jueves, 3 de septiembre de 2015

¿El perro o tú...? Ni preguntes.

Soñar no cuesta nada querido primo...

El tema de perros y gatos a traído cola, como se puede ver en esta serie de incursiones que lo enfocan desde diferentes ángulos. El siguiente es algo así como un ángulo agudo porque enfrenta el lado más poderoso del hogar, que no es precisamente el perro... ni el señor de la casa tampoco, pero como ya dije, total... soñar no cuesta nada, y lo haremos mientras nos duren las ganas o el entusiasmo.



VIDA SIN PERRO NO ES VIDA



Vida sin perro no es vida,
es lo que siempre he pensado
y por más que he meditado
no le encuentro otra salida.

Mi mujer, la más querida,
se opone a que tenga perro,
yo de pensarlo me aterro
de pasar solo la vida.

Vida sin perro no es vida...
pero ella no me hace caso,
si hasta parece un cachaco
cuidando entrada y salida;

le voy a meter el perro,
lo digo en el buen sentido
no es eso que ha parecido
porque no soy tan grosero;

le voy a meter el perro
a la casa aunque proteste,
aunque la vida me cueste
y aunque rompa los floreros.

- ¡La casa va oler a perro!
me reclama de antemano,
puede que huela a gusano
pero a mi gusto me aferro.

Vida sin perro no es vida,
mira que te lo advertí
y si me miras así
te ganas una mordida,

no de mí, ni te ilusiones
que ya no estoy tan afín,
te va a morder el mastín
y vas a entrar en razones.

El perro o tú... ni preguntes,
porque ante esa disyuntiva
semejante perspectiva
nos hace brillar los dientes,

a mí por una sonrisa
que me causa regocijo,
y al perro porque el hocico
y hasta el lomo se le eriza.

Pues mi querida fulana,
mejor en anonimato,
déjame tranquilo un rato
que si no te da la gana

ahora mismo o mañana
traigo al perro y tú te vas,
y puedes irte nomás
que ya tengo una mucama.

~ o ~


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