Se llamaba Soledad, era bajita, de cara redonda y blanca, y su nombre era una graciosa contradicción porque todos los muchachos querían estar con ella. Encontrar sola a Soledad era imposible porque siempre la rondaban mínimo tres o cuatro interesados en acompañarla. La conocí en algún baile de ésos que organizaban los diferentes colegios de la ciudad. Soledad apareció de pronto en cuarto o quinto de secundaria; venía no recuerdo de donde, si de la capital o de alguna provincia; pero era foránea. Alegre y extrovertida, regalaba sus gracias y sus sonrisas a todos por igual. Era muy democrática la chica, y yo trataba de imaginarme sin mucho éxito que su trato hacia mí era especial.
Como a Soledad nunca la pude encontrar sola, las cosas no llegaron a ninguna parte. Era tan linda... con muchos años de atraso le escribo estos versos, y si los llega a leer sabrá muy bien que son para ella.
Hola Soledad... le decían los muchachos al encontrarla, y había en esas palabras un sentimiento totalmente ajeno a la tristeza de la letra de la canción de Palito Ortega que inmortalizó Rolando Laserie, que era un éxito en esos días. Mi amiga Soledad era alegre como un cascabel, y esas palabras dirigidas a ella cobraban un sentido completamente distinto, era un gusto verla y decirle, admirando su belleza y su permanente buen humor... ¡Hola Soledad! Así la recuerdo ahora.
Mi querida Soledad
Soledad es una moza
bien hecha y muy agraciada
a ella no le sobra nada
y encima es tan cariñosa
que sus mimos nos regala
y caricias nos ofrece
cada vez que le parece
que la alegría nos falla,
no quisiera exagerar
las bondades de la Sole
no hace falta que extrapole
o tenga que contrastar,
nada más he de narrar
que su solo acercamiento
logró detener el viento
y algo más hizo parar.
Lo que tiene Soledad
lo pueden tener las otras
y cualquiera de vosotras
y toda la humanidad,
pero en ella es tan distinto
que si por casualidad
te cruzas con Soledad
te atrapa en su laberinto.
Sin querer desmerecer
a las demás preciosuras,
recordarlas una a una
es lo mejor que sé hacer,
Sin querer desmerecer
a las demás preciosuras,
recordarlas una a una
es lo mejor que sé hacer,
~ o ~
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