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Cementerio en la nieve. Karl Friedrich Lessing (1808 – 1880) | |
UNA AUSENCIA
Allá
en la lejanía se vislumbra
apagada
y borrosa,
en
permanente duelo de penumbra,
abandonada
losa.
Camino
temeroso del misterio
que
me aguarda sin duda a mi llegada,
e
ingreso en el tranquilo cementerio,
pero
no encuentro nada,
nada
que espante, nada que perturbe;
nada
rompe su calma,
los
vivos con los ruidos de la urbe
no
lo alcanzan.
Qué
plácido lugar el que he encontrado
entre
aquellos que ahora nada quieren;
tal
vez ni ser llorados,
porque
en otras esferas ya se mueven.
Una
rosa marchita que en el suelo
dejó
caer la descuidada mano
quien
sabe si de un hijo, o un hermano,
ya es
parte de mi duelo;
será
que están contentos en el cielo
que
nuestra esperanza ha inventado,
o
se los han llevado
a
donde no les llega ningún ruego.
No
sabemos por qué nos han dejado,
no
supimos a qué habían venido,
ni
entendemos por qué está dolorido
el
corazón, y atado
al
recuerdo que no nos deja libres,
a
la pena que no nos da descanso,
aunque
a veces se calma en un remanso,
vivimos
siempre tristes.
La
risa es sólo un vago disimulo
que
mueve solamente la garganta,
mientras,
sombría canta
mi
alma, esa canción en que acumulo
los
restos que esa ausencia me ha dejado,
los
pétalos marchitos de esas flores,
que
aun hechas de dolores
saben
contar lo que nos ha pasado.
Ya he
respirado el aire de tu tumba;
regreso
a otra tumba que es la vida,
donde
no está la esencia más querida,
mas
su recuerdo alumbra.
Por
qué tanta pena sobre sobre pena,
por
qué tanta lágrima que moja
del
libro de mi suerte cada hoja,
que está
de dolor llena.
~ o ~