domingo, 19 de julio de 2015

UN GOBERNANTE HONESTO



UN GOBERNANTE HONESTO

NOVELA DE FICCIÓN



Existen obras maestras de la literatura que exploran las consecuencias de un cambio de posición social y económica en la vida de ciertos personajes, y cómo actúan al encontrarse en esa nueva condición. Los ejemplos son muchos, los que me vienen a la memoria son: Segismundo, de La Vida
es Sueño de Calderón de la Barca en que el personaje va de menos a más, de preso a rey y otra vez a preso y nuevamente a rey, se asemeja en algo al Edipo Rey de Sófocles, pero con final feliz. Vemos que en este caso el personaje Segismundo cambia para mejor luego de perder en el primer intento la feliz posición alcanzada, debido a su temperamento impetuoso... aunque no todos tienen la suerte de recibir una segunda oportunidad, en este caso se dio de esa manera y supo aprovecharla muy bien.



El Caballero Encantado de Benito Perez Galdós es el caso contrario: un indolente joven que vive en la opulencia gracias a las rentas que le llegan de propiedades rurales heredadas que ni conoce ni le interesan más allá del dinero que puedan rendirle, se ve de un momento a otro transformado en el más humilde sirviente de los pobres arrendatarios de sus propias tierras. En esta novela el protagonista sufre una transformación completa porque se vuelve humilde y sencillo como corresponde a un pobre peón de campo ubicado en la última posición en la escala de la explotación de los trabajadores. Vemos que Don Benito, el autor, lo lleva a desarrollar virtudes que considera necesarias para la mejor convivencia humana y transforma al superficial y egoísta joven en un hombre de bien restituyéndolo a su condición original. Hace mucho que leí esas obras y no recuerdo todos los detalles pero lo esencial es éso. Están también El Príncipe y el Mendigo de Mark Twain, donde el cambio es doble; hasta Tarzán se ve en situación complicada al tener que desempeñar su rol original de noble y rico señor. Edmundo Dantés, en El Conde de Montecristo de Alejandro Dumas, pasa de condenado sin futuro a poderoso amo y señor, vengativo y poderoso juez  y verdugo de antiguos traidores que lo dañaron por causa de miserables motivaciones, y da rienda suelta a su creatividad aplicándola a lo que considera una justa y ejemplar venganza.


Se dice, y creo que nadie lo discute, que el dinero y el poder no cambian a las personas sino que sólo revelan lo que en verdad ya eran. Y ésto nos lleva al permanente descontento de la gente con respecto a sus gobernantes. (Casi) todos corruptos, traidores, ineficientes, insufribles. Los de abajo se quejan, los de arriba sólo se cuidan de mantener el mayor tiempo posible sus privilegios y de ir preparando el escape salvador para futuros tiempos en que puedan quedar fuera del círculo mágico del poder y la impunidad: así, la injusticia se hace permanente. Tan escasas son las excepciones que lo que debiera ser lo normal se convierte en algo extraordinario. Un buen gobernante, uno que más o menos cumpla con sus obligaciones, pasa a ser figura casi mitológica y se eleva a los más altos niveles olímpicos; éso sí, pasados muchos siglos, porque para sus contemporáneos poderosos pero corruptos, que están saqueando todo lo que pueden a manos llenas, no es sólo un estorbo sino un peligro existencial inaceptable. Se le tratará de lo peor, se le encontrarán los mayores pecados y si si en verdad fuera un hombre sin mácula, se le inventarán los defectos necesarios para envilecerlo y mandarlo a los rincones más oscuros de la historia a esperar, como Galileo, que alguna vez alguien lo reivindique, pero a su "debido" tiempo, porque antes están los más variados espécimenes que perdonar y reconocer... porque no hacen daño a los que mandan y hasta tienen la virtud de ir alargándoles la fecha de vencimiento a los criminales travestidos de autoridades; todo sirve: las variedades de género, los pueblos explotados cuyos representantes ya casi han desaparecido, las mujeres maltratadas y/o cosificadas, y un sinfín de injusticiados más "urgentes" pero sobre todo más inocuos. El honesto que quisiera corregir el origen de esas y todas las demás iniquidades, que se pudra en algún infierno, limbo u olvido, y sin mucho ruido, sin  "pestilencias" de honorabilidad que perturben el agradable aroma del dinero fácil y el envilecimiento general; el dulce sabor podrido de la urgente y necesaria rapiña nuestra de cada día, hagámosla hoy antes que los de más abajo nos alcancen y nos echen a las mazmorras sólo para replicar y llevar a nuevas dimensiones nuestro pillaje.


Tanto preámbulo porque imaginaba una novela que tratara de un hombre honesto y trabajador, como los hay muchos, que sufre las consecuencias de los malos dirigentes, gobernantes, reyes o los que fuera que manden en su mundo y en su vida. Él, nuestro protagonista, se siente sinceramente distinto, piensa que si la vida le diera la oportunidad de mandar, escogería sin ninguna duda el camino correcto, la acción justa y necesaria, y aunque sin pretensiones de glorificarse y sin quererlo, lo llevarían de todas maneras a las páginas más relucientes de la historia de su patria y hasta del mundo. Qué irrisorios parecerían los bienes mundanos ante tal perspectiva de inmortalidad. Incluso los sobornos y las advertencias se mostrarían como hermosas oportunidades de inmolarse en el altar del buen gobierno rechazando por igual lujos y amenazas.
Pero lo más importante de la historia es que no se conoce a sí mismo. Se cree justo, sinceramente y sin dudas está convencido que actuaría como se imagina y como cree firmemente que corresponde. 
Bueno. Llega a gobernar, no importa si en sueños, en una realidad paralela, o por arte de cualquier prodigio que nos facilite el argumento. Ya tenemos al hombre honesto, valiente y espartano en el poder y lo vemos al fin en alguna situación que antes observó desde abajo con justa indignación, digamos que algo así como la firma del "acuerdo" impuesto a Grecia el pasado Lunes 13 de Julio (maldita fecha) en que Alexis Tsipras aceptó las peores condiciones en contra de todo un pueblo que le dio un claro mandato de lo que debía hacer, y no una, sino dos veces seguidas. Tsipras firma, y esta vez da más pena que indignación. Se llegó a lo mismo pero de la manera más vil, de forma inédita, alcanzando nuevas cotas de maldad por un lado y de humillación por el otro. Otra vez ganaron los malos. Dejemos a Tsipras y volvamos a nuestro imaginario personaje.

Llega su momento de gloria. Se le pide lo mismo que a los otros: firma aquí y haz ésto y aquello. No sabemos si cede a la ambición y se deja llevar por la avaricia y la lujuria; no sabemos si cede al chantaje, incluso a las amenazas contra su vida y la vida de su familia, y tiene miedo. Sabemos sí, que siente que tiene que hacer lo que hace, y llegado el momento se encuentra firmando una capitulación peor que todas las anteriores estafas, y a la vez se ve a sí mismo en las caras de los que protestan afuera de "su palacio" quemando banderas, muñecos que lo representan y fotografías suyas. 
Se dice a sí mismo que está cumpliendo con su deber en esa hora difícil, y que el sacrificio del pueblo es necesario para el futuro de las nuevas generaciones. Lo que no se dice, ni a él ni a nadie, es que sabe muy bien que él no tiene ninguna capacidad para soportar sacrificio ni privación alguna, que le espanta mirar a la cara a los de abajo y que su cobardía se oculta detrás de escudos, banderas, generales y edecanes.
Se droga para dormir y logra una santa pero ficticia paz. Y ya da lo mismo si despierta de ese sueño de poder o lo sigue soñando. Pero algo nuevo hay en su conciencia: la certeza de que ése no es el camino para que las cosas cambien, la seguridad de que las cosas seguirán por el mismo rumbo. Sabe cual sería la única forma de cambiar pero no lo dice y le causa gran alivio constatar que es imposible. 

En pocas semanas ya podrá dormir sin tomar la pastilla.




~ o ~

2 comentarios:

  1. Me gustaría leer esa novela, si la llegas a escribir.

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  2. Me parece una fotografía del alma humana, te felicito. Pareciera ser cierto aquello de que "Todos tenemos nuestro precio", tu novela de ficción, en la vida real es totalmente válida, cuando alguien sin escrúpulos llega al poder da rienda suelta a su ser interior, en forma negativa, y si fuera alguien bien intencionado y con valores. llega a malograrse porque todo aquello que rodea al poder, está podrido, y no puedes enderezar las cosas porque hay una cadena que viene de tiempo atrás que lo impide. Sería fantástico un libro sobre este tema, Piénsalo

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