?
¿Qué es lo que sueña tu silencio?      ¿¡Por que me sueltas al perro¡?

-¡Quién sabe, señor!                             -¡Tu presencia me cansó!

¡Oh, raza antigua y misteriosa,            ¡Oh raza nueva y ambiciosa
de impenetrable corazón,                      de impenetrable corazón
que sin gozar ves la alegría                   que gozas de tu alegría
y sin sufrir ves el dolor:                         pero ignoras mi dolor:
eres augusta como el Ande,                  fui grande como los andes
el Grande Océano y el Sol!                        El océano y el sol!
Ese tu gesto que parece                         Ése tu gesto parece
como de vil resignación,                        de burla y mala intención,
es de una sabia indiferencia                   despectiva indiferencia
y de un orgullo sin rencor...                  de orgulloso y cruel patrón...

Corre por mis venas sangre tuya,        Corre mi sangre en tus venas
y, por tal sangre, si mi Dios                  y, si por tal sangre, Dios
me interrogase qué prefiero                 te pregunta qué prefieres
-cruz o laurel, espina o flor,                -ser peruano o ser sajón,
beso que apague mis suspiros               ser cholo o ser extranjero,
o hiel que colme mi canción-,               ser empleado o ser patrón-,
responderíale diciendo:                         responderías diciendo:

-¡Quién sabe, señor!                      -¡Pues qué va a ser, mi señor!
                   ~                                                             ~



No sabemos si estas elecciones, o tal vez una posible segunda vuelta, nos lleven siquiera un paso más cerca del ideal de nación que queremos.

- Quien sabe, Señor... o
- ¡Pues qué va a ser, mi señor!
~~
 

2 comentarios:

  1. Ricardo, hasta ahora se dan estos casos en algunos rincones de nuestro Perú, pero gracias a Dios ya están desapareciendo, has estado muy acertado en esta comparación, al pobre indio ignorante de su glorioso pasado, por su ignorancia, de la que no tiene culpa, sino el estado desde que somos república por su abandono, el indio ya no sufre e3l abuso de un patrón, sino la pobreza producto de su ignorancia y de ideas trasnochadas que meten en su cabeza hombres preparados, pero equivocados.

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  2. Siempre ha existido la explotación, trabajo duro ,todo el día con un sueldo mísero para que el empleador, reciba grandes ganancias, seres inhumanos . que no se ponen en los zapatos del otro.

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